jueves, octubre 01, 2009

El amor candado

Uno de los lugares no muy frecuentados pro los turistas que tenía previsto visitar en Roma era el puente Milvio. Esta situado al norte de la ciudad, y posee un sistema de transporte para acceder a él que entre las obras locales y la ineficiencia romana para este aspecto el visitante se puede ver disuadido antes de intentarlo en serio. El motivo principal de mi visita es que en ese puente tuvo lugar la batalla entre el emperador Constantino y el general Majencio, en el año 312. Esta batalla es famosa porque Constantino fue el primer emperador cristiano y, quizás, el primer cruzado.

Cuenta la leyenda que en sueños un ángel se le apareció a Constantino y el dijo que si portaba la cruz cristiana como estandarte ganaría la batalla. Así lo hizo, al portó y la gano, y a partir de ahí el símbolo religioso se convirtió en estandarte militar. Sin embargo, pese a toda esta historia, si por algo se ha hecho famoso últimamente el puente Silvio es porque a él acuden los enamorados de la ciudad de Roma a enganchar candados, mostrando así la unión que vive su pareja y sus vínculos de amor eterno. Una vez cerrado el candado la pareja arroja la llave del mismo al Tíber y así todo queda unido para siempre. Esta historia surge a partir de los libros de Federico Moccia, autor del que aún no he leído nada, y parece que en uno de ellos hay una pareja de adolescentes que hace eso. Ya se sabe lo que son las modas, y así en poco tiempo el puente se llenó de candados, enganchados en salientes metálicos de las barandillas, que son de piedra,
y principalmente en las farolas, que acaban adoptando un aspecto cuando menos curioso. Resulta que hace unos meses una de esas farolas, cargada de candados, y quizá incapaz de soportar por sí misma la responsabilidad de custodiar tanto amor, se cayó sobre el río, arrancando parte de la balaustrada. En vista de las dimensiones que tomaba el fenómeno, el ayuntamiento de Roma decidió prohibir enganchar nada a las farolas y ha habilitado unos herrajes a lo largo del puente, similares en su forma a los aparcamientos para bicicletas, donde los candados pueden ser enganchados sin miedo a que se produzcan accidentes o desprendimientos, y junto a los cuales se apostan, pícaros ellos, vendedores de candados. Curiosamente, o no, porque en este mundo mucho es imitación, la costumbre de los candados se extiende y ya ha llegado a España. En Sevilla es el puente de Triana el que empieza a tener enganchados los corazones de las parejas sevillanas, y según me ha comentado una compañera de trabajo, en Soria, en un puente cercano a la ermita de San Saturio, que no se por donde caerá, hay ya algunos candados enganchados. Que yo sepa aún no hay puente “candado” en Madrid, pero podrían destinarse a ese uso algunas de las vallas de obras que están por todas partes, y que ya son consustanciales a la ciudad, aunque alguno pueda alegar que sellar el amor sobre algo tan transitorio como una valla de obra no es serio... salvo en Madrid, claro, donde las vallas y zanjas son eternas e infinitas.

La costumbre del candado me parece bonita. Además, siempre las parejas han buscado formas de manifestar su amor, bien con el antiguo gesto de tatuar un árbol o con las modernas pintadas, algunas de ellas en Roma muy entrañables como “Semplicemente... Giulia, ti adoro. Robin”. Lo más divertido es que el otro día oí que cuando ya hay demasiados candados en Silvio, el ayuntamiento los retira y los funde para dejar paso a otros, así que el amor de la pareja acaba uniéndose al de muchas otras en una metafórica orgía colectiva de amor, pasión y desenfreno. No me digan que en el fondo no es divertido, verdad?.

3 comentarios:

MMO dijo...

Deberías añadir alguna de esas estupendas fotos, que se que tienes, del viaje.

No sólo harías el Blog más bonito (una imagen vale más que.....) sino porque además, tienes unas afotos contextuales preciosas.

Saludos

David Azcárate dijo...

Jejeje, muchas gracias Alderaan, lo que pasa es que me gusta tanto escribir a pelo, sin imágenes... alguna vez tengo que probarlo.

MMO dijo...

Pues deberías. Con la afición que tienes a la fotografía, y sobre todo a composiciones curiosas y ángulos imposibles, deberías publicitarte algo más.

Saludos