Ayer por la tarde la reunión de jefes de estado y de gobierno celebrada en una Bruselas fría y lluviosa, con el verano ausente, acabó en acuerdo al respecto del segundo plan de rescate de Grecia. La alternativa de no acordar nada era el desastre. A partir de ahí el mero hecho de alcanzar un compromiso compartido por todos es una beuna noticia. Cómo de buena depende del contenido concreto del acuerdo, que es muy complicado y que, en algunos puntos, aún está por determinar. Lo cierto es que, por ahora, hemos salvado la situación.
Lo más importante del pacto alcanzado por el eurogrupo es el reconocimiento de que Grecia está quebrada. Es una amarga realidad, sí, pero es lo que hay. Con mucho retraso, demasiado, se admite que Grecia no puede hacer frente a sus pagos, y este reconocimiento es para mí el principal valor del acuerdo. No se menciona en ninguna parte el término quiebra, o default, pero en el fondo expresiones alambicadas del tipo “impago selectivo” vienen a ser eso. Una vez dado esto por sentado se derivan el resto de medidas, como el alargamiento de los plazos y la reducción de los tipos de interés, o la recompra de bonos griegos por otros de mayor vencimiento, pudiendo usar para ello el fondo europeo de rescate. En el fondo lo que se hace es una quita temporal, dado que lo que se esperaba cobrar en X años ahora se cobrará en 3X, y eso es una versión como otra cualquiera de default. El otro punto importante es que el nuevo plan de rescate, el segundo, con un valor de cerca de 160.000 millones de euros (con qué facilidad hablamos de estas cifras inconcebibles) contará con la participación “voluntaria” de la banca privada, que obligada por los estados, de ahí las comillas, pondrá cerca de un tercio del importe del plan, estando aún por determinar cómo se repartirá esta cuantía entre entidades y naciones. Esto es una victoria de la canciller Merkel y una derrota de Trichet, el gobernador del BCE. De hecho es el BCE el que, en el fondo, asume el principal coste de este plan, porque una vez puesto en marcha los títulos de deuda griega que posee se devalúan, al no ser ya cobrables ni en tiempo ni en cuantía de interés. Además las entidades que deban aportar al rescate griego solicitarán refinanciación ene la ventanilla del BCE y éste tendrá que comprometerse con más empeño en sostenerlas. Si todo esto se pone en marcha Grecia podrá hacer frente a los vencimientos de deuda que tiene desde hoy y hasta el 2014, por lo que si impago global y “cierre” del país se aleja, lo que sin duda es un alivio para los griegos y el conjunto de la zona euro. ¿Cómo nos afecta todo esto a los españoles? El que haya un acuerdo es bueno en sí, y ayer la prima de riesgo, perdiendo la cota de los 300 puntos, así lo confirmaba. Desde luego la presión de Bruselas para que nosotros e Italia sigamos con nuestras reformas pendientes se va a intensificar, y el esfuerzo de ajuste de las cuentas públicas deberá crecer a medida que, esperemos, el problema griego se estanque pero no empeore. De momento, ya a falta de saber como reaccionan hoy los mercados al texto completo y real del acuerdo, especialmente en lo que hace al papel de la banca privada en el mismo, creo que por ahora nos hemos salvado del desastre, y es probable que hayamos conseguido la tranquilidad necesaria para pasar el verano, tanto en España como el resto de la UE. Hoy en día es difícil afirmar algo así con la mínima confianza en que vaya a suceder, pero ojala sea así.
¿Hay sombras en este acuerdo? Sí. La principal es que si la actividad económica no despega, y parece que no lo va a hacer, todo esto serán parches temporales ante una deuda que seguirá creciendo. Tampoco me gusta que se diga que este plan excepcional será sólo para Grecia, porque Irlanda y Portugal pueden estar en unos meses en esta situación y lo excepcional se puede volver a repetir. Y recordemos la euforia de hace un año con la aprobación del fondo de rescate, que era la solución a todo, con subidas del IBEX del 14%, de las que ya no hay recuerdo. Pero creo que, de momento, hemos salvado la situación. Toca descansar un poco y seguir trabajando duro para arreglar todo esto.
Me cojo una semana de vacaciones elorrianas, si no pasa nada raro, hasta el lunes 1 de agosto. Descansen y sean felices.
viernes, julio 22, 2011
jueves, julio 21, 2011
Lo de Camps
Ayer dimitió Francisco Camps. El mero hecho de conjugar el verbo dimitir en el marco de la política española es noticia, pero es que además fue una sorpresa por cómo se desarrollaron los acontecimientos a lo largo del día. Los continuos viajes al juzgado de los procesados por la gürtel para admitir su culpa y pagar la multa, evitando juicio, indicaban que Camps podía hacer lo mismo. Sin embargo la tarde trajo grandes novedades. Camps, que siempre se ha declarado inocente, actúa en consecuencia y dimite. Forzado por todos, especialmente por los dirigentes nacionales del PP, ha escogido ese camino.
El uso del término “lo” en el título de hoy no es casual, porque describe perfectamente la impresión que me produce todo este caso. Lo que empezó siendo un sainete de corruptos, en el que los que sobornaban tenían pinta de mafiosos de tebeo y los sobornados tenían aspecto de habérselo llevado, ha acabado siendo un esperpento de trajes, cohechos impropios y acusaciones algo menores para lo que, en mi opinión, habrá sucedido ahí. Todo ello se ha visto reforzado por el comportamiento extravagante de Camps, un personaje al que no conozco, pero que tiene algunas expresiones y actitudes en público difíciles de explicar. A veces en sus declaraciones posee el tono de los iluminados, los elegidos por el Señor, y su sonrisa en muchas ocasiones no se que refleja, porque alegría es el término más opuesto posible a lo que está pasando en el PP de Valencia. Convencido de su inocencia, Camps lleva durante más de dos años arrastrando a su partido por los juzgados y portadas de la prensa por un asunto importante, pero de tono menor en comparación a lo que se vive en nuestro país. Y gran parte de la responsabilidad de que eso ocurra no es del propio Camps, sino de los dirigentes nacionales del PP, que serán nacionales, pero no dirigen en absoluto. ¿Por qué ese empecinamiento en defender a Camps? ¿Cómo dejó el PP que Camps hiciera las listas de las pasadas elecciones autonómicas sabiendo que en pocos meses podía suceder lo que ha acabado pasando? No me lo explico. De hecho el PP hubiera arrasado en esas elecciones presentando cualquier otro candidato. Incluso poniendo como primero de la lista a las páginas amarillas de Orense hubiera obtenido el voto por aclamación. De ahí que no entienda nada de lo que ha pasado estos últimos meses. Y desde que el juez declaró el procesamiento de Camps la situación era insostenible. A la media hora de dictar el procesamiento Camps tenía que haber dimitido, por decisión propia, y a la hora, de no haberlo hecho, la dirección del PP tenía que haberle cesado. Es malo presentar en las listas a imputados, pero el procesamiento es un paso más allá, en el que la política debe desaparecer por completo. Así, en este caso, tanto Camps como la dirigencia del PP, encarnada en Rajoy, han mostrado una lamentable falta de reflejos, un miedo al “que dirán” propio de niños de colegio y una profunda incapacidad para abordar crisis y tomar decisiones, que es por lo que se le paga a un político en ejercicio. La dimisión de ayer de Camps aborta la caída libre en la que el procesamiento sumía al PP veneciano y, por extensión, al nacional, pero deja en evidencia las notables carencias de esa organización para hacerse con el control de una entidad regional que, evidentemente, ha sido alcanzada por la corrupción, en un grado que será la justicia el que lo determine.
¿Y saben qué es lo peor de la dimisión de Camps? Que hoy los medios nacionales sólo hablarán de eso, mientras que lo importante quedará oculto. Y lo importante es que hoy, a las 11:56 hora de España, si no hay retrasos, aterrizará el último transbordador espacial, y se acabará, por muchos años, el sueño americano en las estrellas, y a las 13 horas empieza en Bruselas una reunión en la que nos jugamos no tanto el llegar a las estrellas, sino el caer en un agujero negro. Frente a todo eso Camps, Rajoy, el PP y sus tramas, legales o no, son meros juegos de niños.
El uso del término “lo” en el título de hoy no es casual, porque describe perfectamente la impresión que me produce todo este caso. Lo que empezó siendo un sainete de corruptos, en el que los que sobornaban tenían pinta de mafiosos de tebeo y los sobornados tenían aspecto de habérselo llevado, ha acabado siendo un esperpento de trajes, cohechos impropios y acusaciones algo menores para lo que, en mi opinión, habrá sucedido ahí. Todo ello se ha visto reforzado por el comportamiento extravagante de Camps, un personaje al que no conozco, pero que tiene algunas expresiones y actitudes en público difíciles de explicar. A veces en sus declaraciones posee el tono de los iluminados, los elegidos por el Señor, y su sonrisa en muchas ocasiones no se que refleja, porque alegría es el término más opuesto posible a lo que está pasando en el PP de Valencia. Convencido de su inocencia, Camps lleva durante más de dos años arrastrando a su partido por los juzgados y portadas de la prensa por un asunto importante, pero de tono menor en comparación a lo que se vive en nuestro país. Y gran parte de la responsabilidad de que eso ocurra no es del propio Camps, sino de los dirigentes nacionales del PP, que serán nacionales, pero no dirigen en absoluto. ¿Por qué ese empecinamiento en defender a Camps? ¿Cómo dejó el PP que Camps hiciera las listas de las pasadas elecciones autonómicas sabiendo que en pocos meses podía suceder lo que ha acabado pasando? No me lo explico. De hecho el PP hubiera arrasado en esas elecciones presentando cualquier otro candidato. Incluso poniendo como primero de la lista a las páginas amarillas de Orense hubiera obtenido el voto por aclamación. De ahí que no entienda nada de lo que ha pasado estos últimos meses. Y desde que el juez declaró el procesamiento de Camps la situación era insostenible. A la media hora de dictar el procesamiento Camps tenía que haber dimitido, por decisión propia, y a la hora, de no haberlo hecho, la dirección del PP tenía que haberle cesado. Es malo presentar en las listas a imputados, pero el procesamiento es un paso más allá, en el que la política debe desaparecer por completo. Así, en este caso, tanto Camps como la dirigencia del PP, encarnada en Rajoy, han mostrado una lamentable falta de reflejos, un miedo al “que dirán” propio de niños de colegio y una profunda incapacidad para abordar crisis y tomar decisiones, que es por lo que se le paga a un político en ejercicio. La dimisión de ayer de Camps aborta la caída libre en la que el procesamiento sumía al PP veneciano y, por extensión, al nacional, pero deja en evidencia las notables carencias de esa organización para hacerse con el control de una entidad regional que, evidentemente, ha sido alcanzada por la corrupción, en un grado que será la justicia el que lo determine.
¿Y saben qué es lo peor de la dimisión de Camps? Que hoy los medios nacionales sólo hablarán de eso, mientras que lo importante quedará oculto. Y lo importante es que hoy, a las 11:56 hora de España, si no hay retrasos, aterrizará el último transbordador espacial, y se acabará, por muchos años, el sueño americano en las estrellas, y a las 13 horas empieza en Bruselas una reunión en la que nos jugamos no tanto el llegar a las estrellas, sino el caer en un agujero negro. Frente a todo eso Camps, Rajoy, el PP y sus tramas, legales o no, son meros juegos de niños.
miércoles, julio 20, 2011
Inditex, o cómo hacer bien las cosas
Viendo el panorama económico al que nos enfrentamos, ¿dónde buscar el consuelo? ¿dónde fijar la esperanza? Es evidente que no en nuestros políticos, ni en los de otros países, porque con un poco (mala) de suerte la reunión de mañana Jueves en Bruselas puede ser una competición de a ver quién pierde más el tiempo. Supongo que habrá que fijarse en el mundo de la empresa, en los que día a día compiten para sobrevivir en un mercado cada vez más cruel y competitivo. Veamos un claro ejemplo de éxito sin irnos muy lejos.
Ayer, en la localidad coruñesa de Arteixo, Pablo Isla fue nombrado presidente de Inditex, sustituyendo en el cargo a Amancio Ortega. Cuando pensamos en empresarios de éxito nos vienen a la mente las imágenes de Steve Jobs y su Apple, Sergei Brin y Larry Page y su Google, Richard Branson y Virgin, etc, y son ciertas, pero a su altura, o si cabe por encima de ellos, debiera situarse la figura de Amancio Ortega. Este personaje, un desconocido para casi todo el mundo, entre otras cosas porque se ha preocupado de serlo, ha creado un imperio de la nada. De hecho el pueblo de Arteixo no sería conocido nunca si no fuera porque hace muchos años Ortega creo en él una tienda de confección y tejidos, que poco a poco se fue extendiendo. No se cuándo ni cómo empezó el boom, pero lo cierto es que hoy , en 2011, Inditex es la mayor empresa no financiera de España, la que se encuentra presente en más lugares a lo largo del mundo, que exporta a todas partes con un volumen y cifras deslumbrantes y que es lo más parecido al sueño americano hecho realidad en la baldía tierra para el emprendedor que es España. No hay capital mundial en la que ZARA no posea un espectacular edificio, o que otras marcas de la casa como Bershka o Stradivarius (“Estrafalarius” como bien le llamaba el gran BLL) u otras ocupen sitios igualmente principales en las avenidas de Nueva York, Shangai, Londres o Tokio. Es un imperio global, que da trabajo a cientos de miles de personas en España y el resto del mundo, que posee una cadena logística de aprovisionamiento y distribución sin parangón y que no deja de crecer día a día, incluso en épocas de crisis como las presentes. Si en los ochenta las tiendas de ropa internacionales eran de origen italiano, con Benetton como estandarte, hoy en día el mundo de la ropa internacional está dominado por una empresa española, Inditex, y una competidora sueca, H&M. Curioso. Pues bien, Amancio Ortega, 75 años, el hombre más rico de España, con una fortuna de decenas de miles de millones de euros ganados gracias a su esfuerzo y entrega a un negocio que le ha salido bien, se jubila. Y fue ayer cuando entregó el mando a Pablo Isla, un ejecutivo de mediana edad que desde 2005 ejercía como Consejero Delegado. Isla ha sonado semanas atrás como posible candidato a ocupar el Ministerio de Economía y Hacienda en un hipotético gobierno de Rajoy, pero es de suponer que el nombramiento de ayer acabe con esos rumores. Se enfrenta a un reto inmenso, que es el de mantener el liderazgo de Inditex en un mundo complejo, cambiante y sometido a los vaivenes de una crisis que azota con saña el lugar de origen de la empresa, pero no muchos de sus mercados naturales. No es un recién llegado a la compañía, y Ortega le ha enseñado en estos últimos años cada rincón de la empresa, cada proceso de trabajo, cada pieza que forma el prodigioso mecanismo que es Inditex, por lo que espero que pueda llevar a cabo sus propios planes y el acompañe el éxito como hasta ahora.
