La semana pasada explotó, de cara a la opinión pública, el asunto de Caja Madrid. Esta caja es la primera de esta región y la cuarta entidad financiera de España, tras el Banco Santander, BBVA y La Caixa. Como en todas las cajas, y ya es hora de que esto cambie, su gobierno está controlado por las autoridades locales y autonómicas, en este caso todas ellas en manos del PP, y uno pudiera pensar que eso facilita las cosas a la hora del relevo en su cúpula directiva, pero resulta ser exactamente todo lo contrario, y la batalla va a ser dura y con consecuencias.
El PSOE, como partido de la oposición, también esté enfrentado internamente por este asunto, y el líder regional, Tomás Gómez, un hombre que pinta tan poco como aparenta, lleva meses en disputas con la dirección de Ferraz, pero es cierto que en este asunto el PSOE es una comparsa de lo que haga el PP, y ¿qué hace el PP? Lo de siempre, acuchillarse. Por un lado está Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad, que presume de liberal, y es cierto que a veces ejercita de ello, pero que en este caso ha visto que lo mejor es convertir a la caja en un apéndice de su gobierno y tiene como candidato a presidirla a Ignacio González, actual Vicepresidente de la Comunidad de Madrid, un hombre que es un político puro y que no tiene bagaje alguno en la gestión financiera, en ninguna parte. En frente está Alberto Ruiz Gallardón y Mariano Rajoy, que defienden al candidatura de Rodrigo Rato, que posee experiencia financiera y económica, y es un hombre del partido. De momento la batalla entre ambos grupos era constante, pero más o menos soterrada, pero la semana pasada salió a la luz de la prensa con toda la fuerza posible cuando se anunció un principio de acuerdo entre PP y PSOE nacional, luego negado pro ambos, que ponía al frente de la entidad a Luís de Guindos, ex Secretario de Estado de Economía con Aznar y, alejado de la política desde hace algunos años, empleado en algunas entidades consultoras como PWC y otras financieras. Al poco de publicarse este acuerdo, como digo, tanto PP como PSOE lo negaron, y sus respectivas sucursales regionales también se unieron a las críticas a ese presunto acuerdo y a la persona de Luís de Guindos, que quizá en ese momento se cayó del ídem al ver al que se estaba formando. Así las cosas el PP vuelve a mostrarse fracturado, dividido y todo ello delante de las cámaras y fotógrafos de los medios, con un Rajoy que no parece ser capaz de imponer a su candidato, y una Esperanza que no deja de lanzar pulsos en cuanto puede a su querido líder y a su aún más amado Alberto, el alcalde de la basura. Al menos el PP ha conseguido que la prensa hable algo menos del caso Gürtel, pero a costa, nunca mejor dicho, de volver a mostrar un perfil que le incapacita para gobernar, y mucho menos ilusionar a un país necesitado de alternativa. Sospecho que en Ferraz, la sede del PSOE, ni se lo creen, y que brindan con champán cada vez que un miembro del PP decide “ayudar” y dispara, cargándose dos ideas y tres nombres de una tacada. Como dijo el clásico... “jo, que tropa”
¿Y saben que es lo peor? Que en medio de esta crisis, con una morosidad creciente, que va a llevar a las cuentas de Caja Madrid a sufrir mucho, y quién sabe si a un punto de no retorno, no se busca la gestión técnica ni la profesionalidad, sino que los políticos se pegan como niños irresponsables por quién se queda con unos cromos que cada vez valen menos, mientras que los particulares y empresas (no es mi caso) que tienen el dinero en la caja asisten atónitos a un espectáculo que se instala entre el vodevil regional y la estupidez. Casi me dan ganas de que la caja quiebre y que algunos despachos enmoquetados de Génova y Ferraz, por este orden, sean asaltados por los perjudicados de estos tejemanejes.
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