Siguiendo las recomendaciones de un asiduo lector de este blog, y dado que ayer Telecinco me ofrecía una nueva oportunidad para redimirme, vi los dos capítulos de la bíblica serie Jericó (pudiéndose decir tan bien en castellano me niego a escribir Jericho) que pusieron ayer por la noche, hasta las 23:50 más o menos. Las conclusiones a las que llegué son similares a las que ya tenía. Entretiene, que para esto está, y quizás con eso sea suficiente, pero mejor no escarbar mucho, porque posee un nivel muy bajo, especialmente en los diálogos y en la definición de los personajes, bastante simples y planos.
Y eso que la idea de partida no es mala. La acción transcurre en Jericó, un pequeño pueblo de Colorado, perdido en las llanuras infinitas del medio oeste americano, planicies que dejan a la ancha Castilla reducida a unas dimensiones de mera baldosa de cocina. Allí sus habitantes observan, una mañana, atónitos y aterrados, un hongo nuclear en la lejanía, en donde se supone que se encuentra Denver, la capital del Estado. A partir de ese momento pierden el contacto con el exterior, se quedan aislados del mundo por televisión e Internet, y no saben si lo que han visto es una accidente, un ataque aislado o la primera de una cadena de explosiones, aunque la información que obtienen, en cuentagotas, muestra que hay varias ciudades norteamericanas que han sido víctimas de explosiones similares. A partir de hay, como en toda buena película de catástrofes, se dibujan una serie de roles clásicos (el héroe, la chica guapa pusilánime, el policía, el rencoroso, el ser misterioso, los epicúreos que disfrutan del caos, la plebe temerosa, etc) y una confusa red de lazos sentimentales entre todos ellos, la acción se desarrolla a trompicones, resolviendo los problemas que afectan a una comunidad aislada, temerosa, y que ve como sus recursos se van agotando sin saber hasta cuando va a durar una situación bastante angustiosa. Como punto de partida el argumento es atractivo, y lleno de posibilidades, pero al estética de telefilme que posee lo invalida en parte. Películas como la ya mítica “El día después” o la teleserie Amerika, más cercana a esta que ahora vemos, lograban transmitir mejor esa sensación de angustia y miedo, aunque también es cierto que en aquella época de los ochenta la tensión de la guerra fría hacia quizás no presagiar, pero sí tener más presente el riesgo nuclear, que algunos han olvidado por completo pese a seguir ahí, frente a nuestras narices.
Y creo que uno de los puntos que más podía explotar Jericó, y menos acierta al hacerlo, es que ha sido realizada después del 11S. Es correcta la búsqueda de un cataclismo de origen humano, porque la destrucción está quizás más en nuestras manos que nunca, pero tras el 11S, tras ver esa terrorífica demo de lo que sería un ataque devastador sobre una urbe, el planteamiento de la serie debiera ser más realista, más serio y quizá más razonado. Unos diálogos como los actuales quizás fueran presentables hace años, pero no después de haber visto cómo caían las torres. En fin, una serie entretenida, pero menor, aunque dado el panorama televisivo actual destaca lo suficiente como para tener buena audiencia, incluida la mía :-)
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