Quizás Amancio, ahora que tiene un poco de tiempo libre, podría pasarse el Jueves por Bruselas y colarse en la reunión de jefes de estado y de gobierno para leerles la cartilla y hacerles pasar algo de vergüenza. Podía contarles como ha dedicado su vida, día y noche, al desempeño de su cargo, siendo consciente de que su vida y al de los empleados a su cargo iba en ello, cómo se ha enfrentado a los retos, sin miedo, sin esconderse, sin engaños, y cómo los ha superado, y lo que ha aprendido de las cosas que le han salido mal. Sí, incluso podría ofrecerles a todos unos puestos de reponedores para una tienda en, pongamos, Melbourne, para que empiecen a enterarse de lo que es el trabajo, el sacrificio y la responsabilidad.
Ayer, en la localidad coruñesa de Arteixo, Pablo Isla fue nombrado presidente de Inditex, sustituyendo en el cargo a Amancio Ortega. Cuando pensamos en empresarios de éxito nos vienen a la mente las imágenes de Steve Jobs y su Apple, Sergei Brin y Larry Page y su Google, Richard Branson y Virgin, etc, y son ciertas, pero a su altura, o si cabe por encima de ellos, debiera situarse la figura de Amancio Ortega. Este personaje, un desconocido para casi todo el mundo, entre otras cosas porque se ha preocupado de serlo, ha creado un imperio de la nada. De hecho el pueblo de Arteixo no sería conocido nunca si no fuera porque hace muchos años Ortega creo en él una tienda de confección y tejidos, que poco a poco se fue extendiendo. No se cuándo ni cómo empezó el boom, pero lo cierto es que hoy , en 2011, Inditex es la mayor empresa no financiera de España, la que se encuentra presente en más lugares a lo largo del mundo, que exporta a todas partes con un volumen y cifras deslumbrantes y que es lo más parecido al sueño americano hecho realidad en la baldía tierra para el emprendedor que es España. No hay capital mundial en la que ZARA no posea un espectacular edificio, o que otras marcas de la casa como Bershka o Stradivarius (“Estrafalarius” como bien le llamaba el gran BLL) u otras ocupen sitios igualmente principales en las avenidas de Nueva York, Shangai, Londres o Tokio. Es un imperio global, que da trabajo a cientos de miles de personas en España y el resto del mundo, que posee una cadena logística de aprovisionamiento y distribución sin parangón y que no deja de crecer día a día, incluso en épocas de crisis como las presentes. Si en los ochenta las tiendas de ropa internacionales eran de origen italiano, con Benetton como estandarte, hoy en día el mundo de la ropa internacional está dominado por una empresa española, Inditex, y una competidora sueca, H&M. Curioso. Pues bien, Amancio Ortega, 75 años, el hombre más rico de España, con una fortuna de decenas de miles de millones de euros ganados gracias a su esfuerzo y entrega a un negocio que le ha salido bien, se jubila. Y fue ayer cuando entregó el mando a Pablo Isla, un ejecutivo de mediana edad que desde 2005 ejercía como Consejero Delegado. Isla ha sonado semanas atrás como posible candidato a ocupar el Ministerio de Economía y Hacienda en un hipotético gobierno de Rajoy, pero es de suponer que el nombramiento de ayer acabe con esos rumores. Se enfrenta a un reto inmenso, que es el de mantener el liderazgo de Inditex en un mundo complejo, cambiante y sometido a los vaivenes de una crisis que azota con saña el lugar de origen de la empresa, pero no muchos de sus mercados naturales. No es un recién llegado a la compañía, y Ortega le ha enseñado en estos últimos años cada rincón de la empresa, cada proceso de trabajo, cada pieza que forma el prodigioso mecanismo que es Inditex, por lo que espero que pueda llevar a cabo sus propios planes y el acompañe el éxito como hasta ahora.
Quizás Amancio, ahora que tiene un poco de tiempo libre, podría pasarse el Jueves por Bruselas y colarse en la reunión de jefes de estado y de gobierno para leerles la cartilla y hacerles pasar algo de vergüenza. Podía contarles como ha dedicado su vida, día y noche, al desempeño de su cargo, siendo consciente de que su vida y al de los empleados a su cargo iba en ello, cómo se ha enfrentado a los retos, sin miedo, sin esconderse, sin engaños, y cómo los ha superado, y lo que ha aprendido de las cosas que le han salido mal. Sí, incluso podría ofrecerles a todos unos puestos de reponedores para una tienda en, pongamos, Melbourne, para que empiecen a enterarse de lo que es el trabajo, el sacrificio y la responsabilidad.
martes, julio 19, 2011
El fin de Harry Potter
La pasada tarde de Domingo fui al cine a ver la última película de la serie de Harry Potter, la segunda parte de la séptima aventura, desdoblada para aumentar la recaudación en lo posible, y por lo visto ha logrado plenamente sus objetivos. Un aviso a los que vayan al cine. Como en ocasiones anteriores, estas películas, no muy buenas, son adaptaciones muy literales de los libros, por lo que aquellos que no los hayan leído no se enterarán de casi nada, y sólo apreciarán efectos especiales e interpretaciones bastante planas, y aunque poco, algo más hay en la pantalla.
El primer libro de la serie de Harry Potter se publicó en España hace catorce años, ¿no pensaban que tantos, verdad? Yo tampoco, y eso que en aquellos tiempos, como alumno de tercero de inglés de la escuela de idiomas de Bilbao me hicieron leer el primer libro, que contiene un vocabulario horrendo. Tras lo mucho que sufrí con el inglés decidí darle una oportunidad en castellano y, como no, he leído los siete, curiosamente el último también en inglés. Las novelas enganchan, no son obras magistrales ni pasarán a la historia por su calidad literaria, pero sí lo harán por el éxito logrado y por haber conseguido que miles, millones de niños se emocionen con un libro en la mano, y lo lean, y sueñen con sus personajes, y ansíen nuevas ediciones. Sólo por eso Harry Potter merece estar en los cielos, y es que ha hecho más por difundir la lectura en los críos que todas las campañas públicas que se hayan hecho desde cualquier gobierno del mundo. En el cine, al lado mío, estaba una chica joven, de comedido aspecto siniestro, y dos amigos, que antes de empezar la película se contaban cómo se habían iniciado en el mundo Potter. La chica conoció el fenómeno en el tercer libro, que le recomendaron en el instituto y se lo leyó, sin ganas, pero acabó convencida, y de ahí en adelante todos. De hecho en el quinto se encontró con problemas en casa, porque su madre no se lo había comprado pero un amigo de la chica se lo quería dejar. Como ese amigo el caía muy mal a la madre no le permitía que le dejase ni regalase cosas a su hija, pero al final ella se agenció el libro del amigo. Para evitar riesgos lo leía de noche en su cuarto, cuando su madre ya estaba dormida, y cada día lo escondía en un lugar distinto, y la noche se le pasaba volando en medio de las aventuras de Harry, Hermione, Ron y el resto de personajes. Al final, como no, la madre encontró el libro en el cuarto (las madres siempre lo encuentran todo) y le echó la bronca pero, según decía la chica, al final se puso contenta porque la travesura de su hija había consistido en leer a escondidas. A partir de ahí la madre le compró los libros pasados que le faltaban y los restantes que salieran, y le había pagado todas las entradas a las películas, pese a que ella ya disponía de ingresos para ello, y le había comprado los DVD de todas las películas, como muestra de solidaridad con la Pottermanía. No se, quizás la madre, mientras su hija estaba en el cine con los amigos viendo la película, estaba en casa releyendo los libros, o recordando el día en el que Harry Potter entró en su casa y se asentó bajo la particular escalera de su hogar, y su magia lo cambió para siempre.
Como esta seguro que hay miles de historias de fanáticos, admiradores y, en general, apasionados de Potter que han crecido con él a lo largo de esta década y media, sobre como lo descubrieron y se engancharon. Como los actores de las películas, los niños seguidores de las primeras novelas son hoy casi treintañeros, que luchan contra el Voldemort real del desempleo, pero que mantienen la ilusión de gritar “expelliarmus” cuando las facturas o las letras del piso amenazan con llevárselos por delante. Y es que Harry Potter ya es como de nuestra familia, lleva media vida con nosotros, y será imposible olvidar sus historias, hechizos y aventuras.
El primer libro de la serie de Harry Potter se publicó en España hace catorce años, ¿no pensaban que tantos, verdad? Yo tampoco, y eso que en aquellos tiempos, como alumno de tercero de inglés de la escuela de idiomas de Bilbao me hicieron leer el primer libro, que contiene un vocabulario horrendo. Tras lo mucho que sufrí con el inglés decidí darle una oportunidad en castellano y, como no, he leído los siete, curiosamente el último también en inglés. Las novelas enganchan, no son obras magistrales ni pasarán a la historia por su calidad literaria, pero sí lo harán por el éxito logrado y por haber conseguido que miles, millones de niños se emocionen con un libro en la mano, y lo lean, y sueñen con sus personajes, y ansíen nuevas ediciones. Sólo por eso Harry Potter merece estar en los cielos, y es que ha hecho más por difundir la lectura en los críos que todas las campañas públicas que se hayan hecho desde cualquier gobierno del mundo. En el cine, al lado mío, estaba una chica joven, de comedido aspecto siniestro, y dos amigos, que antes de empezar la película se contaban cómo se habían iniciado en el mundo Potter. La chica conoció el fenómeno en el tercer libro, que le recomendaron en el instituto y se lo leyó, sin ganas, pero acabó convencida, y de ahí en adelante todos. De hecho en el quinto se encontró con problemas en casa, porque su madre no se lo había comprado pero un amigo de la chica se lo quería dejar. Como ese amigo el caía muy mal a la madre no le permitía que le dejase ni regalase cosas a su hija, pero al final ella se agenció el libro del amigo. Para evitar riesgos lo leía de noche en su cuarto, cuando su madre ya estaba dormida, y cada día lo escondía en un lugar distinto, y la noche se le pasaba volando en medio de las aventuras de Harry, Hermione, Ron y el resto de personajes. Al final, como no, la madre encontró el libro en el cuarto (las madres siempre lo encuentran todo) y le echó la bronca pero, según decía la chica, al final se puso contenta porque la travesura de su hija había consistido en leer a escondidas. A partir de ahí la madre le compró los libros pasados que le faltaban y los restantes que salieran, y le había pagado todas las entradas a las películas, pese a que ella ya disponía de ingresos para ello, y le había comprado los DVD de todas las películas, como muestra de solidaridad con la Pottermanía. No se, quizás la madre, mientras su hija estaba en el cine con los amigos viendo la película, estaba en casa releyendo los libros, o recordando el día en el que Harry Potter entró en su casa y se asentó bajo la particular escalera de su hogar, y su magia lo cambió para siempre.
Como esta seguro que hay miles de historias de fanáticos, admiradores y, en general, apasionados de Potter que han crecido con él a lo largo de esta década y media, sobre como lo descubrieron y se engancharon. Como los actores de las películas, los niños seguidores de las primeras novelas son hoy casi treintañeros, que luchan contra el Voldemort real del desempleo, pero que mantienen la ilusión de gritar “expelliarmus” cuando las facturas o las letras del piso amenazan con llevárselos por delante. Y es que Harry Potter ya es como de nuestra familia, lleva media vida con nosotros, y será imposible olvidar sus historias, hechizos y aventuras.
lunes, julio 18, 2011
Las librerías frente a la crisis (para ecobook)
Sin irse a datos macroeconómicos farragosos y sin manejar estadísticas complejas, uno de los síntomas de la dureza y profundidad de la crisis que vivimos lo puede usted palpar si sale a dar un paseo por su barrio. Seguro que en él abundan los carteles de “Se traspasa”, “liquidación por cierres” o similares, junto a lonjas que antes eran tiendas, nuevas o de toda la vida, y que ahora permanecen cerradas sin visos de que vuelvan a abrirse en breve. El tejido comercial de barrio está sufriendo esta crisis como el que más, y tardará años en recuperarse.
Y dentro de esas tiendas que cierran, el caso de las librerías es de los más duros e irremplazables. Hace años en todos los barrios había una librería que hacía de papelería y de todo lo relacionado con el mundo de escribir. En ella los niños compraban bolígrafos, escuadras, cuadernos y demás utensilios y los adultos adquirían libros o papel de envoltorio. Eran comercios modestos, que poseían un escaso fondo de catálogo, y que vivían más del negocio papelero que del editorial. Junto a ellos surgían las librerías de verdad, locales también modestos en su mayoría, pero que se dedicaban en exclusiva al mundo editorial. Algunas de ellas eran temáticas, y otras generalistas, pero entre todas se generaba una red de librerías que permitía mantener vivo el espíritu de lectura del barrio, e incluso la ciudad. Muchas llevaban años abiertas, y eran regentadas en algunos casos por sagas familiares que desde hace décadas conocían a sus vecinos y residentes, y tenían una acervo sobre lo que se había publicado en tal o cual tema que era digno de elogio. ¿Por qué estoy usando en todas las frases verbos en pasado? Porque la mayor parte de esas pequeñas librerías ya no existen. Muchas cerraron cuando los centros comerciales y las grandes superficies especializadas empezaron a vender libros en grandes cantidades. Ante ellos, tanto por catálogo como por oferta, la tienda de barrio poco podía hacer, y muchas echaron la persiana. La crisis actual, que ha hecho caer las ventas en general, y que ha supuesto el final del crédito bancario para muchos comercios, haciéndoles imposible si quiera financiar el circulante diario, ha sido la puntilla para las librerías que sobrevivieron a la ola anterior. Incluso en una ciudad populosa como Madrid, en la que según las estadísticas se lee más que en la media de España, el derrumbe de las librerías es ostensible. Viendo el panorama y el futuro, ese libro electrónico que llega y no llega, algunas de ellas han optado por reciclarse y convertirse en librerías cafetería, tratando de que la barra y las copas les generen los ingresos necesarios para sostener las estanterías que decoran el local. Otras se han especializado aún más y, buscando la tendencia que más de moda se encuentre en el momento, organizan charlas, debates, monográficos y tratan de convertir su local en un club de lectura, en un lugar de encuentro entre apasionados del tema que se trate. La imaginación al poder, y que funcione, porque para muchas es su última oportunidad, si dado como parece la crisis, lejos de remitir, se extiende.
