Pensará alguno que las vacaciones me han trastornado, porque llevo dos días sin hablar de la crisis, pero no. Lo siento, pero es que, parafraseando a Monterroso, cunado volví del ocio el dinosaurio aún seguía allí. Y aquí sigue, destruyendo nuestras esperanzas futuras al par que las cuentas corrientes y de valores. Pese a ello voy a tratar un tema algo colateral, que esta semana pasada nos ha tenido a todo el país discutiendo al respecto, y no es otro que la asistencia (o no) de España a la cumbre del 15 de Noviembre en Washington.
Como es sabido España no está invitada por el anfitrión, EEUU y su presidente oficial hasta el martes, George Bush. ZP lleva dos semanas haciendo esfuerzos que rayan el patetismo tratando de estar allí, y que España cuente con voz propia, y no esté meramente amparada bajo un paraguas de la Unión Europea que sólo va a servir para que el ínclito Sarkozy haga de las suyas. Primero habría que preguntarse para que va a servir esa cumbre, que se va a tratar en ella, si se van a adoptar medidas internacionales coordinadas o sólo va a ser una reunión de gestos, palabrería y fotos. En este segundo caso tampoco serviría mucho que estuviéramos. Se habla de exclusión, expulsión de los círculos internacionales y cosas así, cuando la verdad es que nunca hemos pertenecido a clubes como el G7, G8, G20 o el que ustedes prefieran, y por lo tanto no te pueden echar de un lugar en el que no estás. La pregunta interesante sería, si es que creemos que debiéramos estar, el porqué no estamos desde hace ya algunos años en uno de esos G. Creo que se debe a incompetencias nuestras y a deseos de otros países. En el lado de las incompetencias hay que poner a nuestra política exterior, que durante los últimos años se ha dedicado a discutir sobre el sexo de los ángeles, o la alianza de civilizaciones, y no ha hecho el trabajo necesario para fortalecer el papel de España en el mundo, o al menos dotarle de un estatus equivalente a su peso económico y financiero. Además, y uniendo aquí el segundo aspecto, se han metido los dedos en demasiados ojos poderosos, y luego te devuelven los favores, y aquí no pienso sólo en Bush. Me apuesto lo que quieran a que Sarkozy o Berlusconi están encantados de que España NO acuda a esa cumbre. Y pese a todo, y aunque la crisis va a ser más fuerte aún aquí que en otras naciones, creo que España SÍ debe estar en esa reunión. Se me ocurren varios argumentos, pero sólo citaré dos. Uno es el peso de las inversiones españolas en Latinoamérica, el peso que tenemos allí, y que resulta incongruente que Brasil o Argentina (??) acudan a esa reunión y no lo haga su principal inversor extranjero y socio comercial. En este caso si se nota una cicatería por parte de los países anglosajones, que siempre parecen mirar por encima del hombro a esos latinos caóticos y algo atrasados. El uso del acrónimo PIGS (Portugal, Ireland, Greece and Spain) por parte del Financial Times hace unas semanas y la polémica creada demuestran un poco lo que digo.
El otro argumento es más prosaico, pero incluso más poderoso. Ayer el Banco Santander presentó sus beneficios hasta el tercer trimestre del año. Botín y compañía se han embolsado casi 7.000 millones de euros en 9 meses, y mantienen el objetivo de llegar a los 10.000 en todo el año. Bárbaro, y más en una coyuntura en la que hay Cajas de Ahorro al borde de la quiebra y en al que las rutilantes estrellas de las finanzas norteamericanas e inglesas explotan como gigantes rojas henchidas de orgullo y vacío. ZP debe estar en la cumbre de Noviembre, pero seguro que le abren las puertas y le dejan el sillón de la presidencia si dice que lleva a Emilio Botín de su mano, porque el dinero es el poder, y de eso saben mucho..... en el Santander.
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