Ayer fue un día de locos en al bolsa, los mercados y creo que en todas partes. El Ibex inició la sesión con un desplome brutal, tras la caída de Tokio y el castañazo norteamericano posterior, y el resto de Europa se unía a ese descenso al fondo de un pozo oscuro. Al final de al mañana la FED, el BCE y el Banco de Inglaterra decidieron atacar al enemigo bombardeando el sistema, y bajando medio punto los tipos de interés, lo que provocó un alza brusca y rápida de los mercados, pero como flor de un día, ese rebote se deshizo, y finalmente la bolsa española cayó el 5% que registraba a media mañana.
¿Qué diablos pasó ayer? Ni idea, y me atrevo a afirmar que nadie lo sabe. Pueden ustedes comprarse algunos periódicos, leer artículos, entrevistas y comentarios, pero ninguno de ellos podrá explicarles lo que ayer se vivió, y porque pasó todo lo que sucedió. De hecho, a las 21:15 el Dow Jones norteamericano subía casi un 2%, y la corresponsal de TVE en Nueva York, Rosa Molló, afirmaba que los analistas daban por seguro ese rebote debido a la bajada de tipos. A las 21:30 intereconomía mostraba una subida del 1,5% que el presentador, quizás curado en salud, no se atrevía a justificar en base a que se producía. A las 22:00 el índice cerró con una caída del 2%. Cuatro puntos en media hora. ¿Explicaciones? Ninguna. Simplemente el miedo, el pánico, la histeria, que ayer se adueño de todo, el nerviosismo acusado, las ganas de ir corriendo a ninguna parte y de salir o entrar de manera apelotonada de un mercado que está irracional se conjuraron para provocar un mareo digno de una montaña rusa de campeonato. Ayer vivimos historia económica de la buena, de la importante, y no sólo por al bolsa, sino por la acción concertada de los Bancos Centrales, usando quizás el último arma que les queda para apaciguar los ánimos, y por la aparente inutilidad de esa medida. De hecho, para que vean mi escasa capacidad predictiva, mandé un correo a los compañeros de trabajo informando de la noticia urgente de al intervención bancaria, y señalaba textualmente a eso de las 13:37 “De momento los índices recuperan la caída de hoy. A ver que pasa en la apertura americana, probablemente alcista tras esto.......” Pues menos mal que iba a subir. Lo dicho, de locos. En esta coyuntura actual quizás lo mejor que puede hacer un pequeño inversor, que ha depositado sus ahorros en la bolsa con un plazo de tiempo largo, es irse de vacaciones. Sí, sí, vacaciones. Lejos, sin radio, televisión y desconectado del mundo, olvidándose de lo que ocurra con sus valores, porque de estar fijamente pensando en ello lo va a pasar muy mal. Otra alternativa es coger en el supermercado unas buenas provisiones de güisqui, ron, cerveza o tinto de crianza, según los gustos, y pillarse una profunda cogorza que dure, resaca incluida, lo suficiente como para que este vendaval que estamos viviendo se apacigüe, o , de no calmarse, acabe por destrozarlo todo, y salir de casa cuando ya los restos no puedan golpearnos en la cabeza.
Hay gente que se ríe de todo esto, de la debacle bursátil y al ruina de los “poderosos”, quizás porque viven en la ilusión de que esa especie de casino nos es ajeno, pero se equivocan. Los vaivenes financieros acaban siendo reales, traduciéndose en paro, depresión, tristeza y angustias para llegar a fin de mes. Sin embargo ayer todavía vivíamos en el mundo aparentemente irreal, un espacio de nuestra existencia en la que, en apenas unas horas, enormes fortunas fueron creadas, disparadas y dilapidadas aún más rápidamente, tan valiosas toda ellas como falaces y virtuales, agitadas convulsa y desenfrenadamente en una especie de demente orgía financiera que arrasó todo el mundo. Impresionante.
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