Blogger acaba de volver a la vida.... disculpas por la tardanza
El Photoshop es un programa de ordenador que sirve para retocar imágenes, editarlas, modificarlas y, en general, hacer todo tipo de virguerías con ellas. Su utilidad es obvia, pero ha generado el problema de que cada vez que recibimos uno de esos correos con unas imágenes de unos paisajes soberbios, o efectos luminosos de gran belleza frunzamos el ceño y pensemos “sí, sí, bonito, pero seguro que está trucado con el Photoshop” y así algo bueno y útil se ha acabado por convertir en sinónimo de fraude y amaño. Cada vez somos menos crédulos ante lo que vemos, y este programa es una de las causas de ello.
Donde este programa ha generado un mayor desastre es en el mundo de la belleza femenina. Las revistas de moda, cotilleo y demás llenan sus portadas y reportajes de preciosas fotos de mujeres esculturales y bellas que parecen ser irreales.... y lo son. Los traumas, obsesiones y perversiones que generan a muchas adolescentes (y de otras edades) esas imágenes son innumerables, y no tienen solución, porque aspiran a convertirse en figuras imposibles, algo así como si se pusiera de moda tener tres brazos (al tiempo....). Hace pocas semanas se hizo famoso el caso de la modelo Filippa Hamilton, que haciendo el chiste fácil flipa con lo guapa que es la Hamilton. Resulta que una foto suya fue distorsionada por la firma Ralph Lauren con el objeto de quitarle los kilos que le “sobran” a Filippa. Finalmente la modelo acabó despedida por ese sobrepeso, pero lo más triste de la historia es que la imagen manipulada de Filippa mostraba a una mujer de cuerpo rácano, aspecto famélico y, para mi gusto, bastante fea, con una pose además antinatural y más propia de un bambú cimbreado al viento que de una persona. La excesiva deformidad de la imagen y su fealdad generaron un cierto revuelo, como una especie de “os habéis pasado con el Photoshop” y a partir de ahí ha surgido un movimiento, que está por ver que tiene de real o de campaña de marketing, en el que algunas revistas anuncian que ya no van a retocar las fotos de las modelos. La que ha sacado más partido a este asunto en España ha sido la revista ELLE, que ha editado un número cuyo tema de portada es 12 mujeres naturales”. Ha sacado cuatro versiones de portada con Patricia Conde, Sara Carbonero, Elsa Pataky y Paz Vega, mostrando su imagen real, sin ningún tipo de manipulación. Sea promoción, falso, o contenga un espíritu reivindicativo sincero, es de agradecer que al menos por una vez veamos a chicas famosas y guapas como realmente se supone que son, porque uno de los problemas de la manipulación de la imagen es que acabamos por creernos que la realidad es como a nosotros nos gustaría que fuese, y no como realmente (valga la redundancia) es. La fotografía corre el riesgo de no convertirse en un instrumento que refleje la realidad, que nos sirva como testigo de lo que pasó, o de cómo era algo o alguien, sino un mero juguete, un dibujo donde cada uno quita o pone michelines, añade luces, borra sombras o elimina al invitado gorrón de la fiesta de cumpleaños. Es humano tratar de luchar contar las limitaciones y sinsabores que nos depara la vida, pero me parece de un infantil sinsentido hacerse trampas en un solitario como en este caso.
Trampas que, además, en el caso de la belleza femenina, me parecen aberrantes. Será que en esto también soy raro, pero en un paseo por la calle una tarde de Sábado o en un viaje en metro o en un lugar concurrido soy capaz de apreciar chicas más guapas que las modelos que salen en la tele, rostros más bellos, poseedores de rasgos distintos, ojos profundos y rostros embriagadores que dejan en ridículo a muchas portadas de revistas y programas de televisión. Lo malo es que muchas de esas bellezas viven obsesionadas con parecerse a las modelos, y en el fondo ignoran no sólo que son más guapas, sino que, por encima de todo, son de verdad, no como esa falsa impresión que tienen en sus manos y no dejan de mirar con envidia.
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