Estas y otras reflexiones surgieron el pasado viernes en una charla muy interesante que mantuve con el responsable de la librería ecobook, uno de esos pequeños negocios regentados por enamorados del libro, en este caso centrado en la economía, que ven como su amor no es del todo correspondido por las ventas y el gran público, pero que día a día levantan la persiana tratando de sobrevivir y llevar la pasión del libro a todo aquel que se acerque a su negocio. Por ello, si quieren hacerse con libros que les cuenten cosas interesantes sobre el turbulento mudo que estamos viviendo, pásense por su local, sito en un barrio muy bonito, revisen sus anaqueles y seguro que encuentran algo de interés que llevarse a casa.
Y dentro de esas tiendas que cierran, el caso de las librerías es de los más duros e irremplazables. Hace años en todos los barrios había una librería que hacía de papelería y de todo lo relacionado con el mundo de escribir. En ella los niños compraban bolígrafos, escuadras, cuadernos y demás utensilios y los adultos adquirían libros o papel de envoltorio. Eran comercios modestos, que poseían un escaso fondo de catálogo, y que vivían más del negocio papelero que del editorial. Junto a ellos surgían las librerías de verdad, locales también modestos en su mayoría, pero que se dedicaban en exclusiva al mundo editorial. Algunas de ellas eran temáticas, y otras generalistas, pero entre todas se generaba una red de librerías que permitía mantener vivo el espíritu de lectura del barrio, e incluso la ciudad. Muchas llevaban años abiertas, y eran regentadas en algunos casos por sagas familiares que desde hace décadas conocían a sus vecinos y residentes, y tenían una acervo sobre lo que se había publicado en tal o cual tema que era digno de elogio. ¿Por qué estoy usando en todas las frases verbos en pasado? Porque la mayor parte de esas pequeñas librerías ya no existen. Muchas cerraron cuando los centros comerciales y las grandes superficies especializadas empezaron a vender libros en grandes cantidades. Ante ellos, tanto por catálogo como por oferta, la tienda de barrio poco podía hacer, y muchas echaron la persiana. La crisis actual, que ha hecho caer las ventas en general, y que ha supuesto el final del crédito bancario para muchos comercios, haciéndoles imposible si quiera financiar el circulante diario, ha sido la puntilla para las librerías que sobrevivieron a la ola anterior. Incluso en una ciudad populosa como Madrid, en la que según las estadísticas se lee más que en la media de España, el derrumbe de las librerías es ostensible. Viendo el panorama y el futuro, ese libro electrónico que llega y no llega, algunas de ellas han optado por reciclarse y convertirse en librerías cafetería, tratando de que la barra y las copas les generen los ingresos necesarios para sostener las estanterías que decoran el local. Otras se han especializado aún más y, buscando la tendencia que más de moda se encuentre en el momento, organizan charlas, debates, monográficos y tratan de convertir su local en un club de lectura, en un lugar de encuentro entre apasionados del tema que se trate. La imaginación al poder, y que funcione, porque para muchas es su última oportunidad, si dado como parece la crisis, lejos de remitir, se extiende.
Estas y otras reflexiones surgieron el pasado viernes en una charla muy interesante que mantuve con el responsable de la librería ecobook, uno de esos pequeños negocios regentados por enamorados del libro, en este caso centrado en la economía, que ven como su amor no es del todo correspondido por las ventas y el gran público, pero que día a día levantan la persiana tratando de sobrevivir y llevar la pasión del libro a todo aquel que se acerque a su negocio. Por ello, si quieren hacerse con libros que les cuenten cosas interesantes sobre el turbulento mudo que estamos viviendo, pásense por su local, sito en un barrio muy bonito, revisen sus anaqueles y seguro que encuentran algo de interés que llevarse a casa.
viernes, julio 15, 2011
Luchemos contra el periodismo basura
Estamos en la época de las cosas basura. Desde hace tiempo la llamada comida basura se ha instalado en nuestras vidas, la telebasura llena nuestra pantalla y sólo se puede huir de ella apagando el televisor, y el periodismo basura, en sus múltiples versiones, se ha hecho con parte de los medios de comunicación. Esto ha tenido más relevancia en el mundo anglosajón, donde los periódicos sensacionalistas siempre han estado al borde de franquear al límite entre el escándalo y el delito. Ahora parece que tenemos pruebas de que hace tiempo traspasaron esa frontera.
Si no fuera por el derrumbe económico y político de Europa, la gran noticia de esta semana, y me atrevo a decir que del mes, es el asunto del cierre del periódico News of the World y de todo lo que está sucediendo en torno a los medios controlados por Rupert Murdoch. Hace ay semanas que se destaparon denuncias de que ese periódico, de edición dominical, había pinchado ilegalmente teléfonos de víctimas de los atentados del 5J en Londres, de padres de niños secuestrados y de adolescentes maltratadas, había manipulado mensajes dejados en móviles privados, sobornado para acceder a información privada sobre la vida y enfermedades de cargos públicos y, en definitiva, una serie de acusaciones gravísimas. Sólo oír las acusaciones resulta ofensivo, y la decisión de Murdoch de cerrar ese periódico, el más veterano de los existentes en Inglaterra, y el más rentable de los que edita su grupo, está a la altura de los delitos presuntamente cometidos. Si sumamos a esto que algunos directivos de News of the Wolrd han ocupado cargos hasta hace muy poco en el gobierno inglés de David Cameron, y el peso y poder de Rupert Murdoch en el mundo anglosajón, tenemos el escándalo perfecto, en el que se mezcla intriga, poder, corrupción, y delincuencia por parte de, todos juntitos, periodistas y políticos. Estos días, ocultos entre los titulares de la prima, se han deslizado varios comentaristas reflexionando lo que todo esto supone para el ejercicio del periodismo. Se ha tratado de relativizarlo al considerar que, frente a los periódicos “serios” el News y otros son periódicos basura per se, y que no es de extrañar que al final hayan caído presas de su propia codicia y ausencia de valores. Pero no debemos olvidar que esos periódicos, que los ingleses llaman tabloides porque son más pequeños que los serios, venden millones de ejemplares, roban miles de lectores a la prensa seria e ingresan millones de euros, en un mercado tan competitivo como el de la información. ¿A qué está dispuesto un periódico a renunciar a cambio de una exclusiva? ¿Dónde pone el límite? No es nueva la imagen del director de periódico desquiciado, obsesionado en su despacho por la exclusiva, al precio que sea. La clara adscripción ideológica de cada una de las cabeceras a un partido o ideología, cosa que pasa en Inglaterra, España y Tanzania, seguramente, unida a la crisis de ingresos que vive la prensa, ha hecho que en estos últimos años los periódicos sensacionalistas lo sean cada vez más y los serios cada vez menos. Además, en épocas de penuria como esta un periódico depende en extremo de sus anunciantes, a los que difícilmente criticará, y del gobierno, que inserta publicidad institucional en sus páginas. ¿Se puede comprar así a la prensa? Se es más independiente si un medio tiene autonomía financiera, pero ¿Cómo obtenerla? ¿y qué hipoteca se esconderá detrás de los ingresos del grupo?. ¿Cómo sobrevivir a un mundo en el que Internet lo ha cambiado todo y ha multiplicado la competencia hasta el infinito?
Como verán el debate es muy complejo. Más allá de que lo que haya hecho el grupo Murdoch en Inglaterra, y está por ver si en EEUU, sea un flagrante y repulsivo delito, la prensa y los medios serios se enfrentan a un complejo futuro en el que, si desean sobrevivir, al menos deberán mantener un estilo y ser muy rigurosos, porque su credibilidad será de las pocas cosas que seguirán siendo de su patrimonio, editen en papel o se lean en un tablet o comenten en twitter. Urge que la prensa se recupere del asunto Murdoch y haga limpieza, porque no sólo de políticos corruptos está lleno el mundo, sino también de algunos que se hacían llamar periodistas…..
Si no fuera por el derrumbe económico y político de Europa, la gran noticia de esta semana, y me atrevo a decir que del mes, es el asunto del cierre del periódico News of the World y de todo lo que está sucediendo en torno a los medios controlados por Rupert Murdoch. Hace ay semanas que se destaparon denuncias de que ese periódico, de edición dominical, había pinchado ilegalmente teléfonos de víctimas de los atentados del 5J en Londres, de padres de niños secuestrados y de adolescentes maltratadas, había manipulado mensajes dejados en móviles privados, sobornado para acceder a información privada sobre la vida y enfermedades de cargos públicos y, en definitiva, una serie de acusaciones gravísimas. Sólo oír las acusaciones resulta ofensivo, y la decisión de Murdoch de cerrar ese periódico, el más veterano de los existentes en Inglaterra, y el más rentable de los que edita su grupo, está a la altura de los delitos presuntamente cometidos. Si sumamos a esto que algunos directivos de News of the Wolrd han ocupado cargos hasta hace muy poco en el gobierno inglés de David Cameron, y el peso y poder de Rupert Murdoch en el mundo anglosajón, tenemos el escándalo perfecto, en el que se mezcla intriga, poder, corrupción, y delincuencia por parte de, todos juntitos, periodistas y políticos. Estos días, ocultos entre los titulares de la prima, se han deslizado varios comentaristas reflexionando lo que todo esto supone para el ejercicio del periodismo. Se ha tratado de relativizarlo al considerar que, frente a los periódicos “serios” el News y otros son periódicos basura per se, y que no es de extrañar que al final hayan caído presas de su propia codicia y ausencia de valores. Pero no debemos olvidar que esos periódicos, que los ingleses llaman tabloides porque son más pequeños que los serios, venden millones de ejemplares, roban miles de lectores a la prensa seria e ingresan millones de euros, en un mercado tan competitivo como el de la información. ¿A qué está dispuesto un periódico a renunciar a cambio de una exclusiva? ¿Dónde pone el límite? No es nueva la imagen del director de periódico desquiciado, obsesionado en su despacho por la exclusiva, al precio que sea. La clara adscripción ideológica de cada una de las cabeceras a un partido o ideología, cosa que pasa en Inglaterra, España y Tanzania, seguramente, unida a la crisis de ingresos que vive la prensa, ha hecho que en estos últimos años los periódicos sensacionalistas lo sean cada vez más y los serios cada vez menos. Además, en épocas de penuria como esta un periódico depende en extremo de sus anunciantes, a los que difícilmente criticará, y del gobierno, que inserta publicidad institucional en sus páginas. ¿Se puede comprar así a la prensa? Se es más independiente si un medio tiene autonomía financiera, pero ¿Cómo obtenerla? ¿y qué hipoteca se esconderá detrás de los ingresos del grupo?. ¿Cómo sobrevivir a un mundo en el que Internet lo ha cambiado todo y ha multiplicado la competencia hasta el infinito?
Como verán el debate es muy complejo. Más allá de que lo que haya hecho el grupo Murdoch en Inglaterra, y está por ver si en EEUU, sea un flagrante y repulsivo delito, la prensa y los medios serios se enfrentan a un complejo futuro en el que, si desean sobrevivir, al menos deberán mantener un estilo y ser muy rigurosos, porque su credibilidad será de las pocas cosas que seguirán siendo de su patrimonio, editen en papel o se lean en un tablet o comenten en twitter. Urge que la prensa se recupere del asunto Murdoch y haga limpieza, porque no sólo de políticos corruptos está lleno el mundo, sino también de algunos que se hacían llamar periodistas…..
jueves, julio 14, 2011
La taquicardia olímpica (para DCM)
Menos mal que en el mundo de la incertidumbre y tensión continua en el que vivimos hay cosas que se mantienen fieles a la tradición y nos relajan con su carácter previsible y seguro. Algo así es lo que sucede con la candidatura olímpica de Madrid, siempre rechazada y nuevamente presentada para cada nueva ocasión. ¿Había dudas de que Gallardón lo volviera a intentar? Pues ya están despejadas, volvemos a la carga, y la cabezonada del alcalde esta vez tiene una fecha muy redonda. 2020.
Ante esta noticia hay dos visiones. La optimista es que puede servir como revulsivo para una ciudad y, por extensión, un país abatido, sumido en la crisis y desesperanzado. El hecho de competir en sí es positivo y estimula las ganas de superación de la ciudad frente a sus teóricos rivales (se habla de Roma y Estambul, ya veremos). Como se ha intentado varias veces ya se sabe como hacer la candidatura de una manera automática, con menores costes, y se pueden aprovechar las infraestructuras creadas en su momento para impresionar al COI y que ahora viven sin pena ni gloria, pero ahí están. La visión contrariada es, sobre todo, económica. Madrid es el Ayuntamiento más endeudado de España, con unos 7.000 millones de euros de deuda, y en medio de la crisis tan profunda que vivimos lo que debiera hacer el consistorio es reducir gastos, recortar y tratar de pagar las facturas para no caer en la bancarrota. ¿Nos podemos permitir un dispendio como el de la candidatura olímpica en esta coyuntura? Para tratar de contrarrestar estas críticas, las más duras y consistentes, el Ayuntamiento ha afirmado que no ejecutará ninguna obra hasta que sepa si realmente es la ciudad escogida. Es decir, hacemos la campaña de propaganda, los anuncios, logotipos, carteles, agasajos y demás prebendas a los miembros del COI (los coitos, que decía Alsina) y, si todo eso funciona y nos escogen, empezamos a mover las grúas y excavadoras. Hay que reconocer que no es mal planteamiento para vender una candidatura austera, pero al sufrido habitante de esta ciudad, habituado a que los impuestos de todo tipo le agobien como mosquitos en verano, le queda la sensación de que esa campaña de promoción olímpica pueda ser financiada con una tasa adicional a la querida tasa de la basura, o con otro impuesto que Gallardón y su equipo se saquen de la manga. Además, tras dos intentos serios, rechazados por argumentos más políticos que técnicos y deportivos, hay una cierta sensación de hastío. Proclama Gallardón que tiene el sentimiento de que esta vez sí, que las anteriores no pudieron ser pero esta sí que sí, que está convencido. No se, a mi me pasa algo parecido con las chicas. Tras un estrepitoso (y enésimo) fracaso creo que no hay nada que hacer ya, pero acabo “ilusionándome” con otra bella mujer, y elaboro mi particular campaña de promoción, que los que me conocen en estos aspectos saben que es MUY particular. Y presiento que esta vez puede ser que sí, que esa chica sí mirará, sonreirá y dirá que también me quiere…. pero vuelve a ser que no. Y yo y mi particular comité olímpico acabamos hechos polvo. Qué opinas, Gallardón, ¿merece la pena seguir intentándolo?
