Finalmente sí me cogí puente ayer Martes, y me fui a Elorrio city a pasar unos interesantes y lluviosos días, siguiendo la tónica habitual de estas últimos tiempos. Parece una maldición bíblica, pero no hay día que no llueva desde ya no me acuerdo cuando. Si a eso sumamos que estos son los días más cortos del año, el mínimo lo alcanzaremos el 21, en semana y media, uno tiene la sensación de haber pasado casi todo el puente sumido en la oscuridad absoluta, bajo la manta de nubes y con las farolas encendidas más tiempo que el aire acondicionado en Dubai.
Menos mal que, al menos, el viaje de ida fue apacible..... pero tampoco. Desde que ALSA y Nacional Express compraron La Continental el servicio de autobús Madrid Bilbao ha empeorado notablemente. Antes ya era impuntual a la salida, por lo que no le voy a criticar eso, pero es que ahora todo parecen ser problemas. Cogí el autobús el Sábado a las 9 de la mañana. Íbamos tres vehículos a Bilbao, y a mi me tocaba el segundo de ellos. El primero y el tercero salieron pasadas las nueve de la mañana, pero el segundo, no se muy bien porqué, no lo hizo hasta más allá de las 9:15. Era un coche de refuerzo con un conductor que parecía bastante novato en la línea. Se equivocó al salir de la estación de autobuses de la Avenida de América y dimos dos vueltas a los andenes antes de salir de allí. Para colmo, era un bus sin auriculares, lo que supuso que, a mi pesar, tuviera que oír las dos malas películas que nos pusieron, porque no había otra opción, la primera de ellas a tal volumen que algún pasajero se levantó para pedir que, por favor, pusiera más bajo aquella escandalera. Llegados a la parada de Lerma hicimos el descanso de rigor, y al subirnos de vuelta resulta que faltaba un pasajero, y allí estuvimos otros diez minutos extra buscándolo, sin que al final apareciese. Acumulábamos ya un retraso de media hora, por lo que la opción de llegar a Bilbao a las 13:45 y coger el bus de las 14:00 a Elorrio se deshacía. Al poco enfilamos la circunvalación de Burgos, deseando yo que a esas alturas no pasase ya nada, pero mira por donde pasó, el conductor se equivocó con los carteles y se metió en Burgos ciudad, otro cuarto de hora deambulando por rotondas, semáforos y vías de acceso, mientras que al que le estaba entrando un accesos de úlcera era a mi, y todo ello aderezado con la segunda película, El Bar Coyote para más señas, llena de señoritas voluptuosas y griterío por doquier. Empezaba a sospechar que este viaje no se acabaría nunca, y al novela que estaba tratando de leer en medio de todo esto, Luna Nueva, segunda parte de la tetralogía vampírica de Stephanie Meyer, tampoco me estaba ayudando en exceso, porque es más floja de lo que esperaba. Al menos después de Burgos la autopista no permite muchos errores, por lo que el camino seguía sin incidencias.
Mi compañera de asiento, que había intentado leer un libro en la primera parte del viaje y el sueño le permitió hacer sólo dos páginas, también se había desvelado del todo, quizás intranquila porque también perdía su conexión, y desde luego incómoda en unos asientos no pensado para hacer cinco horas de viaje. Allá por Miranda de Ebro sacó su agenda del bolso y empezó a anotar algunas cosas, entre listas de la compra que por allí se colaban y de utensilios varios, y de entradas similares a un diario en las que, por lo que pude apreciar, iba relatando como la vida con su pareja se deterioraba a cada día que pasaba, y como su felicidad se apagaba, usando improperios cada vez mayores hacia su novio.... lo mejor que nos pudo pasar a todos es que, con una hora de retraso, llegásemos de una vez a Bilbao.
1 comentario:
¡¡¡ Lo más interesante del viaje es el diario de tu compañera !!! Seguro que había relatos para no dormir.. :) :) :)
Cuando vivía en Madrid, yo dejé de viajar BIO --> MAD --> BIO en esos buses...o pillaba mi coche o avión, pero es que son infernales.
Saludos
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