Desde ayer, 2 de enero, el precio de la luz volvió a superar el centenar de euros por megavatio, colocándose hoy en el entorno de los 140, que no parece mucho frente a los cuatrocientos o más que llegó a alcanzar en algunos tramos de 2022, pero que es un precio carísimo. Por contraste, y durante la semana navideña. Hasta el 1 de enero inclusive, se registraron precios maravillosos que, por poco, superaban la decena de euros. Hubo alguna jornada que ni eso, siendo el coste de la producción eléctrica casi nulo, en algunos tramos horarios incluso negativo, por el exceso de lo que se generaba y no se podía consumir. Menudo regalo
¿Por qué se ha dado esto? Bueno, hay varias explicaciones, y la principal es la meteorológica, por dos vertientes. Una es la bonanza de días que hemos tenido, en España y en toda Europa, con temperaturas mucho más altas de lo habitual, por lo que la demanda de energía para calefacción ha sido muy reducida. El buen tiempo ha sido, en sí mismo, un regalo, que ha llenado calles en todas partes y dejado estampas más propias de la primavera de que de la Navidad. No hemos llegado al extremo australiano donde, dada su posición en el hemisferio sur, celebran estas fechas en la playa empezando su verano, pero casi. El calor de estos días ha venido por la entrada en el continente de borrascas atlánticas, que debieron haberlo hecho antes, llevando ríos de humedad mucho más templada que lo que corresponde a unas temperaturas de finales de año, y en esos ríos el viento soplaba con ganas. Un viento que ha hecho girar los aerogeneradores de todo el continente a lo loco, por lo que su producción se ha disparado, hasta acercarse bastante al potencial de la capacidad instalada. Esta producción eólica entra a coste cero en el sistema, por lo que acaba arrastrando los precios a la baja, que siempre son determinados por el más caro, el gas. Menos demanda de gas para electricidad y menos en estos días para unas calefacciones que incluso podían estar apagadas ha hecho caer el precio del gas en el mercado mayorista y, con ello, el resultado es que la oferta eléctrica de estos días se ha dado a unos precios de derribo. Por el lado de la demanda tampoco ha habido mucha presión. En estas jornadas en España se han dado picos de demanda un 3% – 4% por debajo de las registradas en otros años, seguramente motivadas por la necesidad de ahorro de muchos de los consumidores, pero con las industrias de vacaciones, estos días suelen registrar niveles bajos de consumo. Además, sospecho, empezará a notarse cada vez más el efecto de autoconsumo de todas las placas solares que muchos han instalado en sus casas, porque kilovatio que se produce por la placa para el consumo en ese hogar es kilovatio que no se demanda a la red, por lo que no debe ser producido. Puede que este verano, con insolación en sus máximos, veamos curvas de demanda más bajas de las registradas en años precedentes, aunque es cierto que eso dependerá de lo cálido y agobiante que sea. En estas fechas navideñas se alcanza el mínimo de insolación y, aunque esté despejado, como ha sido el caso, las placas producen menos, simplemente por el hecho de las pocas horas diurnas que hay. A medida que avancen los días el papel de la solar fotovoltaica irá subiendo porque el día crece desde el 22 de diciembre, y eso aportará al sistema producción a coste nulo. Nuevamente, dependeremos del tiempo, porque si enfría y no hace viento, como va a pasar esta semana sin ir más lejos, la producción renovable caerá, la demanda subirá y con ello el precio, y por eso hemos saltado nuevamente de la barrera de los cien euros.
En todo caso, el efecto de la rebaja de los costes eléctricos durante el mes de diciembre supondrá que las tarifas que lleguen referidas a esas fechas tendrán un aguinaldo para todos los consumidores, mayor o menor en función de lo consumido y la selva de tarifas contratadas que existen en el mercado, pero generalizado. Un alivio real en forma de euros que no habrá que pagar. ¿Tendremos ese alivio en la cuesta de enero? Sí lo disfrutamos el veraniego día 1, pero desde ayer 2 el chollo se ha acabado. Toca mantener una política personal de ahorro energético y sentir que, cada vez que el sol y el viento nos rodeen vamos a tener un aguinaldo, a destiempo, pero bien recibido, en forma de ahorro de la factura.
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