Ha hecho furor transformar el lema de la corazonada de la candidatura anterior en la cabezonada del alcalde por los juegos. No dudo que Madrid los tendrá, porque visto lo visto nos vamos a presentar hasta que nos los den, al menos mientras Alberto tenga influencias. Sin embargo creo que esta vez el horno financiero no está para ningún bollo. Me parece que lo urgente (eludir la quiebra y pagar la deuda) está por delante de lo importante (la proyección de Madrid como capital mundial). Me da pena, pero no creo que podamos permitirnos una nueva candidatura actualmente, aunque puede que, como con las chicas, también esté equivocado en este aspecto.
Ante esta noticia hay dos visiones. La optimista es que puede servir como revulsivo para una ciudad y, por extensión, un país abatido, sumido en la crisis y desesperanzado. El hecho de competir en sí es positivo y estimula las ganas de superación de la ciudad frente a sus teóricos rivales (se habla de Roma y Estambul, ya veremos). Como se ha intentado varias veces ya se sabe como hacer la candidatura de una manera automática, con menores costes, y se pueden aprovechar las infraestructuras creadas en su momento para impresionar al COI y que ahora viven sin pena ni gloria, pero ahí están. La visión contrariada es, sobre todo, económica. Madrid es el Ayuntamiento más endeudado de España, con unos 7.000 millones de euros de deuda, y en medio de la crisis tan profunda que vivimos lo que debiera hacer el consistorio es reducir gastos, recortar y tratar de pagar las facturas para no caer en la bancarrota. ¿Nos podemos permitir un dispendio como el de la candidatura olímpica en esta coyuntura? Para tratar de contrarrestar estas críticas, las más duras y consistentes, el Ayuntamiento ha afirmado que no ejecutará ninguna obra hasta que sepa si realmente es la ciudad escogida. Es decir, hacemos la campaña de propaganda, los anuncios, logotipos, carteles, agasajos y demás prebendas a los miembros del COI (los coitos, que decía Alsina) y, si todo eso funciona y nos escogen, empezamos a mover las grúas y excavadoras. Hay que reconocer que no es mal planteamiento para vender una candidatura austera, pero al sufrido habitante de esta ciudad, habituado a que los impuestos de todo tipo le agobien como mosquitos en verano, le queda la sensación de que esa campaña de promoción olímpica pueda ser financiada con una tasa adicional a la querida tasa de la basura, o con otro impuesto que Gallardón y su equipo se saquen de la manga. Además, tras dos intentos serios, rechazados por argumentos más políticos que técnicos y deportivos, hay una cierta sensación de hastío. Proclama Gallardón que tiene el sentimiento de que esta vez sí, que las anteriores no pudieron ser pero esta sí que sí, que está convencido. No se, a mi me pasa algo parecido con las chicas. Tras un estrepitoso (y enésimo) fracaso creo que no hay nada que hacer ya, pero acabo “ilusionándome” con otra bella mujer, y elaboro mi particular campaña de promoción, que los que me conocen en estos aspectos saben que es MUY particular. Y presiento que esta vez puede ser que sí, que esa chica sí mirará, sonreirá y dirá que también me quiere…. pero vuelve a ser que no. Y yo y mi particular comité olímpico acabamos hechos polvo. Qué opinas, Gallardón, ¿merece la pena seguir intentándolo?
Ha hecho furor transformar el lema de la corazonada de la candidatura anterior en la cabezonada del alcalde por los juegos. No dudo que Madrid los tendrá, porque visto lo visto nos vamos a presentar hasta que nos los den, al menos mientras Alberto tenga influencias. Sin embargo creo que esta vez el horno financiero no está para ningún bollo. Me parece que lo urgente (eludir la quiebra y pagar la deuda) está por delante de lo importante (la proyección de Madrid como capital mundial). Me da pena, pero no creo que podamos permitirnos una nueva candidatura actualmente, aunque puede que, como con las chicas, también esté equivocado en este aspecto.
miércoles, julio 13, 2011
La hora de los valientes
En ciertas ocasiones hay que usar la ironía para tratar de huir del dramatismo de las situaciones que vivimos, y esa ironía sea quizás la única arma que nos quede. Cuenta una vieja cita, cuyo autor y contexto no recuerdo, que en medio de un discurso a la nación, el presidente de un país africano pobre, desgarrado por la guerra y sumido en el caos, dijo que “nos encontrábamos al borde del abismo y hemos dado un gran paso adelante”. Ayer por la mañana la Unión Europea (UE) estuvo a punto de dar ese paso y hundirse por completo.
Hemos librado la primera bola de partido, y por los pelos, pero el monstruo sigue ahí. Podemos discutir mucho y apasionadamente sobre cómo hemos llevado hasta este punto y de quién tiene más o menos culpa al respecto. Un buen resumen es este artículo de McCoy que dice muchas verdades condensadas, pero lo cierto es que estamos al borde del abismo. La UE se juega su futuro como zona monetaria, e incluso como proyecto político, y depende de lo que haga sobrevivirá o no. España, uno de los problemas, ya ha llegado a una situación en la que el gobierno presente de ZP no es capaz de encontrar la salida y, de producirse elecciones, el nuevo gobierno del PP sería triturado por una realidad tan compleja como insoportable. Ha llegado el momento de que los líderes europeos demuestren que son líderes y que les importa Europa. Las conclusiones de la reunión del Lunes, dejar la solución del problema griego para septiembre, como si de recuperar sociales se tratase, dieron la impresión de asistir al encuentro de una pandilla de inconscientes que no saben a lo que se enfrentan. Parece que finalmente sí habrá una reunión el viernes del eurogrupo, tras el resultado de los test de estrés a la banca. Creo que esa reunión debe decidir pocas cosas, pero de una manera muy clara. La principal es afrontar la reestructuración de la deuda griega, el mecanismo de cómo aplicar las quitas derivadas de la quiebra, que debe ser reconocida, de Grecia, y forzar a los acreedores del país, públicos y privados, a hacerse a la idea de que habrá pérdidas. No veo otra solución. Entre otras cosas porque después vendrá Portugal, o Irlanda, cuyos bonos hoy ya no valen nada. Los países del sur se deben ver abocados a una profunda y dura reestructuración para enjuagar las deudas de los años del derroche, y los países del norte deben afrontar las pérdidas derivadas de inversiones que no podrán nunca ser recuperadas. Se debe establecer un sistema de emisión de eurobonos tutelado por el BCE y, empezando por los países deudores, renunciar a la soberanía presupuestaria y asumir un control de sus tesoros por parte del BCE, en lo que sería el embrión de una política fiscal unitaria. Todos perdemos en este juego, ya no hay vuelta atrás. Y esto debe asumirse, decidirse y comunicarse de una manera rotunda, firme y unitaria. Por una vez en la vida los gobernantes europeos deben olvidarse de las elecciones, los votos y las encuestas. Anunciar la quiebra griega y la pérdida de fondos de los bancos alemanes descapitalizará en gran parte al BCE, será otro terremoto para las bolsas y los índices financieros, hundirá a Papandreu, Merkel, Sarkozy y todos los demás en el pozo de las encuestas donde desde hace mucho vive ZP y les abocará a perder las elecciones, sí, pero es la única alternativa que veo para que Europa en su conjunto no se derrumbe.
Debemos conservar el euro y la UE. No son un sueño, sino el fruto de años de trabajo y esfuerzo de millones de personas, que no pueden ser arrojados por al borda de esta manera. LA destrucción del euro implicaría seguramente la de la propia UE, sería la asunción de un enorme fracaso colectivo y una pesadilla económica para todos los países. Sólo conservaremos la UE si avanzamos, decididos, unidos y convencidos, hacia una mayor integración. Así, el viernes los dirigentes de la UE deben dar la talla, afrontar que esta guerra se va a ganar y que se hará lo necesario. De lo contrario, el panorama será desolador.
Hemos librado la primera bola de partido, y por los pelos, pero el monstruo sigue ahí. Podemos discutir mucho y apasionadamente sobre cómo hemos llevado hasta este punto y de quién tiene más o menos culpa al respecto. Un buen resumen es este artículo de McCoy que dice muchas verdades condensadas, pero lo cierto es que estamos al borde del abismo. La UE se juega su futuro como zona monetaria, e incluso como proyecto político, y depende de lo que haga sobrevivirá o no. España, uno de los problemas, ya ha llegado a una situación en la que el gobierno presente de ZP no es capaz de encontrar la salida y, de producirse elecciones, el nuevo gobierno del PP sería triturado por una realidad tan compleja como insoportable. Ha llegado el momento de que los líderes europeos demuestren que son líderes y que les importa Europa. Las conclusiones de la reunión del Lunes, dejar la solución del problema griego para septiembre, como si de recuperar sociales se tratase, dieron la impresión de asistir al encuentro de una pandilla de inconscientes que no saben a lo que se enfrentan. Parece que finalmente sí habrá una reunión el viernes del eurogrupo, tras el resultado de los test de estrés a la banca. Creo que esa reunión debe decidir pocas cosas, pero de una manera muy clara. La principal es afrontar la reestructuración de la deuda griega, el mecanismo de cómo aplicar las quitas derivadas de la quiebra, que debe ser reconocida, de Grecia, y forzar a los acreedores del país, públicos y privados, a hacerse a la idea de que habrá pérdidas. No veo otra solución. Entre otras cosas porque después vendrá Portugal, o Irlanda, cuyos bonos hoy ya no valen nada. Los países del sur se deben ver abocados a una profunda y dura reestructuración para enjuagar las deudas de los años del derroche, y los países del norte deben afrontar las pérdidas derivadas de inversiones que no podrán nunca ser recuperadas. Se debe establecer un sistema de emisión de eurobonos tutelado por el BCE y, empezando por los países deudores, renunciar a la soberanía presupuestaria y asumir un control de sus tesoros por parte del BCE, en lo que sería el embrión de una política fiscal unitaria. Todos perdemos en este juego, ya no hay vuelta atrás. Y esto debe asumirse, decidirse y comunicarse de una manera rotunda, firme y unitaria. Por una vez en la vida los gobernantes europeos deben olvidarse de las elecciones, los votos y las encuestas. Anunciar la quiebra griega y la pérdida de fondos de los bancos alemanes descapitalizará en gran parte al BCE, será otro terremoto para las bolsas y los índices financieros, hundirá a Papandreu, Merkel, Sarkozy y todos los demás en el pozo de las encuestas donde desde hace mucho vive ZP y les abocará a perder las elecciones, sí, pero es la única alternativa que veo para que Europa en su conjunto no se derrumbe.
Debemos conservar el euro y la UE. No son un sueño, sino el fruto de años de trabajo y esfuerzo de millones de personas, que no pueden ser arrojados por al borda de esta manera. LA destrucción del euro implicaría seguramente la de la propia UE, sería la asunción de un enorme fracaso colectivo y una pesadilla económica para todos los países. Sólo conservaremos la UE si avanzamos, decididos, unidos y convencidos, hacia una mayor integración. Así, el viernes los dirigentes de la UE deben dar la talla, afrontar que esta guerra se va a ganar y que se hará lo necesario. De lo contrario, el panorama será desolador.
martes, julio 12, 2011
La prima y el riesgo
Hasta hace algunos meses la expresión “prima de riesgo” era desconocida para muchos, y en todo caso, para los que le daban un cierto sentido, se asociaba a la despampanante prima de su novia o mujer que, estando como estaba, le hacía a uno pensar situaciones en las que pondría en riesgo su actual relación. “Vaya con la prima” o “Jo, cómo está la prima” se asociaban a conceptos carnales, algo voluptuosos y casi siempre seductores. Ahora la crisis ha vuelto la vida más gris y oscura, y el concepto de la prima y el riesgo han perdido toda su carnaza para ser sólo sinónimo de problemas.
Y según esa última reflexión, el de ayer fue un día muy problemático. En una jornada de caídas de las bolsas en todo el mundo y de muchos nervios, la prima de riesgo de la deuda italiana se disparó y la española se situó en torno a los 330 puntos básicos. ¿Qué quiere decir esto? Resumidamente, que para vender deuda española en el mundo hay que pagar un 3,3% más de interés que el bono alemán, la referencia en Europa. Nos sale más caro endeudarnos, y eso en el fondo es una medida del riesgo, porque cuanto más seguro y solvente es un país más dispuesto está el resto del mundo a prestarle dinero, y, por consiguiente, menos tiene que pagar por obtenerlo. Sin embargo, cuantas más dudas sobe la solvencia de uno, menos serán los que se ofrezcan para prestarle, y más tendrá que pagar para atraerlos. Le sale más caro. Este nivel de 330 es un dato de diferencia de puntos, resta entre el bono español y el alemán (concretamente el de plazo de amortización de diez años) y puede crecer porque se encarezca el español o se abarate el alemán. Ayer pasaron las dos cosas, y al final de la jornada el bono español se situaba, en la práctica, en torno al 6%. Quizá sea más fácil entenderlo si decimos que para el ciudadano “España” ayer el tipo de interés de su hipoteca a diez años era del 6%, mientras que para el ciudadano “Alemania“ su hipoteca estaba en el 2,7%. Y cuanto mayor es el interés, más hay que pagar por él y más dinero del presupuesto se come la deuda y los intereses asociados. Como verán el número de conceptos aumenta y calcular lo que supone ese incremento de diferencial sobre las finazas de cada país, siendo en todo caso malo, es difícil, pero la base de la ecuación es que a mayor diferencial, mayor volumen de deuda sobre el PIB, mayor déficit anual (que al final de cada año se suma al total de deuda) y peores sensaciones, sea eso lo que uno quiera interpretar, peor. Se puede entrar en un círculo vicioso de incremento de deuda y de tipos que impida que un país pueda obtener financiación exterior, ante lo cual le quedan dos alternativas. Renunciar a dicha financiación y, ante una situación de falta de liquidez, declarar una quiebra, o buscar un prestamista de última instancia que le proporcione el crédito que necesita a cambio de hacer lo que el prestamista le pida. En Europa fue Grecia el primer país que, hace un año, llegó a esa situación. Incapaz de vender su deuda en el mercado a un precio que realmente pudiera pagar, se arrojó en brazos de la UE, que desarrolló el llamado mecanismo de rescate para poder prestar dinero a Grecia. Desde entonces ha llovido mucho, sobre todo en invierno, y más países de los pequeños han entrado en situación Griega. Hace unas semanas la propia Grecia entró en una segunda fase, la de ser incapaz de hacer frente a sus obligaciones con el prestamista de última instancia, la UE, nosotros. Hubo mucho nerviosismo y se decidió in extremis dar el final del primer rescate a Grecia a cambio de su suicidio y ver que se hacía con el segundo.
