Hoy es el aniversario de la caída de Lehman Brothers, el que hasta ese momento era el cuarto banco de inversión de Estados Unidos, cuyo derrumbe puso la crisis internacional en boca de todos, generó pánico financiero y mostró esas imágenes de empleados multiétnicos portando cajas de cartón en las que empaquetaban sus pertenencias personales para llevárselas del edificio desde el que dominaban el mundo de las finanzas y el poder. Todo un símbolo derruido, y si Lehman caía, quién estaba a salvo?????
Llevo varios días oyendo en televisiones y otros medios que la quiebra de Lehman provocó la crisis financiera, y no dejo de salir de mi asombro cada vez que una bella presentadora repite ese discurso. Lehman cayó porque estaba quebrado, porque la crisis, ese desastre que empezó en Estado Unidos en verano de 2007 (hace dos años) y que llego a España a finales de 2007 (y no me he equivocado de año) fue lo que descompuso el balance de Lehman. Lo que fue diferente en ese caso es que todo el mundo daba por descontado que las autoridades norteamericanas se iban a apiadar de los “hermanos” y salvarlos como antes habían hecho con Bearn Stern, el quinto banco de inversión. Para los curiosos, el Tercero es Merrill Lynch, el segundo es Morgan Stanley y el primero es Goldman Sachs. En este caso no sucedió lo mismo, y el tinglado se derrumbó. No hay suficiente perspectiva para analizar lo que sucedió en ese momento y sus implicaciones con la información y reposo necesario, pero me aventuro a afirmar que, esto es polémico, dejar caer a Lehman fue una decisión correcta. Principalmente porque logró poner en las portadas de los periódicos el desastre financiero que ya existía, que estaba larvado, y que reventó esa noche. Si se hubiera salvado a Lehman es casi seguro que otra entidad hubiera ido detrás de ella y al final alguna hubiese caído como el banco hermanado. La vorágine organizada en esas fechas y posteriores contribuyo a que mucha gente se diera cuenta de la gravedad del problema y se empezase a actuar, tanto por parte de los gobiernos y sus planes de estímulo como por los Bancos Centrales y su política monetaria kamikaze. Podemos ver a Lehman como la cabeza de truco que era necesario cortar en la plaza pública para que muchos otros se salvasen en las sombras. Un año después muchas cosas han cambiado, la principal es que somos más pobres y hay más parados, pero otras costumbres, como la de la titulización de activos dudosos, el cobro de primas exageradas en base a unos resultados ficticios, la contabilidad artificial de las entidades financieras y el crecimiento de la bolsa sin ninguna base lógica permanecen como señales de que los problemas de entonces siguen, en muchos casos, enquistados. Las hipotecas no se acaban de vender, sus títulos asociados poseen un valor fantasmagórico y los bancos, que tanto pecho sacan en todas partes, siguen siendo, en mi opinión, gigantes con pies de barro. Algo hemos aprendido de Lehman, pero no lo suficiente.
Además, para salvar al sistema financiero hemos logrado que la deuda de las administraciones públicas se eleve a niveles de infarto, 10% en esta España torturada por la crisis, que costará años reconducir, y el desempleo no deja de aumentar. ¿Hemos superado la crisis como afirman los medios de comunicación, portavoces en muchos casos de gobiernos desnortados y sin ideas? No, hemos parado un primer embate, con unos daños muy graves y dolorosos en nuestras estructuras pero, haciendo un ripio fácil, sospecho que a no tardar otros vendrán que a Lehman pequeño harán.
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