Ayer fue 11 de Abril, otro maldito día 11 que sumar a la cadena ya larga de malditos 11. Fue en Argel, capital de Argelia, una ciudad muy cercana a España, donde dos camiones bomba con más de una tonelada de explosivo reventaron en la calle y mataron a más de veinte personas, muchos de ellos policías y militares que custodiaban sedes oficiales del gobierno. Las imágenes hablan por si solas y son muy crudas, aunque tristemente habituales en este tipo de sucesos, a los que parece que nos vamos acostumbrando. Horrible sensación.
Argelia vivió en los noventa una guerra civil cruel y despiadada. Tras la victoria en las elecciones democráticas del Frente Islámico de Salvación, FIS, de carácter islamista, el ejército dio un golpe de estado y se hizo con el control del país. El FIS pasó a la clandestinidad y su brazo armado, el GIA, empezó a asestar golpes terroristas, más en las zonas desérticas del país que en la propia Argel. Eso sí, eran ataques crueles y despiadados, en los que habitualmente se asaltaban aldeas perdidas, y se pasaba a degüello a familias enteras. Recuerdo una foto estremecedora de una mujer, madre, sosteniendo entre sus brazos a su hijo muerto, con una expresión de llanto y pena más propia de una piedad de Miguel Ángel que de épocas actuales, toda ella envuelta en paño sueltos y aireados. Era desgarrador. Finalmente el ejército consiguió someter al GIA, ayudado en parte por una población asqueada ante tanta violencia y salvajismo. Poco a poco el país se fue tranquilizando, auque existían restos del GIA que se reconvirtieron en grupos salafistas, una versión extrema del Islam que ya nos empieza a ser familiar. Varios de ellos han sido detenidos en España, algunos antes y otros después del 11M, formando células durmientes cuya actividad era de lo más normal para los que les rodeaban. Hace pocos años estos grupos salafistas proclamaron su subordinación total a Bin Laden y a Al Qaeda, convirtiéndose en su franquicia en el Magreb. Desde entonces pocos han sido los golpes, pero muchos los detenidos y las operaciones abortadas. Ahora, en dos días, hemos visto el suicidio de varios miembros del grupo en Casablanca y el atentado terrorista de ayer en Argel, lo que parece presagiar que estos grupos islamistas ya han terminado su entrenamiento y tiempo de espera, están pasando a la acción.
Y esto no ocurre en Irak, o en Indonesia, no, y sería igualmente grave si así fuese, pero es que resulta que pasa aquí mismo, al lado. Casablanca está a poco más de 400 kilómetros de Sevilla y Argel está a la misma distancia de Valencia, donde ahora se celebra la Copa América de vela. Es para empezar a preocuparse muy en serio, sobre todo porque estamos en ese Al Andalus que los islamistas no dejan de repetir, fieros y convencidos, que van a reconquistar. Tarde o temprano intentarán golpearnos nuevamente, y habrá que estar preparados. A ver si los políticos y los policías estos que andan trajinando explosivos se ponen las pilas, porque sino otros nos van a poner algo más mortífero.
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