....nos golpea, nos hace creer inmunes al desastre, y cuando nos encamina al estrellato y nos aplasta nos quejamos.... y no aprendemos.
Es difícil describir esto, realmente difícil. Ahora mismo el Ibex cae un 10%, la mayor bajada de la historia, hasta los 8.900 puntos. Es complicado, imposible saber si seguirá bajando o no, pero da igual, lo de esta semana es impresionante. Asistimos en directo al pinchazo de la burbuja sobre nuestras cabezas, o mejor, bajo nuestros pies. Es como si mascas chicle, haces una bola enorme, preciosa y brillante, y de repente explota en tus narices y te deja toda la cara pringada. Y te avergüenzas y lo pasas mal.
Me acuerdo que cuando se hundió la bolsa en 1987................
En ese año yo estaba en segundo de BUP. Teníamos clase de mañana y tarde varios días a la semana, y los pringados que vivíamos en Elorrio debíamos coger el autobús a Durango y vuelta dos veces al día, con tiempo justo para comer en casa. En la comida de ese Martes contaba la radio como el mercado de Madrid, aún no había Ibex, se estaba hundiendo, y que la apertura prevista de Wall Street sería mala. Yo tenía 15 años y apenas comí, oyendo casi más los gritos de mi madre para que tragase algo que los comentarios de un locutor que, nervioso, trataba de transmitir algo que no entendía. Tengo el recuerdo de esa tarde, camino al autobús en Urarka (para los que sean de Elorrio se pillaba el bus en lo que ahora es el parque de las viviendas sociales, entonces un mero pedregal bacheado) de vuelta a Durango. El cielo era gris, plomizo, y chispeaba ligeramente. Era una tarde oscura y triste, y no dejaba de imaginarme los gritos del parqué de Nueva York a medida que avanzaba camino al autobús, en una época en la que las cotizaciones se hacían mediante corros. Al llegar a la "parada" comenté el asunto con algunos amigos, y no sólo era yo el único que había prestado atención a ese asunto en la comida, sino que me pareció que era el único al que le interesaba y, peor aún, le preocupaba.
No se que hice esa tarde en el instituto, no me acuerdo de nada más, aunque seguramente estuve con la cabeza en las musarañas, llenas estas de acciones locas, papeles volando y valores desplomados, como anticipo de lo que luego sería la crisis de los 90, que en España vadeamos inicialmente con los fastos del 92. Puede que yo fuese de las muy pocas personas de quince años que esa noche durmió mal, y no sólo gracias a mi insomnio, debido a una caída de la bolsa.
Lo malo es que esta noche, veintiún años después, seré una de las muchas personas de treinta y tantos que dormirá mal, y no sólo gracias a mi insomnio, debido al desplome de la bolsa.
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