viernes, julio 06, 2012

Lecciones del Bosón de Higgs


Para no acabar la semana con el amargo regusto que volvió ayer a dejar el mundo financiero, con un ibex hundido, una prima voladora y un descontrol europeo incesante, quiero hoy referirme a algunos aspectos relacionados colateralmente con el descubrimiento del bosón de Higgs, pero no fijándome en el plano de la física teórica, donde tanto hay par analizar y tan pronto me encuentro sin capacidad para diseccionado, sino en ciertos aspectos económicos y sociales que me parecen de enorme relevancia, y más en estos tiempos de zozobra en los que nos encontramos. Creo que todo lo relacionado con el bosón puede servirnos de ejemplo virtuoso.

Habrá quien diga que esta ciencia, y en conjunto la investigación pura, es cara, costosa y que no sirve salvo para entretener a un grupo de chalados. Se estima que el coste del LHC, el acelerador, que integra la construcción del mismo y el dotarlo de la tecnología necesaria para su funcionamiento, ha estado en torno a los 6.000 millones de euros, cifra muy elevada, sin duda, pero que no es sino un tercio de lo que vamos a aportar para el rescate de Bankia. Sí, en la torre Kio que veo desde el otro ala de mi trabajo se ha dilapidado dinero suficiente como para construir no uno nidos, sino tres aceleradores tan gigantescos como el de Ginebra. Visto desde esa perspectiva no es caro. Sobre el retorno de la inversión, hay un problema en el mundo de la ciencia básica, y es que los retornos son lentos, tardíos y, muchas veces, inesperados. Requieren un tiempo de maduración incompatible con la histérica prisa que nos impone la vida económica actual, que se desvive por cuánto ganará el ibex en un día o, a lo sumo, los resultados trimestrales de una compañía consolidada. Seamos sinceros. Sólo mediante la investigación científica se logra el conocimiento que, aplicado a la vida diaria, genera eso que está tan en boca de todos, la ID+i, que es la aplicación tecnológica de esos descubrimientos. Si no investigamos en ciencia básica se nos cae uno de los eslabones de la cadena que acaba en un producto novedoso, rentable y de sustanciosas ganancias. Ahora que estamos en época de necesarios recortes, no tiene sentido aplicar una reducción lineal de los presupuestos para lograr el ansiado déficit del 5,3% (tranquilos, no se podrá cumplir) y el reducir el presupuesto de la ciencia y la I+D+i es la mejor forma, aunque no se vea a corto plazo, de cerrar una de las más importantes vías de salida de esta crisis. Así que grábenselo en la cabeza, invertir en ciencia no sólo es bueno y necesario, sino que acaba siendo rentable, más tarde que haciéndolo en ladrillo, sí, pero de una manera aún más sólida. ¡¡¡Sin ciencia no hay futuro!!!. Otra de las lecciones a aprender del proyecto es que se trata de unos de los más importantes del mundo en lo que hace a cooperación internacional. El dispositivo y el equipamiento del CERN está en Ginebra, pero equipos de científicos de todo el mundo ha trabajado años, muchos años, en cooperación, para poder alcanzar el resultado que conocimos ayer. Esto no es nuevo, sino que es algo que en el campo de la investigación científica se lleva haciendo desde hace muchos años, dada la cada vez mayor complejidad de los estudios que se llevan a acabo y a que la genialidad humana está repartida por todo el mundo sin distinción. Hay egos, rencillas, envidias y celos, como en todas partes, pero el bosón es el fruto de uno de los mayores trabajos en equipo que jamás se hayan desarrollado. El que se haya centralizado en una Europa, continente creado por amalgama de naciones que amenaza con disgregación, es una ironía que nos vuelve a enseñar que, ante retos que superan a los individuos, sean estos personas, entidades o naciones, sólo la cooperación y el trabajo conjunto y coordinado podrá ayudar a superarlos. Las disensiones, enfrentamientos y rencillas sólo llevan al fracaso.

Y un tercer aspecto a destacar es el humano, centrado en la persona de Higgs, un señor que supera ya los ochenta años, y que hace cincuenta, junto con otros muchos, armado de su intuición, una tiza y una pizarra, ideo un campo nuevo y una nueva partícula para dar consistencia al modelo en el que trabajaba. Ver como tras cinco décadas ese logro pasa del papel a la realidad es asombroso. Su clarividencia es enorme. Higgs es, desde ayer, “Nobel súbito”, y pocos casos recuerdo de semejante anticipación en su descubrimiento. Mendeleiev lo logró con su tabla periódica, y Einstein con casi todo lo que hizo. Ayer Higgs, el hombre, demostró que nada hay tan inmenso en el mundo como la imaginación humana, y no me digan que eso no es bello.

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