Sin embargo, en unos pocos días, la situación se ha vuelto a descontrolar. Y esta vez ya no es un pequeño país periférico el afectado, no. Italia y España, dos piezas de caza mayor, la cuarta y quinta economía de la UE, que llevan años renqueando y endeudándose, se han puesto en el ojo del huracán. Este titular del abismo no es exagerado, ya que refleja muy bien donde estamos. No somos “rescatables”, y no podemos soportar muchos días como los de ayer, ni nosotros como país ni la UE como entidad supranacional. La reunión de esta noche del Eurogrupo en Bruselas y su, en el fondo, fracaso, apuntan a otro día de nervios y sangría financiera. No se ustedes, pero yo estoy empezando a preocuparme en serio.
Y según esa última reflexión, el de ayer fue un día muy problemático. En una jornada de caídas de las bolsas en todo el mundo y de muchos nervios, la prima de riesgo de la deuda italiana se disparó y la española se situó en torno a los 330 puntos básicos. ¿Qué quiere decir esto? Resumidamente, que para vender deuda española en el mundo hay que pagar un 3,3% más de interés que el bono alemán, la referencia en Europa. Nos sale más caro endeudarnos, y eso en el fondo es una medida del riesgo, porque cuanto más seguro y solvente es un país más dispuesto está el resto del mundo a prestarle dinero, y, por consiguiente, menos tiene que pagar por obtenerlo. Sin embargo, cuantas más dudas sobe la solvencia de uno, menos serán los que se ofrezcan para prestarle, y más tendrá que pagar para atraerlos. Le sale más caro. Este nivel de 330 es un dato de diferencia de puntos, resta entre el bono español y el alemán (concretamente el de plazo de amortización de diez años) y puede crecer porque se encarezca el español o se abarate el alemán. Ayer pasaron las dos cosas, y al final de la jornada el bono español se situaba, en la práctica, en torno al 6%. Quizá sea más fácil entenderlo si decimos que para el ciudadano “España” ayer el tipo de interés de su hipoteca a diez años era del 6%, mientras que para el ciudadano “Alemania“ su hipoteca estaba en el 2,7%. Y cuanto mayor es el interés, más hay que pagar por él y más dinero del presupuesto se come la deuda y los intereses asociados. Como verán el número de conceptos aumenta y calcular lo que supone ese incremento de diferencial sobre las finazas de cada país, siendo en todo caso malo, es difícil, pero la base de la ecuación es que a mayor diferencial, mayor volumen de deuda sobre el PIB, mayor déficit anual (que al final de cada año se suma al total de deuda) y peores sensaciones, sea eso lo que uno quiera interpretar, peor. Se puede entrar en un círculo vicioso de incremento de deuda y de tipos que impida que un país pueda obtener financiación exterior, ante lo cual le quedan dos alternativas. Renunciar a dicha financiación y, ante una situación de falta de liquidez, declarar una quiebra, o buscar un prestamista de última instancia que le proporcione el crédito que necesita a cambio de hacer lo que el prestamista le pida. En Europa fue Grecia el primer país que, hace un año, llegó a esa situación. Incapaz de vender su deuda en el mercado a un precio que realmente pudiera pagar, se arrojó en brazos de la UE, que desarrolló el llamado mecanismo de rescate para poder prestar dinero a Grecia. Desde entonces ha llovido mucho, sobre todo en invierno, y más países de los pequeños han entrado en situación Griega. Hace unas semanas la propia Grecia entró en una segunda fase, la de ser incapaz de hacer frente a sus obligaciones con el prestamista de última instancia, la UE, nosotros. Hubo mucho nerviosismo y se decidió in extremis dar el final del primer rescate a Grecia a cambio de su suicidio y ver que se hacía con el segundo.
Sin embargo, en unos pocos días, la situación se ha vuelto a descontrolar. Y esta vez ya no es un pequeño país periférico el afectado, no. Italia y España, dos piezas de caza mayor, la cuarta y quinta economía de la UE, que llevan años renqueando y endeudándose, se han puesto en el ojo del huracán. Este titular del abismo no es exagerado, ya que refleja muy bien donde estamos. No somos “rescatables”, y no podemos soportar muchos días como los de ayer, ni nosotros como país ni la UE como entidad supranacional. La reunión de esta noche del Eurogrupo en Bruselas y su, en el fondo, fracaso, apuntan a otro día de nervios y sangría financiera. No se ustedes, pero yo estoy empezando a preocuparme en serio.
lunes, julio 11, 2011
Las agencias de rating y la guía Michelín
Uno de los señalados como malos y culpables de esta crisis son las agencias de calificación. Desconocidas para casi todo el mundo antes del hundimiento de Lehman Brothers, los nombres de Moodys, Standar&Poors y Fitch son ahora como de la familia, pudiendo ser confundidos por algunos como marcas de electrodomésticos. La rebaja de la semana pasada de la deuda portuguesa por parte de Moodys enervó la sangre a medio mundo, sobre todo en Europa, y arreciaron las peticiones para crear una agencia calificadora europea. ¿Es eso necesario? ¿Solucionaría el problema? Creo que la respuesta es no a ambas preguntas.
El papel de las agencias es decisivo en un mundo de libertad de movimientos de capitales. Pongamos que deseo invertir y un conocido me recomienda la deuda australiana, pero no tengo ni idea de cómo es la economía de Australia. Voy al banco y pregunto si eso es seguro y solvente, o una idea de bombero. El del banco tampoco sabe nada, pero mira el informe que emite una de estas agencias, que se encarga de estudiar las economías de todos los países y ponerles unas notas ordenadas. Como son anglosajones usan el código basado en Aes, Bes y esas cosas, donde AAA es lo mejor, un 10 y D es lo peor (hay variaciones en la escala según la agencia, pero para el caso esto nos vale). El señor de al sucursal ve que Australia tiene una AA+, que es lo mejor después de la AAA, por lo que sí, parece una inversión segura. Dará poca rentabilidad pero me tendrá tranquilo un buen tiempo. Así, estas agencias gestionan información, y su producto es información, de tal manera que los agentes del mercado (y eso incluye a cada uno de los ahorradores, usted y yo incluidos) sepamos donde metemos nuestro dinero. Pero es sólo información. Uno luego puede hacer con su dinero lo que quiera, meter en productos calificados como AAA o arriesgarse a invertir en bonos basura a la espera de una carambola. Si se fijan esto es muy parecido a lo que hace la guía Michelín con los restaurantes. Cada año saca una lista con los mejores restaurantes del mundo, en este caso clasificados por estrellas. Los que obtienen tres estrellas son los mejores reciben premios y alabanzas, y son criticados por los que no las han obtenido, que se quejan de cómo Michelín hace el estudio. Sin embargo, como cada uno de nosotros no entiende de comida, cuando va de visita a un sitio pregunta si hay restaurantes con estrella Michelín, y usa la guía como referencia para una posible comida o cena, pudiendo también, obviamente, no hacer caso de lo que diga esa publicación e ir a comer a cualquier otro sitio que le inspire confianza o le guste. Si se fijan la situación es idéntica. En ambos casos existe un monopolio de calificaciones, puro en el caso de los restaurantes, de origen francés, y oligopolio norteamericano en el caso de la calificación de deuda. Y en ambos asuntos ninguno de los organismos posee el más mínimo componente “oficial”. Son empresas privadas que ponen notas y que el tiempo y la experiencia les ha ido dando un grado de oficialidad entre el público especializado y el mundo en general, pero no hay un organismo oficial ni ningún gobierno que avale sus opiniones. Curioso, ¿verdad? Si extendemos los paralelismos un poco más, y la guía Michelin destroza un año de estos los restaurantes españoles, siempre bien posicionados, reclamaremos crear un calificador de calidad culinaria español? ¿Acusaremos a Francia de usar una posición dominante y tener ganas de hundir a sus rivales? ¿Exigiremos una respuesta a Durao Barroso? Y a parte de comer Bacalao, como buen portugués, ¿Qué debiera hacer Barroso y la Comisión Europea al respecto?
Es cierto que lo de las agencias de deuda es más serio que todo esto, pero la solución al problema de unos países arruinados, como son Grecia, Portugal, Irlanda y otros más, no pasa, sobre todo, por reformar unas entidades privadas que se pueden equivocar, o no. Los dos pecados de las agencias, por los que aún no han purgado sus culpas, no tienen que ver con Europa, sino con su fracaso a la hora de calificar la deuda de Lehman Broteher y demás bonos subprime en 2008, y el conflicto de intereses que sufren al cobrar de quienes demandan su calificación. Esos son los graves problemas que hay que solucionar, y no meterse en discusiones bizantinas buscando culpables donde no los hay.
El papel de las agencias es decisivo en un mundo de libertad de movimientos de capitales. Pongamos que deseo invertir y un conocido me recomienda la deuda australiana, pero no tengo ni idea de cómo es la economía de Australia. Voy al banco y pregunto si eso es seguro y solvente, o una idea de bombero. El del banco tampoco sabe nada, pero mira el informe que emite una de estas agencias, que se encarga de estudiar las economías de todos los países y ponerles unas notas ordenadas. Como son anglosajones usan el código basado en Aes, Bes y esas cosas, donde AAA es lo mejor, un 10 y D es lo peor (hay variaciones en la escala según la agencia, pero para el caso esto nos vale). El señor de al sucursal ve que Australia tiene una AA+, que es lo mejor después de la AAA, por lo que sí, parece una inversión segura. Dará poca rentabilidad pero me tendrá tranquilo un buen tiempo. Así, estas agencias gestionan información, y su producto es información, de tal manera que los agentes del mercado (y eso incluye a cada uno de los ahorradores, usted y yo incluidos) sepamos donde metemos nuestro dinero. Pero es sólo información. Uno luego puede hacer con su dinero lo que quiera, meter en productos calificados como AAA o arriesgarse a invertir en bonos basura a la espera de una carambola. Si se fijan esto es muy parecido a lo que hace la guía Michelín con los restaurantes. Cada año saca una lista con los mejores restaurantes del mundo, en este caso clasificados por estrellas. Los que obtienen tres estrellas son los mejores reciben premios y alabanzas, y son criticados por los que no las han obtenido, que se quejan de cómo Michelín hace el estudio. Sin embargo, como cada uno de nosotros no entiende de comida, cuando va de visita a un sitio pregunta si hay restaurantes con estrella Michelín, y usa la guía como referencia para una posible comida o cena, pudiendo también, obviamente, no hacer caso de lo que diga esa publicación e ir a comer a cualquier otro sitio que le inspire confianza o le guste. Si se fijan la situación es idéntica. En ambos casos existe un monopolio de calificaciones, puro en el caso de los restaurantes, de origen francés, y oligopolio norteamericano en el caso de la calificación de deuda. Y en ambos asuntos ninguno de los organismos posee el más mínimo componente “oficial”. Son empresas privadas que ponen notas y que el tiempo y la experiencia les ha ido dando un grado de oficialidad entre el público especializado y el mundo en general, pero no hay un organismo oficial ni ningún gobierno que avale sus opiniones. Curioso, ¿verdad? Si extendemos los paralelismos un poco más, y la guía Michelin destroza un año de estos los restaurantes españoles, siempre bien posicionados, reclamaremos crear un calificador de calidad culinaria español? ¿Acusaremos a Francia de usar una posición dominante y tener ganas de hundir a sus rivales? ¿Exigiremos una respuesta a Durao Barroso? Y a parte de comer Bacalao, como buen portugués, ¿Qué debiera hacer Barroso y la Comisión Europea al respecto?
Es cierto que lo de las agencias de deuda es más serio que todo esto, pero la solución al problema de unos países arruinados, como son Grecia, Portugal, Irlanda y otros más, no pasa, sobre todo, por reformar unas entidades privadas que se pueden equivocar, o no. Los dos pecados de las agencias, por los que aún no han purgado sus culpas, no tienen que ver con Europa, sino con su fracaso a la hora de calificar la deuda de Lehman Broteher y demás bonos subprime en 2008, y el conflicto de intereses que sufren al cobrar de quienes demandan su calificación. Esos son los graves problemas que hay que solucionar, y no meterse en discusiones bizantinas buscando culpables donde no los hay.
viernes, julio 08, 2011
El último vuelo del Transbordador espacial
Hoy va a ser un día histórico, y de los de verdad. Si el tiempo o ningún otro problema de última hora no lo impide, a las 11:30 de la mañana de la hora local de Florida, 17:30 en España, se lanzará desde Cabo Cañaveral la última misión del Transbordador Espacial, la que posee como código el STS-135. El Atlantis, la última de las naves de la flotilla de la NASA disponible, y su tripulación de siete astronautas, despegarán en medio de un ruido atronador y, por última vez, veremos las imágenes del encendido y salida del cohete desde su plataforma. Se acaban 30 años de historia espacial.
