Muchos de ustedes habrán visto la película de Pulp Fiction, y puede que les haya gustado o no (a mi me parece muy sobrevalorada, pero para eso están los gustos). Hay una escena en la que la protagonista, interpretada por Uma Thurman, después de una sobredosis de cocaína, sufre un infarto y queda tendida en el suelo. En ese momento aparece otro de los protagonistas, encarnado por el recuperado John Travolta, que al verla desplomada y saber cual es la causa de su mal, le inyecta, ni corto ni perezoso, una inyección de adrenalina directamente al corazón para salvarla… y Uma vuelve a la vida.
Pues bien, ayer pasó algo muy similar en el mundo de los mercados financieros, aunque sin la evidente y rotunda belleza de Uma Thurman, lamentablemente. Al mediodía se conoció que se había producido una intervención coordinada entre los bancos centrales de medio mundo, el occidental, involucrando al BCE, la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra, Japón, Canadá y Australia. Este movimiento trataba de inyectar liquidez en dólares para permitir que bancos y entidades financieras varias pudieran aprovisionarse de ellos y cubrir sus agujeros de liquidez. Nada más saberse esto la bolsa se disparó, el ibex cerró con una subida de cerca del 4%, como luego lo hizo la bolsa americana, y las primas de riesgo cayeron, situándose la española por debajo de los malditos 400 puntos. Champán en los parqués y alegría en los inversores, que bien puede ser flor de un día, pero que fue festejada como un anticipado regalo de reyes. Lo cierto es que lo de ayer fue una intervención de urgencia ante un enfermo, el sistema financiero, que empeora un poco más cada día. El mercado interbancario, los préstamos que se hacen las entidades unas a otras, está roto desde hace meses, porque nadie se fía de nadie, y toda la liquidez que se obtiene se deposita a todo correr en el Banco Central de turno para evitar riesgos. El otro mercado donde los bancos suelen aprovisionarse, el de deuda, está hecho unos zorros, con tipos disparados (la prima) o irreales. Ayer de hecho se alcanzó el colmo, y es que en una subasta de bonos alemanes a un año se fijo un tipo negativo!!!! Sí, sí, negativo, -0,053% La gente está tan asustada que prefiere perder un poco con Alemania antes que perder mucho con lo desconocido. De risa. Pongo este resultado de tipos de interés en un examen en la carrera, cuando estudiaba en la facultad, y me suspenden de calle. Sí, ayer estuvimos cerca de eso que José Carlos Díez, el analista de Intermoney, denomina “el evento”, un suceso en el que un banco europeo quiebre, o se declare incapaz de hacer frente a sus obligaciones por falta de liquidez, y se precipite el marasmo, que puede incluso llevarse por delante al euro, en una pesadilla de la que debemos huir como sea. ¿Son todo esto fantasías? Pues sí y no. Sí porque el escenario de la ruptura es tan horroroso que hay que hacer lo que sea, repito, LO QUE SEA, para que no suceda. Sin embargo algunas empresas ya empiezan a hacer planes ante ese escenario, planes que anticipo serían insuficientes porque la destrucción financiera y económica que conllevaría el final del euro sería de tal magnitud que no veo manera de valorarla con objetividad. Eso sin contar con los controles de capitales, corralitos varios y el caos que se desataría en todo el mundo, no sólo en Europa. En fin, una pesadilla.
Y lo del evento, ¿es un farol? No, ya sucedió en 2008 y se llamó Lehman Brothers. Hay muchos candidatos en Europa a ser la entidad señalada para saltar. Ayer por la tarde corrían rumores que, sin decir nombres, señalaban a un banco francés como el detonante de las alarmas, y que su inminente caída habría sido la llamada de alerta para la intervención de los bancos centrales. Así que nos fuimos ayer a la cama más contentos y con menos prima, pero sin sospechar en lo más mínimo lo cerca que estuvimos ayer de la catástrofe. Este juego de la ruleta rusa financiera no puede seguir mucho más tiempo, de tanto ir al límite al final algo va a descarrilar. Europa debe solucionar esto de una vez. Ya.
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