lunes, diciembre 01, 2008

Navidad sin pandereta

Todo llega, y el final del año también. Hoy entramos en Diciembre, el mes más mágico y extraño del año, quizás porque es el último, y conmemoramos la Navidad. Las calles encienden su alumbrado y los escaparates se engalanan para atraer a más clientes y hacer la mayor compra del año. Sin embargo esta Navidad, como todo el 2008, va a estar teñida de esa palabra que tanto ha costado pronunciar en España, que hasta hace pocos mese era pecado decir, y que ahora ya hasta se hacen chistes con ella y aparece en los anuncios de la tele. Sí, sí, esa palabra es la cric, cri, cri... crisis.

Tengo la sensación de que esta crisis se nos está yendo de las manos. A los particulares, sufridores ajenos y en primera instancia de su impacto, y a la autoridades, responsables de atajarla, pero creadores en primera instancia de la misma, en mi opinión. Hoy o mañana se publicará el dato de paro registrado en el INEM en el mes de Noviembre, y me da que va a ser muy malo, horroroso. Vienen tiempos muy duros. Puede que acabemos el año ya en los tres millones de parados, y si esta tendencia no se frena el año que viene alcanzaremos los cuatro sin muchas dificultades. Ese registro, si se llega a le, será vergonzoso, además de terrible. Y creo que se va a alcanzar, porque España ha sido uno de los países que más se ha beneficiado estos años del auge económico, en el que la burbuja inmobiliaria ha sido más espectacular, y en el que más políticos, empresarios, banqueros, concejales y demás sujetos se han enriquecido a mansalva a cuenta de contratos ruinosos, compra ventas basura y préstamos insolventes. Como la borrachera ha sido inmensa nos espera una resaca monumental, cuyas consecuencias sólo podemos atisbar a día de hoy. Si el Viernes fue Hábitat la inmobiliaria que presentó la quiebra, está por ver cuantas más caerán, y que constructoras y bancos les van a acompañar, y que no me digan que exagero, porque preveo que en meses veremos rodar por la cuesta de al bancarrota a alguna caja y banco que se las prometían muy felices. Hay predicciones, y no hechas por aventureros o inconscientes,
que sitúan el déficit público en el año 2010 en el umbral del 8%, lo que supone bordear la quiebra de la caja pública. ¿es esta situación sostenible? ¿Vamos a la depresión, como señalaba un soberbio artículo hace ya dos fines de semana? Sinceramente espero que no, pero elementos hay como para que ese escenario de pesadilla se lleve a al práctica. Desde luego para cada uno de los españoles que ven como sus huesos van a la calle, cierra la persiana de su negocio, empresa o chiringuito y no saben que hacer, al depresión es algo más palpable y real de lo que lo es para un mero pensador como yo. Los próximos meses van a ser determinante para medir el alcance del bache en el que nos encontramos, y para poder corregir un rumbo que amenaza con llevar a la economía española hacia un iceberg que la puede hundir, como si se tratase de ese Titanic redimido, que asombraba al mundo hace unos pocos años, y que resulta que era bastante más frágil y peligroso de lo que se nos vendía.

Podíamos consolarnos pensando que la solución está en manos de nuestros dirigentes, nacionales e internacionales, del gobierno y la oposición, pero sería autoengañarnos de una manera bastante burda,
cuando realmente ellos han sido unos de los causantes, quizás los principales, de este desastre. De mientras, las autoridades económicas y financieras parece jugar al tiro al plato, disparando planes de rescate de cifras mareantes y diseño reformado a cada nuevo problema que aparece frente a ellos, sin que parezca que haya un grupo de estudio que piense qué ha sucedido, y como arreglarlo, o al menos enfrentarse a ello, de una manera general, coordinada y efectiva. ¿Dónde está el Keynes de nuestro tiempo? ¿Dónde los estrategas que nos guíen en al batalla? Sinceramente, no veo mucho liderazgo ni grandeza, y eso me intranquiliza.

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