lunes, julio 16, 2012

El IVAzo


Y miren que no será porque desde aquí se lo he advertido muchas veces, pero creo que los miembros del gobierno eran los únicos españoles que no estaban seguros de que se iba a subir el IVA rápido, muy rápido, lo que demuestra que gran parte del mismo sigue sin enterarse del reto al que se enfrenta, condición necesaria para fracasar en el empeño. La verdad es que una vez leído el MoU del rescate financiero la duda era si subirían el IVA en el siguiente consejo de Ministros o en el posterior. Rajoy desveló la clave el Miércoles, Montoro desgrano algunos aspectos el Viernes y al final fue el Sábado cuando lo supimos todo.

Ya saben ustedes que la subida tiene dos partes, una de aumento de tipos, que no afecta al superreducido del 4%, pero si al reducido del 8%, que pasa al 10%, y al general, que sube del 18% al 21%. El otro componente de subida consiste en pasar productos que antes estaban en categoría reducida a normal, por lo que pillan el tipo más alto con el incremento diferencial correspondiente, que alcanza los trece puntos. La principal polémica se ha dado en este segundo aspecto, porque trece puntos de subida no es sino un sablazo en toda regla. Los más afectados son los servicios de ocio, restauración y cultura, con las notables excepciones de libros físicos y prensa, que permanecen en el 4%. Cines, teatros, restaurantes, bares, cafeterías, se han levantado en pie de guerra contra una subida que les pone las cosas aún más difíciles de lo que ya están en un contexto de caída de demanda como el que estamos viviendo. Lo que más coña ha causado ha sido que los servicios funerarios también están entre los productos que pegan ese salto mágico, y es lo más comentado tanto por cómo lo dijo Montoro “servicios funerarios y otros espectáculos” como por ser un importe que siempre hay que pagar, cuando llegue el día correspondiente, y que nunca paga el que es beneficiario del mismo, siendo en mi opinión el mejor ejemplo de lo que es repercutir el impuesto. Morirse se va a poner tan caro que la gente cuidar su salud hasta el último minuto, tratando de estirarlo como sea, así que lo que saca el gobierno de este lado puede llegar a perderlo por el del sector sanitario. Sea como fuere, y bromas aparte, es una subida de impuestos muy fuerte, que no ha supuesto ninguna sorpresa en su formulación pero sí en su intensidad. Como toda subida, el impacto en el consumidor es inicialmente negativo en base a dos tipos de efectos. El primero es el de sustitución; dado que unos productos se encarecen respecto a otros mis decisiones de consumo se verán sesgadas hacia los que sean más baratos, o menos caros. El otro efecto es general, de tipo renta, y se deriva de que la subida de impuestos reduce el total de la renta disponible del ciudadano, reduciendo en su conjunto las posibilidades de compra. De la combinación de estos dos efectos, y de lo que finalmente el vendedor traslade a precio de la subida impositiva dependerá de qué efectos sobre el consumo y la recaudación tenga la subida. Cuanto más cargue el productor o vendedor en su margen de la subida y menos se note en el precio final mayor será la recaudación que obtenga el gobierno y menor el sufrimiento del consumidor final, porque todo se lo comerá el vendedor. Sin embargo, en los servicios profesionales, que emiten factura, la repercusión al último de la fila es inevitable, y en aquellos sectores que están ya sin apenas margen comercial la repercusión sobre precio final también será plena, y notarán más el efecto contractivo de la demanda, y su recaudación, probablemente, baje.

En definitiva, un nuevo golpe a la capacidad adquisitiva del ciudadano en tiempos en los que ya poca capacidad queda. Como medida política es un error, aunque inevitable dado que es compromiso del gobierno a cambio del rescate. Sin embargo si hubiera tomado esta medida a la semana de llegar al poder, y no hubiera estado mareando y amagando con no subirlo nunca, sabiendo que tenía que hacerlo, no hubiera perdido la credibilidad que se le ha escapado esta semana pasada, y el ciudadano ya hubiese asimilado el efecto. El no controlar los tiempos puede ser peor que el no controlar los tipos.

Por cierto, hoy se cumplen ocho siglos de la batalla de las Navas de Tolosa, alguien se acordará?

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