En una época convulsa para los bancos, y para sus ejecutivos en el día a día, pero no en la hora de su retiro, ayer se supo que deja su cargo el Consejero Delegado del BBVA, el número dos del banco. Este señor, llamando José Ignacio Goirigolzarri, conocido popularmente como Goiri, se prejubila a los 55 años y pasará a cobrar una pensión vitalicia de tres millones de euros anuales hasta el último de los años de su vida, lo que es una cifra muy interesante de cara a olvidar sinsabores y otros desplantes que haya sufrido en su vida profesional. Si a eso añadimos que seguramente trabajará en otra cosa, Goiri sale con la cartera llena.
¿Qué quiere decir la marcha de Goiri? ¿Tiene en sí mismo algún significado? Todas la fuentes apuntan que es el último golpe de mano que quedaba de dar por parte de Francisco González, FG, el todopoderoso presidente, que en una de las últimas sesiones del consejo de administración vió como se aprobaba el aumento en la edad de jubilación para su propio beneficio, lo que dejaba el papel de delfín de Goiri a la altura del que ocupa el Príncipe Carlos de Inglaterra, que confía algún día heredar el trono de su madre Isabel II, pero al paso que va morirá en la sala de espera. Se ha dicho también que esto supone el fin de Neguri, de la casta de banqueros provenientes de ese barrio residencial de Las Arenas, en la margen derecha de la ría de Bilbao, que crearon el banco hace ya muchos años, y que poco a poco han desaparecido de su cúpula directiva. Nombres como los Ybarra, Churruca, Lezama Leguizamón y muchos otros han sido durante generaciones lo que podríamos denominar la “beautiful people” del País Vasco, más concretamente de Vizcaya y Bilbao, y el Banco de Bilbao (BB) y el de Vizcaya (BV) eran sus bancos. La fusión de las dos entidades dio lugar al BBV, que en aquellos momentos rivalizaba en tamaño con el Banco de Santander, y el poder de los de Neguri siguió creciendo. Sin embargo la década de los noventa del pasado siglo no fue muy propicia para sus intereses. Mientras el Banco Santander, firmemente capitaneado por un Emilio Botín que es más listo que el hambre, crecía sin límite y se convertía en el claro rey del negocio bancario, el BBV se vió envuelto en una serie de operaciones corporativas que tuvieron un efecto retardante. La fusión con la privatizada banca pública, llamada Argentaria, dio lugar al BBVA que ahora conocemos, y desde ese momento surgió la duda de si los “pata negra” del BBV se harían con el control del banco o serían los cargos provenientes de Argentaria los que ganarían la batalla. Parecía que los vascos del BBV lo tenían más fácil, pero al final resultó que los “argentarios” fueron los que se llevaron el gato al agua. El escándalo de las cuentas secretas de muchos ejecutivos en el paraíso fiscal de la isla de Jersey (en el fondo fueron unos precursores de lo que vendría después...) de hace unos años acabó por hundir a los Ybarra, que dejaron la dirección del banco en manos de un gallego, FG, que a partir de ayer es el dueño absoluto del banco, si no lo era hasta ahora.
Supongo que en la torre que el BBVA tiene en Bilbao, algunas de cuyas plantas ya están vacías según creo, hoy será un día de ciertos nervios, porque el banco, a parte de sus siglas y de su sede social, sita en el Casco Viejo de Bilbao, ya tiene poco de vasco, sea lo que sea lo que eso quiera decir, y muchos de los trabajadores de Bilbao verán como sus puestos son transferidos a Madrid u otras ciudades. Así el BBVA se unirá al Santander en lo que hace al hecho de que su denominación geográfica es una marca, no un sentimiento de procedencia. Veremos a ver a partir de ahora a que se dedica Goiri, que hace, que cuenta.... y que calla.
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