El lunes, hace dos días, se supieron los nombres acordados por PP y PSOE para ocupar las plazas a renovar en el Banco de España. Antonio Cabrales, a propuesta del PP, es un económetra de gran prestigio en lo científico y docente, con publicaciones y gran currículum, Judith Arnal, a propuesta del PSOE, es funcionaria de alta graduación, economista del estado y tiene un expediente educativo de relumbrón. Ambos son técnicos en lo suyo, profesionales de primera fila y trabajadores en la sombra, alejados de los focos. Muchos les conocieron el lune, hace sólo dos días.
Tras su propuesta, empezó a trabajar la picadora nacional de carne, ávida de purezas y deseosa de encontrar tachas en todo aquel que es propuesto para cualquier cargo. Cierto es que en nuestro país el nepotismo funciona a raudales y el ser amigo o pariente de alguien en el poder te abre puertas que jamás soñarías con cruzar. El caso muy reciente del intento de colocación del marido de Nadia Calviño es el último, y eso hace que todo el mundo sea suspicaz. Lo cierto es que esta vez la dupla escogida era de un nivel técnico de primera y su destino un organismo frío y gris, comandado por Pablo Hernández de Cos, uno de los profesionales de lo público con mayor y merecido prestigio dentro y fuera de nuestro país. A la hora de buscar pegas, el caso de Arnal era el más sencillo. Ejerció como jefa de gabinete de Calviño hasta hace pocos meses, un puesto de alta responsabilidad, asignado por mérito pero, desde luego, por deseo de quien lo nombra, que requiere de un perfil profesional y de confianza. Los artículos contra Arnal empezaron a publicarse a las pocas horas de que su nombre se hubiera conocido, y era sencillo escribirlos. Casi seguro que ninguno de los que contra ella opinaba conocía su carrera, sus titulaciones, sus trabajos o la seriedad de sus opiniones económicas. Era una pieza con cierto grado político que poder cobrarse y así hacer daño al rival. Más tarde, ayer, empezaron los artículos contra Cabrales, en este caso no por causa de quién le había propuesto, sino porque en un momento dado firmó un manifiesto a favor de Clara Ponsatí, una de las huidas del Procés, socia del infame Puigdemont. El revuelo fue creciendo a lo largo de un martes en el que el nombre de Arnal iba siendo sustituido por otro con mayor carnaza. Es un error firmar algo a favor de personajes como los independentistas, no lo niego, pero de economía Cabrales sabe una barbaridad, y para lo que fue designado cumplía de sobra todos los requisitos necesarios. En ese mismo escrito también apoyaba a Mas Collel, otro miembro del grupo independentista, que finalmente no se unió a los Puigdemoniacos, pero que es en lo suyo, la microeconomía, una referencia internacional de muy primer nivel. Sus libros están presentes en todas las facultades del mundo, y hasta yo he estudiado con uno de ellos. En el grado de suciedad buscado al candidato, la mancha de Cabrales era más apetitosa y, desde luego, útil para los que buscan acabar con figuras que, en lo profesional, son mucho más válidos que ellos. Eso de acabar con la tiranía de la meritocracia, que ahora tanto se lleva, permite que incapaces que no saben se hagan con el control de organismos y capacidades para las que, desde luego, carecen de formación y conocimiento, y luego pasa lo que pasa. En fin, que las publicaciones contra Cabrales no dejaron de crecer y él, que como Arnal, es un técnico ajeno a la bronca e incapaz de hacer frente a la presión que los medios y las redes pueden ejercer contra alguien, se vio superado. Ayer, martes, un día después de conocerse su nombre, Antonio Cabrales renunciaba a ser candidato a un puesto para el que está más que preparado. Cerraba sus redes sociales, emitía un comunicado en el que se mostraba muy molesto por todo el ruido generado, solicitaba el silencio en el que vivía hasta el pasado domingo y reclamaba calma a una sociedad enferma que disfruta lapidando a todo aquel que pueda.
Lo sucedido este par de días, infame, es una llamada de atención especialmente a los expertos y profesionales de un tema, que ven como ser nombrados para un cargo de responsabilidad es la vía más rápida para destruir sus carreras y vidas privadas. Quizás el objetivo buscado sea que sujetos como Irene Montero y las asesoras que le rodean en su Ministerio, el vicepresidente Voxero de Castilla y León, sean los únicos llamados a cargos de responsabilidad, porque no sólo soportan la presión de las redes, sino que son maestros en su uso zafio, con fines inquisitoriales. El daño que se les ha hecho a Cabrales y Arnal es grande, difícilmente reparable, y por el que, seguro, nadie pedirá perdón. España, occidente, año 2023. Este es nuestro mundo.
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