miércoles, abril 03, 2019

Siguen bajando las ventas de coches


Las ventas de coches en España siguen cayendo mes a mes en una espiral decreciente que empieza a tener tintes de depresión en el sector. Con el dato de marzo recién publicado son ya siete los meses en los que la reducción se produce, dejando en el limbo a concesionarios y en la preocupación más absoluta a fabricantes e industrias auxiliares de uno de nuestros principales sectores industriales. España es el segundo productor de coches de Europa, después de Alemania. La gran parte de nuestra producción se exporta, y eso hace que el peso del mercado nacional sea pequeño para nuestras fábricas, pero cifras de este tipo impactan en la industria sin ninguna posibilidad ni de disimulo. Las cosas no ruedan nada bien.

¿Qué sucede? Hay varios factores que pueden explicar estos datos. Unos se asocian al enfriamiento económico que vivimos, que es menos intenso en España que en otros países europeos, pero que empieza a ser palpable. Comprarse un coche supone un importante desembolso de dinero y, una vez estrenado, una fuente de gastos de todo tipo, por lo que lanzarse a por él exige necesidad perentoria o capacidad clara. Si el futuro laboral o de ingresos se ensombrece, cambiar de vehículo deja de ser prioritario y se empieza a alargar la vida de los que existen. Otros factores, cada vez más importantes, tienen que ver con el problema de la contaminación y las (distintas) medidas tomadas por las (distintas) autoridades que han contribuido a caotizar el mercado. Una pregunta que hace apenas dos o tres años era inexistente a la hora de comprar un coche abre ahora todos los procesos de adquisición. ¿Qué me compro?. Los eléctricos, híbridos y demás motorizaciones alternativas son aún un porcentaje muy pequeño en el conjunto total de ventas, y su utilidad es muy escasa para conductores que operen intensivamente y fuera de los cascos urbanos, pero el tema tecnológico se ha introducido como una cuña en el mercado y amenaza con partirlo por completo. Noticias alarmistas y decisiones precipitadas, como las tomadas por el gobierno de las Baleares, han alterado por completo el panorama de ventas, hundiendo la venta del diésel y otorgando a la gasolina una preminencia que esconde la falta de seguridad del comprador ante el futuro, no un afán ecológico. Los modernos vehículos diésel contaminan menos que los modernos vehículos de gasolina, por lo que la discusión no está entre uno y otro combustible, sino entre parque viejo o nuevo. El disparo de ventas de la gasolina en los últimos tiempos ha permitido que, paradojas de la vida, las emisiones de CO2 del parque automovilístico español crezca, porque un vehículo de gasolina nuevo emite más CO2 que un diésel nuevo. En este sentido es de elogiar el plan renove que ha puesto en marcha el gobierno vasco. En él se busca la lógica, que es reducir las emisiones, y le da igual si lo que se compren el usuario sea un gasolina o diésel, mientras sea nuevo y de emisiones reducidas. Con esta medida se lanzan dos mensajes claros, uno de fomento de la movilidad ecológica, primando la compra de vehículos sin emisiones o, en la medida de lo posible, las menores, y otro mensaje de tranquilidad al comprador, que no se ve en la disyuntiva de optar por uno u otro modelo en función de la arbitrariedad administrativa. En Baleares el comprador de diésel sabe que su vehículo es más eficiente y ecológico que el gasolina, pero tiene claro que con la norma que han aprobado el mercado de segunda mano de su coche queda extinguido, y que el valor de su compra será cero cuando hayan pasado unos años, y por ello optará por comprar un gasolina, para proteger su inversión de una medida administrativa que juega a ir de verde por la vida pero que, en sus primeros impactos, hará que la emisión media de CO2 del parque balear crezca. Con un panorama de incertidumbres como este es normal que las ventas se resientan, y eso, desde luego, genera efectos negativos en una rama de actividad que supone más o menos el 10% de nuestro PIB, que genera miles de empleos y que es de las pocas industrias que, como tales, existe en el país.

A esta tormenta del tipo de motorizaciones se le juntan otros factores que, quizás ahora mismo no, cada vez más condicionarán el mercado. Al pérdida de estatus del coche como objeto aspiracional por parte de la juventud, la cada vez más reducida cohorte de jóvenes que se sacan el carnet, el número creciente de ellos que retrasan ese proceso, las opciones de renting particulares en vez de la compra directa, la búsqueda de la movilidad más allá del coche privado… decenas y decenas de nuevas variables en un sector que se enfrenta a un dilema tecnológico y de uso sin que aún estén claras las alternativas y respuestas. Habrá que ver si los meses de verano revierten la tendencia, pero de momento, pocos cuatro ruedas salen a nuestras calles a estrenarse.

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