lunes, febrero 13, 2023

Un globo, dos globos, tres gloooobos

Twitter, ese lugar en el que el odio campa por sus anchas como el levante en el Estrecho, es también un sitio lleno de gracia e ingenio. En estos días el número de gracias y memes sobre lo cerca que estamos de una guerra con los extraterrestres se ha disparado no tanto porque, tras lo que nos ha pasado, ya toca, sino por el hecho de que cada vez son más los objetos no identificados derribados por la fuerza aérea norteamericana, y muchos temen que en vez de espías chinos estemos tirando OVNIs con hombrecillos verdes. Y claro, de ahí a que una federación interestelar nos declare como hostiles e invada no hay nada.

Ayer fue derribado el cuarto de estos objetos, sobre la vertical del lago Hurón, uno de los grandes lagos del noreste de EEUU. El sábado Canadá derribó otro objeto sobre la zona de Yukón, muy al oeste del país, y el viernes EEUU lo volvió a hacer en Alaska. Tras el gran globo de la semana pasada, parece que el resto de objetos abatidos son de menor tamaño y que se encontraban a una altura superior a la de los vuelos comerciales pero menor que la que llegó a registrar el globo chino que desencadenó este curioso fenómeno. Un globo espía cazado es noticia. Varios tan seguidamente empieza a ser pura curiosidad. Y genera preguntas, muchas preguntas. Si estos objetos de espionaje son novedad, ¿por qué ahora los emplea China y no antes? Y si no estamos ante una novedad ¿Llevan tiempo surcando EEUU a gran altura y los servicios de seguridad del país no se han enterrado? ¿O sí y lo mantenían en secreto? Dentro del catálogo de avistamientos que ha dado lugar a gran parte de la fenomenología OVNI, la inmensa mayoría se han resuelto al identificarse tanto vuelos de tipo comercial o militar como fenómenos meteorológicos, pero un pequeño número de casos han quedado sin explicación clara. A ellos se han agarrado los que siguen creyendo en la posibilidad de que seres de otros mundos nos estén, realmente, visitando. Quizás los casos no aclarados puedan serlo si consideramos la posibilidad de que estemos ante objetos espías de naciones hostiles a EEUU, y que en su momento las autoridades del país no detectaron. No se si eso es así, pero de serlo el agujero de seguridad norteamericano sería tan grande como la información que esos dispositivos hayan sido capaces de recolectar. El que ahora se detecten esos objetos y se abatan puede ser síntoma de que, tras el gran globo, la inteligencia y el ejército norteamericano se ha dado cuenta de que tenía un agujero de seguridad. No lo se, y las dudas, en estos casos, alimentan las sospechas y los miedos. La sensación que puede cundir en el país es que China los espía sin mucha capacidad de respuesta por parte de la seguridad interior, y eso no va a hacer otra cosa que escalar las tensiones crecientes entre ambas naciones. La única información que ha trascendido de los aparatos derribados hace referencia al primero de ellos, y a su carácter de objeto de espionaje, y a su procedencia china, pero no se ha aclarado aún qué tipo de dispositivos portaba y de qué tipo de información era capaz de recolectar. De los otros tres objetos nada sabemos, salvo que son de menor tamaño. Urge que las autoridades norteamericanas empiecen a difundir datos y expliciten a qué tipo de situación nos enfrentamos. En el caso de la guerra de Ucrania EEUU ha adoptado lo que se ha dado en llamar la diplomacia “del megáfono” de tal manera que iba trasladando a los medios y opinión pública la información que tenía sobre las intenciones de Putin y sus secuaces, en un intento de debilitarle. Funcionó. Y no sólo por deshacer el factor sorpresa. Permitió dejar claro que las intenciones atacantes de Rusia no obedecían a un calentón, sino a una estrategia premeditada, planificada, buscada. En el caso de los objetos abatidos, sería conveniente una política de comunicación semejante, que dejará claro de qué nación provienen y cuáles son sus fines. Eso, además de tranquilizar, debilitaría el esfuerzo hostil de esa otra nación al dejar en evidencia sus sistemas y el fracaso de los mismos.

Todo esto sucede, como comentaba, en un contexto de creciente tensión entre EEUU y China, y de incomunicación entre las altas autoridades de ambas naciones. Se supone, o quiero suponer, que hay contactos entre niveles que no se ven, que hay llamadas en la sombra que permiten informarse mutuamente de los “movimientos” que se dan entre ambas potencias, pero es evidente que, ahora mismo, esa tensión no deja de crecer, y que, si como todo indica, los objetos son de origen chino, las acusaciones de espionaje mutuo van a alimentar una espiral de acusaciones que son peligrosas. Más allá de los chistes tuiteros, este tema tiene un fondo inquietante, y nos afecta a todos.

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