Para muchos de nosotros el Transbordador ha sido el único cohete que hemos visto de manera familiar a lo largo de nuestras visas. Cierto es que rusos y chinos poseen lanzadores tripulados, y de hecho a partir de mañana, si no hay retrasos, sólo dispondremos de los cohetes rusos para llegar al espacio. Sin embargo en el imaginario colectivo un cohete espacial es el transbordador. Esa especie de avión extraño adosado a un inmenso depósito de combustible y a otros do cohetes auxiliares que, todo en su conjunto, se eleva hacia el cielo en un brutal disparo y que, al cabo de unas dos semanas, regresa como si de un avión se tratase, aterrizando en una pista de una manera convencional. El desarrollo del programa Shuttle, del que la NASA llegó a tener una flota de cinco unidades, supuso un revulsivo tecnológico y de inversión descomunal, y colocó a los EEUU a al cabeza de la tecnología aeroespacial. Al inicio de los ochenta los transbordadores parecían al lleva que abriría las puertas de un espacio accesible, barato y, hasta cierto punto, rutinario, pero el tiempo se encargo de demostrar que esta ilusión era falsa. Siendo como es la máquina más compleja creada por el hombre, el trabajo de mantenimiento y montaje de cada misión, y sus costes, empezaron a ser crecientes de una manera no prevista. El accidente del Challenger de 1986 lo cambió todo. La muerte de los siete astronautas de ese vuelo supuso un parón en el programa, una reevaluación tecnológica y, como no, un aumento de costes. A medida que pasaban los años el programa se hacía cada vez más complejo y los resultados operativos se alejaban. Para poner un satélite en órbita era mucho más barato y sencillo lanzar un clásico cohete desechable, y así programas como el europeo Arianne le fueron comiendo el mercado de lanzamientos orbitales. La construcción de la Estación Espacial Internacional ha sido, durante esto años, el gran objetivo del programa shuttle, actuando el transbordador como camión de carga, subiendo a la órbita pesados y complejos módulos para proceder a su montaje. La bella imagen que se puede ver en este enlace, en la que la Estación Espacial y el Transbordador Endeavour (STS-134) están unidos muestra el fruto de estos años de trabajo. A lo largo de estos años las misiones del Shuttle han permitido que los paseos espaciales sean “rutinas” de trabajo, han supuesto miles de horas de entrenamiento y puesta en práctica de procedimientos espaciales, han llevado a cabo cientos, miles de experimentos científicos y, pese al segundo accidente, que acabó con el Columbia y su tripulación en su reentrada a la Tierra en 2003, el balance del programa ha sido plenamente satisfactorio. ¿Y ahora, qué? Esa es la principal pregunta, y la más difícil de contestar. De momento, nada. EEUU se queda sin lanzadores tripulados, y en un momento de penuria económica la NASA se enfrenta a nuevas restricciones que alargarán los plazos para conseguir un nuevo sistema de lanzadores, en la configuración que se escoja. Así que después del lanzamiento se abre una gran y peligrosa incógnita.
El material gráfico sobre el transbordador en Internet es, simplemente, inabarcable. Sólo con la página de la NASA tendría uno para vivir durante mucho tiempo, pero no me resisto a poner dos enlaces que merecen la pena. Uno es un video muy cortito, de cómo suena en realidad un lanzamiento a cinco kilómetros de la plataforma de despegue, algo que ya nunca veremos, y otro es una película de casi un cuarto de hora editada por la NASA en alta definición como homenaje a la penúltima misión, la STS-134, acaecida hace unas pocas semanas. Seguro que nunca han visto imágenes como estas, ni un despegue desde la misma plataforma, ni el ascenso al espacio de una manera tan viva. Todo sea como homenaje a los catore fallecidos a lo largo del programa y a los miles de personas en todo el mundo que han trabajadazo por él. GRACIAS a todos por su esfuerzo.
Para muchos de nosotros el Transbordador ha sido el único cohete que hemos visto de manera familiar a lo largo de nuestras visas. Cierto es que rusos y chinos poseen lanzadores tripulados, y de hecho a partir de mañana, si no hay retrasos, sólo dispondremos de los cohetes rusos para llegar al espacio. Sin embargo en el imaginario colectivo un cohete espacial es el transbordador. Esa especie de avión extraño adosado a un inmenso depósito de combustible y a otros do cohetes auxiliares que, todo en su conjunto, se eleva hacia el cielo en un brutal disparo y que, al cabo de unas dos semanas, regresa como si de un avión se tratase, aterrizando en una pista de una manera convencional. El desarrollo del programa Shuttle, del que la NASA llegó a tener una flota de cinco unidades, supuso un revulsivo tecnológico y de inversión descomunal, y colocó a los EEUU a al cabeza de la tecnología aeroespacial. Al inicio de los ochenta los transbordadores parecían al lleva que abriría las puertas de un espacio accesible, barato y, hasta cierto punto, rutinario, pero el tiempo se encargo de demostrar que esta ilusión era falsa. Siendo como es la máquina más compleja creada por el hombre, el trabajo de mantenimiento y montaje de cada misión, y sus costes, empezaron a ser crecientes de una manera no prevista. El accidente del Challenger de 1986 lo cambió todo. La muerte de los siete astronautas de ese vuelo supuso un parón en el programa, una reevaluación tecnológica y, como no, un aumento de costes. A medida que pasaban los años el programa se hacía cada vez más complejo y los resultados operativos se alejaban. Para poner un satélite en órbita era mucho más barato y sencillo lanzar un clásico cohete desechable, y así programas como el europeo Arianne le fueron comiendo el mercado de lanzamientos orbitales. La construcción de la Estación Espacial Internacional ha sido, durante esto años, el gran objetivo del programa shuttle, actuando el transbordador como camión de carga, subiendo a la órbita pesados y complejos módulos para proceder a su montaje. La bella imagen que se puede ver en este enlace, en la que la Estación Espacial y el Transbordador Endeavour (STS-134) están unidos muestra el fruto de estos años de trabajo. A lo largo de estos años las misiones del Shuttle han permitido que los paseos espaciales sean “rutinas” de trabajo, han supuesto miles de horas de entrenamiento y puesta en práctica de procedimientos espaciales, han llevado a cabo cientos, miles de experimentos científicos y, pese al segundo accidente, que acabó con el Columbia y su tripulación en su reentrada a la Tierra en 2003, el balance del programa ha sido plenamente satisfactorio. ¿Y ahora, qué? Esa es la principal pregunta, y la más difícil de contestar. De momento, nada. EEUU se queda sin lanzadores tripulados, y en un momento de penuria económica la NASA se enfrenta a nuevas restricciones que alargarán los plazos para conseguir un nuevo sistema de lanzadores, en la configuración que se escoja. Así que después del lanzamiento se abre una gran y peligrosa incógnita.
El material gráfico sobre el transbordador en Internet es, simplemente, inabarcable. Sólo con la página de la NASA tendría uno para vivir durante mucho tiempo, pero no me resisto a poner dos enlaces que merecen la pena. Uno es un video muy cortito, de cómo suena en realidad un lanzamiento a cinco kilómetros de la plataforma de despegue, algo que ya nunca veremos, y otro es una película de casi un cuarto de hora editada por la NASA en alta definición como homenaje a la penúltima misión, la STS-134, acaecida hace unas pocas semanas. Seguro que nunca han visto imágenes como estas, ni un despegue desde la misma plataforma, ni el ascenso al espacio de una manera tan viva. Todo sea como homenaje a los catore fallecidos a lo largo del programa y a los miles de personas en todo el mundo que han trabajadazo por él. GRACIAS a todos por su esfuerzo.
jueves, julio 07, 2011
La venganza de Mediapro sobre RTVE
Cada vez estoy más convencido que vivimos en un mundo malo, en el que la gente y las organizaciones son meros rehenes de sus intereses y su única ansia es crecer y acaparar a costa de lo que sea. Ayer se produjo un caso que pocos medios han relacionado de una manera directa, pero a mi ver ejemplifica muy bien que es eso de la venganza, el chantajeo y la ocultación de la información sensible, haciéndola pública como arma cuando sea necesaria. Como en las series de las televisiones, protagonistas de este oscuro episodio.
Ayer dimitió Alberto Oliart de su cargo de presidente de RTVE. Oliart es un señor de más de ochenta años que parece que tiene cincuenta, por lo que puede sentirse muy afortunado. Las causas oficiales son los típicos asuntos personales que se usan en estas ocasiones, pero algunas acusaciones de corrupción en su entorno llevaban minando su cargo los últimos meses. La última, y más grave, provino de las páginas del diario Público, que el martes acusaba a Oliart de nepotismo al ser uno de sus hijos el gran beneficiado de un importante contrato para el programa de “La mañana de la 1”. Desde la noche del martes se rumoreaba que, ante esta noticia, Oliart iba a dimitir, como efectivamente sucedió ayer miércoles. ¿Y dónde está la venganza, se preguntarán? Pues en el hecho de que hace pocos días TVE rescindió el contrato que tenía con Mediapro para producir el programa de “España Directo” que tras varios y exitosos años de emisión en la La 1 finalizó la semana pasada (o la anterior, no sigo mucho la parrilla). Mediapro es una productora televisiva dirigida y/ o participada por, entre otros, Jaume Rores, José Miguel Contreras y Miguel Barroso. Este trío de ases son los que, a través de Mediapro, controlan el grupo formado por Público y La Sexta, y se debe recordar que Miguel Barroso es el marido de Carme Chacón, Ministra de Defensa. TVE pagaba decenas de millones de euros a Mediapro por la producción de este programa, y desde hace tiempo muchos trabajadores de TVE protestaban airadamente por el hecho de que con sus medios propios el ente era capaz de hacer ese programa, ahorrándose mucho dinero que, salido del contribuyente, iba a parar a manos privadas. Es normal externalizar producciones y servicios, pero en este caso la acusación del comité de empresa de RTVE hablaba también de favoritismo de la corporación pública hacia una empresa privada dotada de magníficos contactos con el gobierno. Y es que Mediapro, y sus medios afines, son el buque insignia de un sector del PSOE “nuevo” (los ZP, Chacón, Valenciano, Blanco, etc) por contraponerlo al PSOE clásico (Rubalcaba, González, Jáuregui, etc) que se ve representado por PRISA; editora de El País, dueña de La SER y hasta hace poco propietaria de Cuatro. A lo largo de estos últimos años el gobierno del PSOE ha beneficiado claramente a Mediapro, permitiéndole el acceso a la señal en abierto de La Sexta analógico, la TDT de pago de Gol TV y otros beneficios, que han hecho que el resto del sector se ponga de uñas (véase la guerra del fútbol entre Mediapro y Sogecable PRISA). Ahora que los ingresos de todos los medios de comunicación están a la baja, la pérdida de un contrato como el de TVE es un duro golpe para las finanzas de Mediapro, que en parte lo pretende paliar con el “traslado” del programa de TVE a (adivina adivinanza) La Sexta, donde empieza el “Verano directo” con el mismo equipo que trabajaba en TVE. De hecho el titular de esta noticia no es cierto, porque la Sexta no ficha al equipo de España Directo, sino que ese equipo vuelve a la casa de la que es propiedad. De todas maneras Mediapro pierde muchos millones de euros con el cambio.
Y justo cuando se toma esa decisión salta Público con una noticia de grave corruptela en el entorno de Oliart, lo que le aboca a marcharse. No me digan que no tiene un tono vengativo de lo más profesional y cruel, y que la secuencia rehecho encaja. ¿Llegó Meidapro a chantajear a Oliart con hacer pública esa noticia si TVE rompía el contrato de España Directo? ¿Fue esa la causa de que Oliart y al dirección del ente no hicieran caso a las críticas del comité de empresa durante tanto tiempo? Será difícil saberlo, pero no me extrañaría nada. Para que vean como de agitado está el panorama, y no sólo el político. Y qué sucio y ruin.
Ayer dimitió Alberto Oliart de su cargo de presidente de RTVE. Oliart es un señor de más de ochenta años que parece que tiene cincuenta, por lo que puede sentirse muy afortunado. Las causas oficiales son los típicos asuntos personales que se usan en estas ocasiones, pero algunas acusaciones de corrupción en su entorno llevaban minando su cargo los últimos meses. La última, y más grave, provino de las páginas del diario Público, que el martes acusaba a Oliart de nepotismo al ser uno de sus hijos el gran beneficiado de un importante contrato para el programa de “La mañana de la 1”. Desde la noche del martes se rumoreaba que, ante esta noticia, Oliart iba a dimitir, como efectivamente sucedió ayer miércoles. ¿Y dónde está la venganza, se preguntarán? Pues en el hecho de que hace pocos días TVE rescindió el contrato que tenía con Mediapro para producir el programa de “España Directo” que tras varios y exitosos años de emisión en la La 1 finalizó la semana pasada (o la anterior, no sigo mucho la parrilla). Mediapro es una productora televisiva dirigida y/ o participada por, entre otros, Jaume Rores, José Miguel Contreras y Miguel Barroso. Este trío de ases son los que, a través de Mediapro, controlan el grupo formado por Público y La Sexta, y se debe recordar que Miguel Barroso es el marido de Carme Chacón, Ministra de Defensa. TVE pagaba decenas de millones de euros a Mediapro por la producción de este programa, y desde hace tiempo muchos trabajadores de TVE protestaban airadamente por el hecho de que con sus medios propios el ente era capaz de hacer ese programa, ahorrándose mucho dinero que, salido del contribuyente, iba a parar a manos privadas. Es normal externalizar producciones y servicios, pero en este caso la acusación del comité de empresa de RTVE hablaba también de favoritismo de la corporación pública hacia una empresa privada dotada de magníficos contactos con el gobierno. Y es que Mediapro, y sus medios afines, son el buque insignia de un sector del PSOE “nuevo” (los ZP, Chacón, Valenciano, Blanco, etc) por contraponerlo al PSOE clásico (Rubalcaba, González, Jáuregui, etc) que se ve representado por PRISA; editora de El País, dueña de La SER y hasta hace poco propietaria de Cuatro. A lo largo de estos últimos años el gobierno del PSOE ha beneficiado claramente a Mediapro, permitiéndole el acceso a la señal en abierto de La Sexta analógico, la TDT de pago de Gol TV y otros beneficios, que han hecho que el resto del sector se ponga de uñas (véase la guerra del fútbol entre Mediapro y Sogecable PRISA). Ahora que los ingresos de todos los medios de comunicación están a la baja, la pérdida de un contrato como el de TVE es un duro golpe para las finanzas de Mediapro, que en parte lo pretende paliar con el “traslado” del programa de TVE a (adivina adivinanza) La Sexta, donde empieza el “Verano directo” con el mismo equipo que trabajaba en TVE. De hecho el titular de esta noticia no es cierto, porque la Sexta no ficha al equipo de España Directo, sino que ese equipo vuelve a la casa de la que es propiedad. De todas maneras Mediapro pierde muchos millones de euros con el cambio.
