jueves, julio 13, 2017

El hijo de Trump

La expresión castellana “hijo de …” posee tal carga despectiva que es inútil cualquier ejercicio que trate de suavizarla o aminorarla. Quizás un diminutivo pueda rebajarla, pero nada más. Por eso, emplearla para hacer chistes o comentarios es peligroso, porque queda tan evidente la posición del que la emplea respecto a quien la utiliza que no sólo sesga el artículo, sino que le resta valor. En el caso de Trump y su familia, varios comentaristas han estado tentados de utilizarla, sin ambages, contra el nefasto presidente norteamericano y, cosas de la vida, ha sido la actuación irresponsable de su primogénito la que les ha permitido hacer una especie de juego de palabras para meterse con toda la familia de una sola tacada. Brillante, sí, aunque poco respetuoso.

Y es que el hijo, mayor, de Trump, está metido hasta el fondo en el lío ruso, esa conspiración que sobrevuela Washington desde hace más de un año y que va a condicionar todo el desarrollo de la presidencia Trump, le guste a él o no. Día a día surgen revelaciones e historias que, vistas en conjunto, asemejan cada vez más a una imagen clara, la de que Rusia interfirió en el desarrollo electoral del año pasado para perjudicar a la candidata demócrata y, así, beneficiar la llegada de Trump al poder. Este escándalo, mayúsculo, inaudito y sorprendente, no puede ser utilizado como excusa por los perdedores de las elecciones para justificar su derrota ante un nefasto candidato. Los demócratas cometieron errores profundos en su campaña y Hillary se estrelló contra un muro virtual que sí logró levantar Trump padre, pero cierto es que, en ese contexto de mala campaña demócrata, un “empujoncito” puede tener una importancia decisiva, como cuando dos ciclistas luchan agónicamente en una rampa de montaña, la más mínima ayuda puede distanciarlos de manera irrevocable. El último episodio de este culebrón lo protagoniza, como decía, el hijo, mayor, de Trump. Se ha sabido que varios meses antes de la elección de noviembre, el junior logró contactar con una abogada rusa, que posee contactos en el Kremlin, en busca de informaciones perjudiciales para el partido demócrata, tal y como esa abogada le había revelado que poseía. Quizás la abogada iba de farol, quizás el contacto era cierto y las pruebas falsas, a lo mejor todo era un montaje, pero lo cierto es que junios accedió al encuentro y mantuvo reuniones con esa abogada. Al conocerse la noticia la polvareda en Washington se ha levantado de una manera aún más exagerada de lo que ya lo está desde hace meses, no sólo por lo rocambolesco y sucio de la historia, sino porque junior tiene acceso muy directo a su padre y ha sido nombrado por este como responsable de las empresas familiares para separar los negocios de la familia de la labor presidencial (sí, sí, les imagino muertos de risa al leer eso). El mismo concepto de familia que utilizan los Trump, en la que el nepotismo y los negocios se cruzan de una manera tan intensa como corporativa, quedaba tocado por estas revelaciones, dado que ya no estamos hablando de un asesor o colaborador de campaña o nombramiento implicado con los rusos. No, no, es directamente un Trump el vinculado con la presunta trama. Para salvar la situación, el hijo, mayor, de Trump, ha optado por la exposición frente al escondite, no haciendo caso de la táctica Rajoy. Ofreció una entrevista en horario de máxima audiencia ante los comprensivos micrófonos de la Fox para defenderse y minimizar lo que él ve como un mero error infantil, sin consecuencias políticas ni de ningún otro tipo. Su padre alabó la entrevista y le defiende a capa y espada. Y en un movimiento interesante, el hijo ha publicado una serie de tuits en los que se hacen públicas las pruebas del encuentro y algunos detalles del mismo, cosa que habrá provocado que los periodistas que iban a publicar la exclusiva se acuerden, a voz en grito, de toda la familia Trump, de sus hijos y sus madres.


Hace unas semanas el gran Bob Woodward estuvo en España y, ante ansiosos periodistas ávidos de la última hora, les recordó que montar el caso Watergate, conseguir enlazar las pruebas y hallar las vinculaciones entre los culpables y los posibles delitos costó años, y puede que el caso ruso necesite también de mucho más tiempo y pruebas que permitan que la imagen a la que me refería al principio sea tan clara y evidente como imposible de rebatir. Pero hasta entonces la sombra de la sospecha residirá en la Casa Blanca y tendremos más episodios como este, no se si con hijos u otros familiares, pero que afectarán a los Trump y enfangarán aún más la imagen de EEUU.

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