En noviembre vivimos lo que se denomina el “momentum” del ejército ucraniano, una fase en la que sus tropas lograron derrumbar el frente ruso, tanto en las proximidades de Jarkov en el noreste como en torno a la ciudad de Jersón, en el sureste, que fueron capaces de recuperar. El derrumbe de las líneas rusas, fruto de su mala logística y de una planificación sobre el terreno muy deficiente, fue bastante espectacular, y supuso pérdidas de varios miles de kilómetros en el terreno que había sido invadido por las huestes del Kremlin. Ucrania llevó sus avances hasta el límite de lo que le permitía su cadena de abastecimiento y la sensación de que la guerra podía decantarse no por la presunta victoria rusa que tanto se suponía se extendió.
Hoy, principios de febrero, la sensación es algo más amarga para el cuartel general ucraniano y no tan humillante para el ruso. Tras algo más de un mes de frentes estabilizados tras la recuperación ucraniana, algo se han movido las líneas. No mucho en el sureste, donde Kiev sigue controlando Jersón, pero la urbe se ha vuelto parcialmente inevitable por el acoso al que le somete la artillería rusa desde el otro lado del Dniépr. Va camino de ser una ciudad fantasma, donde muchos civiles han huido porque las opciones se reducen día a día. Es en el este donde se están produciendo los movimientos, de momento cortos. Kiev ha reconocido la toma rusa de la ciudad de Soledar, pequeña pero con cierto carácter estratégico, y sigue la encarnizada batalla de Bakhmut, en la que ambos contendientes se están desangrando de una manera aterradora. Las bajas diarias se cuentan por centenares, según algunas fuentes, y parece que las tropas rusas están logrando avanzar por la zona urbana, o lo que vaya quedando de ella. Una de las ventajas que tiene el avance ruso es que, aunque les pueda parecer asombroso, no les importa en lo más mínimo la supervivencia de los suyos. Las milicias de Wagner, que como una cruel imitación de la Waffen SS nazi se presentan como los más aguerridos guerreros, preceden a las tropas regulares, y llevan con ellos a algunas unidades fruto de la leva decretada por Putin, entre los que abundan los presidiarios y otros sujetos a los que se les ha prometido la libertad de las prisiones rusas a cambio del combate. Wagner los usa como carne de cañón, y aquí esto no es una frase hecha, sino la cruda descripción de lo que sucede. Los lanza en la ofensiva y, siendo masacrados muchos de ellos, sirven para que los listos de la milicia posiciones correctamente las fuerzas ucranianas, en ubicación y capacidad de disparo, por lo que en un segundo ataque, con unidades más preparadas, pueden impactar de manera más certera y dañina frente al enemigo. Avanzan sobre los cuerpos de los incautos a los que se les prometió una mentira y van a acabar siendo abono de la fértil tierra negra ucraniana. Así, el avance es posible a un coste humano insoportable para el ejército ucraniano y para la mentalidad de combate occidental, pero Rusia siempre ha sido una de las naciones que peor ha tratado a los suyos, y en esto Putin también es amante de las tradiciones. Si los rusos logran tomar Bakhmut y mantienen el desgaste actual a las líneas ucranianas sus opciones de extenderse hacia el oeste crecen notablemente y pueden lograr hacerse con toda la provincia de Donetsk, acercándose peligrosamente a Dinipro y a la línea que es el Diniéper, el río que divide al país en dos mitades, occidental y oriental. Los rumores de que Moscú prepara una gran ofensiva en las próximas semanas pueden estar fundados si es verdad que la toma de Bakhmut se consolida y sirve a los intereses rusos como cabeza de puente para suministros y logística, una de las áreas en las que por se están comportando.
La petición de Zelensky de hade unas semanas de tanques occidentales para preparar una contraofensiva ucraniana venía a cuento de aprovechar la ventaja posicional con la que contaba Ucrania, pero ese margen se puede estar estrechando y, si el ataque ruso se da, los carros occidentales puede que lleguen demasiado tarde como para ser efectivos. La falta de información certera sobre lo que pasa en el terreno complica mucho las cosas, pero sí, la sensación de que estas semanas están siendo malas para el ejército ucraniano es bastante compartida. Y de mientras, continúan los ataques rusos a civiles y a infraestructuras energéticas en otras partes del país. Al resistencia que muestra Ucrania es admirable, pero no va a poder ser eterna,
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