Y justo cuando se toma esa decisión salta Público con una noticia de grave corruptela en el entorno de Oliart, lo que le aboca a marcharse. No me digan que no tiene un tono vengativo de lo más profesional y cruel, y que la secuencia rehecho encaja. ¿Llegó Meidapro a chantajear a Oliart con hacer pública esa noticia si TVE rompía el contrato de España Directo? ¿Fue esa la causa de que Oliart y al dirección del ente no hicieran caso a las críticas del comité de empresa durante tanto tiempo? Será difícil saberlo, pero no me extrañaría nada. Para que vean como de agitado está el panorama, y no sólo el político. Y qué sucio y ruin.
miércoles, julio 06, 2011
Por qué 52 es distinto de 52
Hoy promete ser un día financieramente muy movido, para ser 6 de Julio. Al rojo sanferminero se le puede sumar el rojo de unos mercados sacudidos por la degradación de la deuda portuguesa al nivel de bono basura, cosa que decidió ayer moodys, y el desastroso resultado de la subasta del FROB, el instrumento financiero público para capitalizar las cajas de ahorro, que colocó menos dinero del esperado y a un interés muy alto. Si alguien pensaba que la tormenta había amainado se equivocaba. Pero no, hoy voy a relatarles un episodio personal de ayer por la tarde que demuestra, a mi corto entender, cómo se ha complicado el mundo en el que vivimos.
Y es que ayer me compré ropa. No me gusta comprar ropa. Me parece algo necesario, obviamente, pero no voy a las tiendas a mirar ni nada por el estilo, me parece una pérdida de tiempo, y no entiendo nada. La cosa es que, aprovechando una boda familiar que tengo a finales de Julio y la temporada de rebajas, me fui a la salida del trabajo al Corte Inglés a comprar dos trajes. Llegué a la planta de señor y allí, mirando los de mi talla de chaqueta, cogí uno que me gustaba y me lo probé. Hay que acortar las mangas (tengo brazos y piernas cortitos) y el pantalón, curiosamente, me quedaba bien de largo, pero me resultaba algo prieto de cadera y entrepierna, curiosamente. Se lo comenté al señor que estaba conmigo y, no muy convencido, accedió a anchar el pantalón en esos puntos en los que le dije que me tiraba. Una vez hecho esto, le comenté que iba a pillar otro traje, por lo que miré en el expositor donde estaban el resto de modelos de mi talla y escogí otro. Le comenté para probármelo y me dijo que sin problemas, pero que en principio tallas y fabricante de pantalón y americana eran idénticos, por lo que el comportamiento esperado era el mismo. Me quité el nuevo ya comprado y me puse el renuevo aún no adquirido. Efectivamente la americana me sobraba de mangas tanto como la anterior pero, sorpresa sorpresa, el pantalón era distinto, más ancho y largo, y por tanto cómodo en los puntos en los que el anterior apretaba. Sin saber muy bein que decir salí del probador y se lo comenté al señor. Cogió la manga de la americana igual que la anterior, pero efectivamente el pantalón se comportaba de una manera distinta. Pilló el bajo y al quitármelo estuvo mirando y remirando, y ambos comprobamos que la talla, especificaciones y demás cosas que vienen impresas en esas enormes etiquetas indescifrables que acompañan ahora a la ropa eran idénticas. Visto lo visto le comenté que el objetivo final era que el primer pantalón acabase siendo como el segundo, y así anotó las hechuras y demás dimensiones. Así que incluso con el mismo fabricante y en el mismo establecimiento una misma talla puede diferir completamente de dimensión respecto a otra, pensaba yo…. ¿Quién entiende esto? Por momentos me imaginaba la pesadilla de suponer que, como en el mundo de las cosas normales dos objetos iguales son iguales, y que si llego a actuar así y me cojo el traje sin probarlo la hubiera cagado, al menos en los bajos del pantalón holgado. Y luego pensaba en cómo las mujeres, ávidas compradoras de ropa según parece, se deben enfrentar a un mundo de pesadilla donde no hay dos tallas 40 iguales en el mundo, en el que las líneas paralelas de los cortes se juntan mucho antes que en el infinito y demás pesadillas euclídeas. Poco a poco empezaba a sentirme tan confuso y perdido como siempre me sucede en una tienda de ropa y opté por pagar lo más deprisa posible, con la idea de abandonar rápidamente ese mundo de fantasía y aberrante geometría.
De mientras pagaba, para no hablar de ropa y no pensar en triángulos de costura que seguro suman más de 180 grados, y movido por mi curiosidad económica, pregunté al señor que me había atendido sobre como iba a temporada de ventas, a lo que él me miró y me dijo “mal” con gran convencimiento, “al principio de la rebaja se anima la cosa, pero luego irá como el resto del año, mal”. Y septiembre será peor, le dije, a lo que me contestó “nos consta que así va a ser”. Vaya, la crisis a pie de mostrador, pensé, y después de pagar mi compra no igualitaria dejé el local y a los empleados, imaginándolos haciendo bisectrices que partían ángulos en dos fragmentos distintos, o baricentros descentrados, o cosas por el estilo.
Y es que ayer me compré ropa. No me gusta comprar ropa. Me parece algo necesario, obviamente, pero no voy a las tiendas a mirar ni nada por el estilo, me parece una pérdida de tiempo, y no entiendo nada. La cosa es que, aprovechando una boda familiar que tengo a finales de Julio y la temporada de rebajas, me fui a la salida del trabajo al Corte Inglés a comprar dos trajes. Llegué a la planta de señor y allí, mirando los de mi talla de chaqueta, cogí uno que me gustaba y me lo probé. Hay que acortar las mangas (tengo brazos y piernas cortitos) y el pantalón, curiosamente, me quedaba bien de largo, pero me resultaba algo prieto de cadera y entrepierna, curiosamente. Se lo comenté al señor que estaba conmigo y, no muy convencido, accedió a anchar el pantalón en esos puntos en los que le dije que me tiraba. Una vez hecho esto, le comenté que iba a pillar otro traje, por lo que miré en el expositor donde estaban el resto de modelos de mi talla y escogí otro. Le comenté para probármelo y me dijo que sin problemas, pero que en principio tallas y fabricante de pantalón y americana eran idénticos, por lo que el comportamiento esperado era el mismo. Me quité el nuevo ya comprado y me puse el renuevo aún no adquirido. Efectivamente la americana me sobraba de mangas tanto como la anterior pero, sorpresa sorpresa, el pantalón era distinto, más ancho y largo, y por tanto cómodo en los puntos en los que el anterior apretaba. Sin saber muy bein que decir salí del probador y se lo comenté al señor. Cogió la manga de la americana igual que la anterior, pero efectivamente el pantalón se comportaba de una manera distinta. Pilló el bajo y al quitármelo estuvo mirando y remirando, y ambos comprobamos que la talla, especificaciones y demás cosas que vienen impresas en esas enormes etiquetas indescifrables que acompañan ahora a la ropa eran idénticas. Visto lo visto le comenté que el objetivo final era que el primer pantalón acabase siendo como el segundo, y así anotó las hechuras y demás dimensiones. Así que incluso con el mismo fabricante y en el mismo establecimiento una misma talla puede diferir completamente de dimensión respecto a otra, pensaba yo…. ¿Quién entiende esto? Por momentos me imaginaba la pesadilla de suponer que, como en el mundo de las cosas normales dos objetos iguales son iguales, y que si llego a actuar así y me cojo el traje sin probarlo la hubiera cagado, al menos en los bajos del pantalón holgado. Y luego pensaba en cómo las mujeres, ávidas compradoras de ropa según parece, se deben enfrentar a un mundo de pesadilla donde no hay dos tallas 40 iguales en el mundo, en el que las líneas paralelas de los cortes se juntan mucho antes que en el infinito y demás pesadillas euclídeas. Poco a poco empezaba a sentirme tan confuso y perdido como siempre me sucede en una tienda de ropa y opté por pagar lo más deprisa posible, con la idea de abandonar rápidamente ese mundo de fantasía y aberrante geometría.
De mientras pagaba, para no hablar de ropa y no pensar en triángulos de costura que seguro suman más de 180 grados, y movido por mi curiosidad económica, pregunté al señor que me había atendido sobre como iba a temporada de ventas, a lo que él me miró y me dijo “mal” con gran convencimiento, “al principio de la rebaja se anima la cosa, pero luego irá como el resto del año, mal”. Y septiembre será peor, le dije, a lo que me contestó “nos consta que así va a ser”. Vaya, la crisis a pie de mostrador, pensé, y después de pagar mi compra no igualitaria dejé el local y a los empleados, imaginándolos haciendo bisectrices que partían ángulos en dos fragmentos distintos, o baricentros descentrados, o cosas por el estilo.
martes, julio 05, 2011
El PP (tampoco) se entera de nada
A medida que pasan los días el gobierno socialista se va hundiendo, poco a poco, en la insignificancia. Acosado por todos los frentes, con una gestión caótica de la cosa pública y una economía destrozada, ZP y sus ministros ya ni son capaces de ofrecer una mínima imagen de seriedad y solvencia. No se cuando serán las elecciones, si en noviembre o en marzo, cuando tocan, pero todo el mundo descuenta una victoria en ellas del PP por incomparecencia del adversario, por así decirlo.
Y así, poco a poco, se empieza a filtrar en la prensa el programa que el PP pretende aplicar en lo que hace a su gestión económica, que es ahora mismo LO importante, y algunas de las noticias que se pueden ver al respecto son, francamente, desalentadoras. Son esbozos, meros titulares sin mucho contenido, pero muestran que, en apariencia, los gestores del PP creen que con unas medidas cosméticas van a poder darle la vuelta a la situación. Y lo que es peor, parecen traslucir al sensación de que el PP piensa que lo que hizo en 1996, que en aquel momento era acertado y posible, lo va a poder volver a realizar, cuando ahora no sería muy acertado y, sobre todo, imposible de realizar. Recordemos que en 1996, pese a estar en una crisis económica con mucho paro, el problema no era de carácter global, la economía española tenía un objetivo de integración en Europa, disponía de moneda propia, política monetaria autónoma y de resortes muy distintos a los actuales. Y no hace falta decir que desde entonces el mundo ha cambiado en todos los sentidos, empezando porque ni existía Internet ni los teléfonos móviles. Sí, sólo han pasado quince años desde entonces, pero parece toda una eternidad. Sospecho que noticias como las señaladas son señuelos, anzuelos que el PP trata de lanzar a determinados sectores de población (compradores de pisos, inmobiliarias y demás) con el objeto de llamar su atención de cara a futuras ventajas si llegan a poder. Pero este no puede ser el programa económico del PP, entre otras cosas porque a los noventa días de implantarlo sería un completo fracaso. Es necesario mejorar la financiación de las PYMES, simplificar los trámites para crearlas, convertir el autoempleo como la herramienta de búsqueda de trabajo por excelencia, y muchas otras cosas por el estilo, pero el PP y todos los demás partidos deben darse cuenta de que el mundo ha cambiado en tres aspectos fundamentales. No volverán a venderse cientos de miles de pisos al año, no volverá a fluir el crédito a las empresas y particulares, y los ingresos extraordinarios que obtuvieron las administraciones públicas en aquellos años de bonanza jamás volverán. Si estamos hundidos en el pozo en el que nos encontramos se debe, entre otras cosas, a que ni si quiera logramos admitir estas tres verdades, crueles, sí, pero ciertas e ineludibles. Sobre ellas, y no otras fantasías, deberá el PP armar su programa de gobierno y actuación. El PSOE ha intentado eludirlas y así le ha ido. Si el PP opta por una misma política de avestruz muy poco le durará la sonrisa del triunfo electoral. Lo más probable es que le suceda como a su homólogo portugués, que hizo una campaña liberal clásica, de bajada de impuestos y competitividad, y al llegar al gobierno y ver los números reales de la economía portuguesa ha entrado en pánico, y lo primero que ha hecho has sido poner un impuesto del 50% a al paga extra navideña. Donde dije digo….
Si yo fuera el PP, o el PSOE, cambiaría radicalmente el discurso. Asumiendo que vivimos en una sociedad madura y adulta, supuesto que puede ser erróneo, empezaría en mis discursos a hablar de trabajo, esfuerzo, sacrificio y, en plan Churchill, prometer sangre, sudor y lágrimas. Quizás no sea una campaña que genere muchos votos, y por eso no se utilice, pero lo cierto es que lágrimas ya tenemos muchas en el día a día del desempleado español, sudor es lo que, a parte del calor, muchos quisieran tener, producto de su esfuerzo diario, y sangre es lo que debemos evitar que se derrame. Así que, de momento, el PP no ofrece nada. Espero que eso no signifique que no sabe nada.
