Ayer por la tarde se supo que a lo largo de la jornada se desató un enfrentamiento, moderna manera de denominar a batalla, entre las tropas españolas apostadas en Afganistán y los talibanes, que se saldó con un balance de trece talibanes muertos por ninguna baja en el contingente nacional. Los españoles fueron atacados por los talibanes en el paso de Sabzak, respondieron a tiros, solicitaron la ayuda de helicópteros de ataque italianos, sitos en las proximidades, y a lo largo de varias horas hubo un cruce constante de disparos entre la posición aliada y los talibanes, que finalmente fueron derrotados.
Este pasado Martes 1 de septiembre se cumplió el setenta aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, la mayor catástrofe de la historia de la humanidad, que se llevó sesenta millones de muertos y duró hasta Agosto de 1945, unos seis años más o menos. Pues cuando queda una semana exacta para el octavo aniversario de la caída de las torres gemelas, del fatídico 11S, la guerra de Afganistán se acercará a finales de año a su mismo octavo cumpleaños, y si en seis los aliados pudimos derrotar al fascismo encarnado por Alemania, Italia y Japón, lo cierto es que en ocho años los occidentales nos hemos empantanado (y mira que es difícil porque no llueve nada) en las arenas afganas. El grueso de los combates, y de las bajas, lo llevan los soldados norteamericanos y británicos, porque el resto de cuerpos extranjeros, incluidos los españoles, permanecen confinados en sus bases, realizando más ejercicios de autoprotección y salvaguarda de sus propias vidas que labores sobre el terreno. De unos pocos años hacia aquí el movimiento talibán se ha reforzado notablemente, al frontera entre Afganistán y Pakistán se ha diluido del todo, permitiendo el paso en ambos sentidos de combatientes, armas y provisiones, y la zona amenaza con convertirse en un agujero negro del que nada puede salir. Las elecciones realizadas recientemente, que probablemente sean la primera vuelta dado que Karzai no parece que pueda alcanzar el 50% de los votos, han mostrado imágenes duras, con mujeres cubiertas, mejor, encarceladas, con burkas como en los noventa, y grupos talibanes asaltando colegios y mutilando electores. Me pareció especialmente sangrante la imagen de un comando talibán que retuvo a algunos votantes a la vuelta del colegio donde habían votado, detectando este ejercicio por la mancha de tinta en sus dedos, cómo esos ciudadanos fueron puestos de rodillas en el polvo de una carretera, y como los talibanes afirmaron que no iban a ser asesinados allí mismo por que estamos en el mes de Ramadán. Así está el negocio. En su zona de actuación, las tropas españolas han protegido colegios electorales y se han encargado de la lógica de la votación, acarreando urnas, censos y papeletas, pero si exceptuamos Kabul y algunas otras ciudades grandes tengo serias dudas de cómo se han desarrollado los comicios, de si ha habido fraude o no, de cómo puede detectarse ese supuesto fraude, dado el miedo y la coacción que los talibanes imponen, y no sólo en las áreas rurales.
¿Son los militares conscientes de que el teatro afgano se desmorona? Parece que sí. El general Stanley McChrystal, jefe de la misión de la OTAN, la ISAF, afirma que la situación en el país es seria, y que urge cambiar de estrategia si queremos que las cosas avancen hacia la normalización. En una de sus últimas guías de actuación contra la llamada insurgencia, la ISAF afirma que el conflicto se ganará convenciendo a la población, no destruyendo al enemigo. Interesante y correcto sí, pero esta táctica requiere mucho tiempo y dinero, y no estamos sobrados ni de lo uno ni de lo otro..... Esto se complica por momentos, y las tropas españolas ya empiezan a saber lo que es, de verdad, una guerra.
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