En el amplio y nada elitista club que formamos los gilipollas sin fronteras cada vez entra más gente, y por motivos muy diversos. Ayer se publicó en El País un curioso artículo sobre los robos que sufren los equipajes de los pasajeros en losa aeropuertos y si ya de por sí la noticia tiene su alcance, me resultó especialmente impactante porque, por primera vez en mi vida, he sido víctima de uno de esos robos, en esta Semana Santa que empezó de maravilla, aunque con una sombra de duda, y que acabó oscurecida cuando esa sombra se transformó en palpable y dolorosa realidad.
Por motivos laborales tuve que salir de Madrid el Lunes por la tarde en un vuelo rumbo a Bilbao, acompañando a mi jefe, para poder estar presente el Martes 3 en una reunión que tuvo lugar en Ermua. Lo bueno es que gracias a ello tuve billete de ida y vuelta en avión para esas vacaciones, pero lo malo es que me avisaron el mismo Lunes por la mañana. Tras unas horas nerviosas, preparando material para esa reunión improvisada, me fui del trabajo a eso de las 16:30 corriendo para casa, para hacer la maleta. Como no tenía mucho tiempo y si algo de nervios, cometí un error de principiante, que fue meterlo todo en la maleta que luego debía facturar, incluyendo en todo ropa limpia, sucia, y objetos valiosos, como la cámara de fotos, las baterías y el cargador. Siempre le digo a todo el mundo que no haga eso, pero lo hice, cosas de la precipitación Fui al aeropuerto, volé y la reunión del Martes salió bien. Al llegar a Elorrio el Martes por la tarde y deshacer el equipaje comprobé que no había rastro ni de la cámara ni del cargador. Me preocupe, claro, pero pensé que a lo mejor en medio de las prisas del Lunes acabé por dejarlas en el sofá con otras cosas, y que me estarían esperando a la vuelta en Madrid. Pues esa fue la nube que se materializó el Lunes 9 por la noche, cuando, tras revisar el piso madrileño recién vuelto, comprobé que ni en Elorrio ni en Madrid ni en la inopia. Ya cuando vine al trabajo el Martes y me cercioré que tampoco estaba en la oficina asumí que la única posibilidad de desaparición era mientras que no la había visto, en el aeropuerto, una vez facturada la maleta.
Y claro, se te queda una cara de gilipollas cuando te das cuenta que te han robado de una manera tan limpia y sencilla que no sabes donde meterte. La compañía, Spanair en el vuelo de ida a Bilbao, pasa de todo, y el seguro exige denuncia con intimidación (atraco callejero, vamos) para poder hacerse cargo de algo. Y te quedas sólo con la sensación de impotencia que describe el artículo. Pobre cámara, con el servicio que me había dado, y lo que le quedaba..... La cuestión es que me he tenido que comprar otra, pero los avatares de al compra y algunas cosa curiosas que allí vi son otra historia. A ver si mañana puedo con ello.
3 comentarios:
Siento lo de la cámara :(
Son unos cambrones todos los de las compañías aereas...
Saludos
Com tu permiso voy a reproducir esta entrada en mi blog...a ver si lo lee más gente y así hay más denuncias.
Saludos
Me parece muy buen artículo y bien expresado. Tal vez le interese EL ARTE DE LA VENTAJA, libro virtual para descargar en
http://www.personal.able.es/cm.perez/Extracto_de_EL_ARTE_DE_LA_VENTAJA.pdf
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Un saludo
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