A lo largo de la semana pasada se han celebrado las fiestas de Chueca, el barrio Gay de Madrid. Al colofón de todos los años, el desfile de carrozas del Sábado, en esta ocasión se ha sumado la elección de Madrid como sede del Europride, una especie de día del orgullo gay a nivel europeo, lo que ha hecho que las fiesta del Sábado se desbordase, alcanzando cifras que los periódicos del Domingo situaban en torno al millón y medio de personas por la calle. Y puedo atestiguar que había gente, desde luego, porque por allí me pasé un rato parta comprobarlo.
Estuve el Sábado por la tarde en el Ikea de Alcorcón, y quiso la casualidad que después de ver algunos armarios viera a un montón de gente que ha salido de ellos. Cogí al Línea 10 de metro y acabé en Plaza de España a eso de las 21:45. Salí a la superficie, sabiendo que a las 22:00 estaba previsto un concierto en ese mismo punto, y efectivamente había escenario, luces y bafles, pero una riada humana lo invadía todo. La plaza estaba atestada de gente, y las adyacentes Princesa y Cuesta de San Vicente rebosaban, pero era Gran Vía, de donde venía la marcha, la que presentaba un aspecto más espectacular, repleta de gente. Además hacía un calor intenso, y aceras, bancos y jardineras estaban repletas de grupos de personas que bebían y pasaban el rato. Una especie de macrobotellón se había organizado en torno a la calle, que empecé a subir poco a poco rumbo a Callao. Al llegar allí alcancé a alguna de las carrozas que, partiendo de Cibeles, pretendían acabar su recorrido en Plaza de España, pero avanzaban tan lentamente en medio del gentío que era poco menos que imposible que lograsen su objetivo. Una pareja heterosexual me llamó mucho la atención, él con unas gafas de sol enormes y dando de beber a un chucho pequeño, y ella, arrebatadoramente guapa, rubia de anuncio de televisión, con un vestido negro entallado, mirando alegremente el desfile. Y yo mirándole más a ella que al desfile en sí, preguntándome a mi mismo lo curioso que debe ser que a uno no le gusten las chicas. De allí baje a Sol, que estaba más tranquilo a, no ser parte de la ruta del desfile, y deambulando, tomé algo en una terraza en una noche que no quería llegar, como si tuviera miedo a desprenderse del claro que todo lo impregnaba.
A eso de las 23:00 acabé en Gran Vía con Montera, en la Red de San Luís, y allí estaban las carrozas más grandes, repletas de hombres de más o menos buen ver, chicos arreglados, estilizados, o gordos y peludos, que de todo había, pero eso sí, en su inmensa mayoría chicos, con alguna chica dispersa como perlas de chocolate en una galleta. Puede que la hubiera, pero no llegué a ver ninguna carroza femenina, El público que mirábamos el gentío era variado, pero creo que la cara de una de las chicas que, junto a otras tres amigas, estaban junto a mi, expresaba la pena de ver tanto material desperdiciado, tanta oportunidad imposible....lo siento, chicas, pero me temo que el sábado no era vuestro día.
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