Ayer la Academia Sueca concedió el Premio Nóbel de Literatura, el galardón de las letras más importante y prestigioso del mundo, al escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio. Según la citada Academia es “un escritor de la ruptura, de la aventura poética y del éxtasis sensual" y "explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilización dominante". El autor está conmovido por el premio, lógica y orgullosamente satisfecho, y muy agradecido por que los miembros de la Academia se hallan fijado en su obra, que se desarrolla desde su infancia, dado que sus primeros escritos los elaboró a la edad de siete años.
Ahora yo quedaría muy bien si comentase alguno de los libros del señor Le Clézio, recomendase lecturas suyas e hiciese un riguroso análisis de la decisión de los suecos, pero es que no puedo, y no sólo porque nunca he leído nada de este autor, sino porque hasta que ayer le fue concebido el premio ni siquiera sabía que existiera una persona llamada así. Nada de nada. Vi el flash de la noticia de la concesión y lo primero que pensé fue “y este quién diablos es?” Le escribí un correo informándole a una amiga al respecto, haciendo un pequeño chiste relacionado con un previo intercambio de pareceres sobre literatura y vida, y me quedé algo asombrado, porque la Academia tiene un arte especial de cara a sorprender a los lectores, las editoriales y los encargados de la elaboración de los artículos que hoy ilustraran las páginas culturales de los periódicos. Me apuesto algo a que había galeradas hechas con las figuras de Vargas Llosa o Phillip Roth, eternos aspirantes y merecedores, y nunca galardonados. Alguno de la redacción llevaría una semana especializada en autores raros, de esos que reciben premios y poca gente les conoce, pero me apuesto lo que quieran a que prácticamente en ninguna redacción de España, y del resto de países, incluyendo Francia, el nombre de Le Clézio estaba en alguna quiniela. Habrá sido esta una noche intensa de búsqueda de información, análisis, llamadas a librerías preguntando si tienen algo editado en castellano de este hombre, de que va, que estilo tiene, etc. Y seguramente a alguno Internet le habrá jugado una mala pasad, porque al poco de conocerse la concesión del premio, alguno de esos que andan por ahí aburridos se dedicaron a escribir un artículo en la wikipedia afirmando que Le Clézio, agobiado por la sorpresa de la concesión del premio, había sufrido un infarto y había fallecido. Sí, se estaban cargando al desconocido recién encumbrado, incluyendo la referencia a una necrológica emitida por el propio Sarkozy, rápido en todo como es él siempre. Si uno consulta ahora la ficha de Le Clézio en wikipedia verá que esa broma de mal gusto ha sido retirada, y que el texto, breve y aséptico, describe al vida y obra del autor sin meterse con su vida, y mucho menos acabar con ella. Parece que ya tenemos la anécdota del premio, y es que como han cambiado las cosas desde que el gran Paul Newman interpretaba a un físico galardonado con el Nóbel y los intentos de asesinato se sucedían a su alrededor. Aquello sólo era una película, y ahora la muerte, pese a ser virtual, tiene un poco más de mala leche.
La pena para el escritor Le Clézio es que poco va a poder disfrutar de su gloria mediática. Ayer Wall Street se derrumbó del todo, cayendo más de un 7%, y dejando la calle del muro reducida prácticamente a escombros. Las bolsas asiáticas se están despeñando con fuerza y me temo que hoy será otro día de infarto, hundimientos, quién sabe si medidas coordinadas, y miedo, mucho miedo, que alguien dotado para ello como Le Clézio debiera describir, relatar, exorcizar y contribuir así a sacarnos de la pesadilla financiera en al que nos hemos metido que amenaza con hundir todo el mundo económico que conocemos. A ver que opina de esto el Nóbel de Economía, si se atreve, claro....
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