Ayer
Rajoy tuvo su particular 12 de Mayo de 2010, en acertada expresión del
Diputado del PNV Josu Erkoreka, haciendo referencia al día en el que ZP subió a
la tribuna y dijo que no a todas sus propuestas y dijo sí a lo que le imponía
Bruselas. A partir de entonces empezó el derrumbe del gobierno socialista. Es
difícil saber si esto sucederá nuevamente, aunque es inevitable ver a Rajoy
como un hombre abrasado por unas circunstancias que no supo calibrar en su
momento y que, quizás hasta antes de ayer, cuando se hizo público el MoU, no
les dio la importancia necesaria.
En lo concreto, las medidas que anunció no fueron muy
sorprendentes porque eran las que ya Bruselas había dicho que tenían que
tomarse. Hay una que nos afecta a todos, la subida del IVA, y otra que es algo
más particular, de momento, que es la supresión de la paga extra a los
empleados públicos. Y como yo lo soy, aunque no funcionario, ese recorte me
coge de pleno, como mozo corneado por astado en medio de Estafeta. Era algo que
también se venía rumoreando desde tiempo atrás, y con la idea de que no se
limite únicamente a este próximo Diciembre, sino que sea una medida a extender
en varios años, afectando también a las extraordinarias de verano. No es mi caso
concreto, pero para mucha gente que ya dispone de pocos ahorros y va muy justa
en su final de mes, este anuncio supone un problema serio, parcialmente
manejable dado que la reducción se efectuará de aquí a seis meses vista, pero
obliga en todo caso a planificar cómo será el final de año con bastantes menos
ingresos de los previstos inicialmente. Los que tengan hijos tendrán que
apañárselas para comprar unos juguetes más baratos, o sustitutivos que
entretengan igual pero supongan menos dolor para el bolsillo, y muy
probablemente muchas cenas y eventos festivos sean este final de año mucho más
deslucidos que en ocasiones anteriores, entre otras cosas porque, como es
obvio, el Ministerio no paga nunca “cenas de empresa” en Navidad, y si los
empleados se van por ahí a cenar deben hacerlo sufragando los gastos en su
integridad. El efecto de restricción presupuestaria empezará a notarse hoy
mismo, porque el empleado deberá decidir si quiere mantener un viaje de
vacaciones que iba a hacer o renuncia a él a cambio de reservar ese dinero para
finales de año, y así una tras otra, todas las decisiones de consumo que
impliquen un gasto significativo se verán repensadas y, es bastante probable,
alteradas. Difícil será medir el efecto en el gasto diario regular, en la compra
semanal, en los costes de “mantenimiento” que todos tenemos en el día a día, y
que muchas veces, por considerarlos rutinarios y de cuantía individual modesta,
no reparamos en ellos. Será hoy el día en el que muchos quizás abran una hoja
de Excel y empiecen a sumar cuantías, costes, facturas, propinas y demás
gastos, y empiecen a descubrir por dónde se les escapa el presupuesto mensual
y, por tanto, de qué cosas pueden prescindir o al menos limitar para ajustarse
lo más posible. Este ejercicio es sano y necesario, independientemente de que a
uno le suban o bajen el sueldo, porque a parte de ser útil sirve para conocer
nuestros propios hábitos y patrones de consumo, que a veces pueden
sorprendernos mucho, pero en ocasiones como las presentes se convierte en algo
obligatorio y urgente. Siéntense, no se mientan ni engañen, cuenten de la
manera más detallada y real todo lo que gastan al mes y observen la imagen que
obtienen, mien si les gusta y cámbienla para aumentar su satisfacción personal
y, por supuesto, reducir el gasto.
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