Decía la previsión para hoy que
el día será inestable en Madrid, con chubascos, tormentas y descenso de
temperaturas desde los elevados 36 grados que se alcanzaron ayer. A esta hora
de la mañana el cielo luce cubierto, plomizo, algo amenazador, pero sin la
oscuridad que caracteriza al chubasco inminente. Cuando sí que ha habido
tormenta ha sido esta noche, pasada la una de la mañana, en a menos dos tandas
en lo que a mi barrio se refiere, separadas por cerca de una hora. La primera
ha sido más aparatosa mientras que la segunda, a eso de las dos, ha tenido
menos rayos, o al menos más espaciados. En ambas un buen chubasco ha caído y se
ha agradecido por todos los que los han recibido.
Es 2017 un año seco e ingrato en
lo que a meteorología se refiere, especialmente en el campo. Me pareció ver el
otro día, no recuerdo donde, que en lo que llevamos de año el recurso a los
seguros agrarios se había disparado, tanto por cauda de la sequía, que genera
un goteo constante de los mismos, como por efecto de heladas tardías y
tormentas. Las primeras tuvieron lugar en mayo, y afectaron especialmente a
cultivos de vid y frutales. Se pudieron ver espectaculares imágenes de viñedos
en zonas como Rioja o Ribera de Duero en los que, tras una noche gélida, los
agricultores se afanaban por colocar antorchas entre las parras para que, por
la noche, el fuego de las teas calentara algo los brotes y combatiera el
previsto frío nocturno. Estas escenas, y pérdidas por las mismas causas, se
dieron también en zonas vitivinícolas francesas. Las tormentas de primavera han
sido este año frecuentes y virulentas, y se han cebado especialmente con la
zona de Aragón y el interior frutal de Cataluña. Repetidos chubascos de elevada
intensidad, granizo variable, enorme en no pocas ocasiones, y violentas
descargas de agua y viento han perjudicado cosechas, principalmente de árboles
frutales, provocando tanto la caída del fruto como su daño por el golpe del
pedrisco. La fruta herida puede ser usada para zumos u otros fines, pero no
para la venta en puesto, por su aspecto nada estético (somos una sociedad de la
imagen, para todo, también para lo tonto) y eso hace que el valor por kilo del
producto se derrumbe. Pero sin duda el gran enemigo de este año para muchos
cultivos es la sequía, una falta de lluvias que es endémica, y que días de
chubascos como hoy resultan ser apenas espejismos en un año en el que las
lluvias no han querido llegar. Salvo el levante y la zona murciana, que curiosamente
han recibido algo más de lluvia que lo que corresponde a sus medias, el resto
del país está por debajo, especialmente en las dos castillas, valle del Ebro y
Galicia. En algunas de esas comarcas la primavera ha sido nefasta, con
precipitaciones comparables por su escasez a lo más intenso del verano. Miles
de hectáreas de cereal han sido baldías, y las espigas en ellas plantadas no
han alcanzado ni porte ni fruto necesario para ser cosechadas. Algunas de ellas
han sido cortadas antes de tiempo, para ahorrar costes de cultivo que no iban a
servir para nada, y utilizadas como forraje para el ganado, que también pasa
apreturas. Las compras de cereales en el exterior serán elevadas este año, dada
la mala cosecha que se espera. Lo perdido perdido está, y ahora la esperanza de
los agricultores está puesta ya en el otoño, esperando que el déficit hídrico
pueda ser paliado o, al menos, que no crezca.
Días de lluvias como los que se
esperan hoy, no tan típicos para un seis de julio, suponen algo parecido al
efecto del goteo de suero en un enfermo. Son vitales, le mantienen con vida,
pero no sirven realmente de alimento. Permitirán refrescar el ambiente, dotar
de algo de humedad al suelo para que, además, se frene la escalada de incendios
forestales, que este año es realmente preocupante, y lave las ciudades, pueblos
y campos, pero la situación de sequía persiste. Si el otoño invierno no llega
con precipitaciones consistentes puede que estemos a las puertas de otro de
esos ciclos de sequía de tres cuatro años que tan famosos y devastadores son en
nuestro país, que tanto daño nos hacen y dinero cuestan. Aprovechen las lluvias
de hoy y su frescor, este año el agua del cielo está muy cara.
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