Y así, poco a poco, se empieza a filtrar en la prensa el programa que el PP pretende aplicar en lo que hace a su gestión económica, que es ahora mismo LO importante, y algunas de las noticias que se pueden ver al respecto son, francamente, desalentadoras. Son esbozos, meros titulares sin mucho contenido, pero muestran que, en apariencia, los gestores del PP creen que con unas medidas cosméticas van a poder darle la vuelta a la situación. Y lo que es peor, parecen traslucir al sensación de que el PP piensa que lo que hizo en 1996, que en aquel momento era acertado y posible, lo va a poder volver a realizar, cuando ahora no sería muy acertado y, sobre todo, imposible de realizar. Recordemos que en 1996, pese a estar en una crisis económica con mucho paro, el problema no era de carácter global, la economía española tenía un objetivo de integración en Europa, disponía de moneda propia, política monetaria autónoma y de resortes muy distintos a los actuales. Y no hace falta decir que desde entonces el mundo ha cambiado en todos los sentidos, empezando porque ni existía Internet ni los teléfonos móviles. Sí, sólo han pasado quince años desde entonces, pero parece toda una eternidad. Sospecho que noticias como las señaladas son señuelos, anzuelos que el PP trata de lanzar a determinados sectores de población (compradores de pisos, inmobiliarias y demás) con el objeto de llamar su atención de cara a futuras ventajas si llegan a poder. Pero este no puede ser el programa económico del PP, entre otras cosas porque a los noventa días de implantarlo sería un completo fracaso. Es necesario mejorar la financiación de las PYMES, simplificar los trámites para crearlas, convertir el autoempleo como la herramienta de búsqueda de trabajo por excelencia, y muchas otras cosas por el estilo, pero el PP y todos los demás partidos deben darse cuenta de que el mundo ha cambiado en tres aspectos fundamentales. No volverán a venderse cientos de miles de pisos al año, no volverá a fluir el crédito a las empresas y particulares, y los ingresos extraordinarios que obtuvieron las administraciones públicas en aquellos años de bonanza jamás volverán. Si estamos hundidos en el pozo en el que nos encontramos se debe, entre otras cosas, a que ni si quiera logramos admitir estas tres verdades, crueles, sí, pero ciertas e ineludibles. Sobre ellas, y no otras fantasías, deberá el PP armar su programa de gobierno y actuación. El PSOE ha intentado eludirlas y así le ha ido. Si el PP opta por una misma política de avestruz muy poco le durará la sonrisa del triunfo electoral. Lo más probable es que le suceda como a su homólogo portugués, que hizo una campaña liberal clásica, de bajada de impuestos y competitividad, y al llegar al gobierno y ver los números reales de la economía portuguesa ha entrado en pánico, y lo primero que ha hecho has sido poner un impuesto del 50% a al paga extra navideña. Donde dije digo….
Si yo fuera el PP, o el PSOE, cambiaría radicalmente el discurso. Asumiendo que vivimos en una sociedad madura y adulta, supuesto que puede ser erróneo, empezaría en mis discursos a hablar de trabajo, esfuerzo, sacrificio y, en plan Churchill, prometer sangre, sudor y lágrimas. Quizás no sea una campaña que genere muchos votos, y por eso no se utilice, pero lo cierto es que lágrimas ya tenemos muchas en el día a día del desempleado español, sudor es lo que, a parte del calor, muchos quisieran tener, producto de su esfuerzo diario, y sangre es lo que debemos evitar que se derrame. Así que, de momento, el PP no ofrece nada. Espero que eso no signifique que no sabe nada.
lunes, julio 04, 2011
Brindemos por el fin de la SGAE
A uno le enseñan desde pequeño que no es educado reírse de las desgracias ajenas, y poco se tarda en comprobar qué fácil es saltarse ese precepto cuando se ve tropezar y caer a alguien por la calle. Como si ante un tropezón gigante nos hubiesen expuesto, este fin de semana ha habido una alegría contenida, a veces desatada, con motivo de la detención de Teddy Bautista y la cúpula de la SGAE, acusados de una serie de delitos, básicamente estafa, robo y fraude. En medio de un año horroroso, por fin una buena noticia.
Y es que la SGAE, por méritos propios, se ha convertido en uno de los organismos más odiados y despreciados de este país. Creado hace un porrón de años como agrupación de artistas, y reconvertido desde hace poco en explotador de los derechos de autor de sus asociados, la SGAE ha desarrollado durante los últimos años un comportamiento chulesco, desvergonzado y caradura en lo que ellos llamaban defensa de los derechos de autor, y en lo que todos veíamos simple y sencillamente como un atraco organizado y permitido desde el gobierno. El complejo asunto de los derechos de autor, que requiere ser pensado y meditado con cuidado en este mundo virtual en el que nos movemos, se ha desvirtuado en España gracias, sobre todo, al comportamiento de esta entidad, cuya única obsesión ha sido forrarse a cuenta del resto del país. La implantación del canon digital, un impuesto abusivo, que se basa en presumir que todos los ciudadanos somos culpables por el mero hecho de existir, que viola la presunción de inocencia, y que numerosas sentencias han declarado completamente ilegal, fue la punta de lanza de una SGAE lanzada a por todas. Con la absoluta connivencia de un gobierno rendido a sus encantos, puede que porque llevarse el voto de los “artistas” reunidos en esa asociación le conviniera, la SGAE se ha dedicado durante años a recaudar millones de euros con un impuesto ilegal, avalado por el poder público, y cuya recaudación nadie controlaba. Como muy bien lleva denunciando durante años la asociación de internautas, nunca se han fiscalizado las cuentas de la SGAE, ni el origen completo de sus ingresos ni el destino de sus suntuosos gastos. ¿Por qué ese trato de favor a esta entidad? ¿Por qué se le ha consentido a la SGAE lo que a nadie en España? ¿Acaso el gobierno está metido en su gestión, recaudación o ingresos? Serias e importantes preguntas, y muchas otras, que exigen cuanto antes una aclaración pública del gobierno, y que sea creíble. En vista de que su chulería no conocía límites, la SGAE decidió que podía hacer lo que le viniera en gana, y se dedicó a poner espías en bodas, extorsionar a colegios y municipios que representan obras benéficas tradicionales, quizás el caso más conocido sea el de Fuenteovejuna, e incluso reclamó hace pocas semanas una partida de lo recaudado por un concierto benéfico destinado a los damnificados por el terremoto de Lorca, que finalmente renunció a cobrar ante el escándalo que se organizó al hacerse pública la noticia. Y así decenas de acciones vergonzosas, movidas únicamente por un desmedido y voraz afán de lucro, que han generado una lógica indignación entre la sociedad. A esto se suma el impresentable comportamiento de Teddy Bautista, su omnímodo director, y de otros miembros de la junta directiva que, sabiéndose intocables, han actuado con un talante de chulería indigno de cualquier tipo de cargo público. Sus manifestaciones a lo largo del trámite de la llamada Ley Sinde, otra pieza cobrada por la SGAE al gobierno, fueron la expresión de un sujeto enajenado, un auténtico perdonavidas.
Y ahora resulta que, además, todo esto era una estafa. Tanta mala baba derramada por la SAGE simplemente para estafar con el dinero que previamente nos habían sangrado a todos. Es lamentable. Así, no es de extrañar que para muchos, me incluyo, esta haya sido una magnífica noticia, y que la red esté llena de mensajes cachondos sobre si Teddy Bautista pedirá cobrar una vez que cante ante la policía o qué será lo que opine la preclara mente de Ramoncín al respecto….. que panda de sinvergüenzas.
Y es que la SGAE, por méritos propios, se ha convertido en uno de los organismos más odiados y despreciados de este país. Creado hace un porrón de años como agrupación de artistas, y reconvertido desde hace poco en explotador de los derechos de autor de sus asociados, la SGAE ha desarrollado durante los últimos años un comportamiento chulesco, desvergonzado y caradura en lo que ellos llamaban defensa de los derechos de autor, y en lo que todos veíamos simple y sencillamente como un atraco organizado y permitido desde el gobierno. El complejo asunto de los derechos de autor, que requiere ser pensado y meditado con cuidado en este mundo virtual en el que nos movemos, se ha desvirtuado en España gracias, sobre todo, al comportamiento de esta entidad, cuya única obsesión ha sido forrarse a cuenta del resto del país. La implantación del canon digital, un impuesto abusivo, que se basa en presumir que todos los ciudadanos somos culpables por el mero hecho de existir, que viola la presunción de inocencia, y que numerosas sentencias han declarado completamente ilegal, fue la punta de lanza de una SGAE lanzada a por todas. Con la absoluta connivencia de un gobierno rendido a sus encantos, puede que porque llevarse el voto de los “artistas” reunidos en esa asociación le conviniera, la SGAE se ha dedicado durante años a recaudar millones de euros con un impuesto ilegal, avalado por el poder público, y cuya recaudación nadie controlaba. Como muy bien lleva denunciando durante años la asociación de internautas, nunca se han fiscalizado las cuentas de la SGAE, ni el origen completo de sus ingresos ni el destino de sus suntuosos gastos. ¿Por qué ese trato de favor a esta entidad? ¿Por qué se le ha consentido a la SGAE lo que a nadie en España? ¿Acaso el gobierno está metido en su gestión, recaudación o ingresos? Serias e importantes preguntas, y muchas otras, que exigen cuanto antes una aclaración pública del gobierno, y que sea creíble. En vista de que su chulería no conocía límites, la SGAE decidió que podía hacer lo que le viniera en gana, y se dedicó a poner espías en bodas, extorsionar a colegios y municipios que representan obras benéficas tradicionales, quizás el caso más conocido sea el de Fuenteovejuna, e incluso reclamó hace pocas semanas una partida de lo recaudado por un concierto benéfico destinado a los damnificados por el terremoto de Lorca, que finalmente renunció a cobrar ante el escándalo que se organizó al hacerse pública la noticia. Y así decenas de acciones vergonzosas, movidas únicamente por un desmedido y voraz afán de lucro, que han generado una lógica indignación entre la sociedad. A esto se suma el impresentable comportamiento de Teddy Bautista, su omnímodo director, y de otros miembros de la junta directiva que, sabiéndose intocables, han actuado con un talante de chulería indigno de cualquier tipo de cargo público. Sus manifestaciones a lo largo del trámite de la llamada Ley Sinde, otra pieza cobrada por la SGAE al gobierno, fueron la expresión de un sujeto enajenado, un auténtico perdonavidas.
Y ahora resulta que, además, todo esto era una estafa. Tanta mala baba derramada por la SAGE simplemente para estafar con el dinero que previamente nos habían sangrado a todos. Es lamentable. Así, no es de extrañar que para muchos, me incluyo, esta haya sido una magnífica noticia, y que la red esté llena de mensajes cachondos sobre si Teddy Bautista pedirá cobrar una vez que cante ante la policía o qué será lo que opine la preclara mente de Ramoncín al respecto….. que panda de sinvergüenzas.
viernes, julio 01, 2011
Qué hacemos con las hipotecas
A medida que la crisis se profundiza y sus efectos se extienden, todo el mundo se da cuenta que el mercado inmobiliario, allá donde empezó casi todo, se ha convertido en un lugar gangrenado, canceroso, que no deja de extender su putrefacción por toda la economía. Impagos, desahucios, ejecuciones, embargos… En España no se vende nada y todo se deja de pagar, con enormes consecuencias para los afectados, que se ven sin techo ni lugar a dónde ir. ¿Tiene esto solución? ¿Se puede hacer algo? Sí, pero como siempre, todo es algo más complicado de lo que parece.
Una de las resoluciones del debate sobre el estado de la nación, aprobada por todos los grupos, aumenta la cuantía de la nómina que no puede ser embargada por impago de hipoteca, subiendo de 600 a 900 euros más o menos. Junto a esta otras medidas aprobadas tratan de aliviar la tortura de los hipotecados insolventes, pero la verdad, son poca cosa. Como en el caso griego, aplazan la llegada del momento de la verdad, pero no solucionan el problema. De lo que se discute mucho es sobre si importamos la figura del derecho anglosajón, que se ha hecho muy popular al ver como en EEUU se usa de manera continua, de la dación en pago, expresión que lingüísticamente se me hace muy rara (¿por qué no entrega en pago? es más claro) que es eso de entregar las llaves del piso y con ello saldar la hipoteca directamente. En España uno se endeuda por un importe de X euros, importe estimado a través de una tasación del valor del bien que hace de garantía del préstamo, que es la vivienda (esa es a lo bruto la definición de un crédito hipotecario) y uno debe acabar pagando los X euros comprometidos. Cuando los precios del bien de referencia, la vivienda, suben, el valor de X disminuye de manera relativa y “ganamos” dinero. Pero cuando los precios bajan, como ahora y en el futuro, llega un momento en el que el bien, el pisito, vale menos que la deuda. Estamos pagando por algo que vale menos de lo que nos cuesta, por lo que el negocio es ruinoso. Si el banco embarga el piso su posterior venta o subasta cancelará PARTE de la deuda, pero hasta llegar a los X euros comprometidos tendremos que seguir pagando, sin tener donde caernos muertos de asco. Así es como funciona la ley en España, y no iba mal de mientras los pisos subían. Ahora es una fuente de amargura continua. En los EEUU el contravalor de la hipoteca, la casa, siempre salda la deuda, independientemente de si el piso se revaloriza o no. Frente a la ley española, que resulta más favorable para la banca, la americana es más neutral, permitiendo al particular ganar dinero cuando el piso se revaloriza y repercutir parte de la pérdida a la entidad financiera en caso de bajada. ¿Se puede aplicar esta norma, que sería revolucionaria para los usos locales, en España? Sí, claro, pero sólo sería efectiva para las hipotecas nuevas que se firmasen tras la aprobación de la misma. Los que tenemos ya una hipoteca firmada no podríamos acogernos a este cambio, porque los bancos alegarían, creo que con razón, una situación de inseguridad jurídica y de retroactividad negativa, porque saldrían perdiendo respecto a la situación actual. Por ello, los beneficiarios de esta norma serían sólo los nuevos hipotecados. Los que ahora tienen el agua al cuello no notarían cambio alguno, al menso por cambiar este aspecto de la ley.
Pero es que además esta norma, sin duda, encarecería el coste de las nuevas hipotecas, y con ello el acceso a la propiedad, porque el banco sabría que, en caso de bajada del precio del piso, iba a llevarse la pérdida asociada, y trataría de sacar más margen en el negocio habitual para compensar ese aumento en el riesgo. Probablemente se ofrecerían menos cuantías de préstamo, o a tipos algo más altos. En el lado positivo, esto introduciría más tranquilidad en el mercado de la vivienda, disminuyendo la probabilidad de futuras subidas de precio exageradas, pero visto el caso americano no elimina ese riesgo. En fin, es un asunto complejo, que los expertos deberán estudiar con calma y determinar sobre qué se puede hacer al respecto.
Una de las resoluciones del debate sobre el estado de la nación, aprobada por todos los grupos, aumenta la cuantía de la nómina que no puede ser embargada por impago de hipoteca, subiendo de 600 a 900 euros más o menos. Junto a esta otras medidas aprobadas tratan de aliviar la tortura de los hipotecados insolventes, pero la verdad, son poca cosa. Como en el caso griego, aplazan la llegada del momento de la verdad, pero no solucionan el problema. De lo que se discute mucho es sobre si importamos la figura del derecho anglosajón, que se ha hecho muy popular al ver como en EEUU se usa de manera continua, de la dación en pago, expresión que lingüísticamente se me hace muy rara (¿por qué no entrega en pago? es más claro) que es eso de entregar las llaves del piso y con ello saldar la hipoteca directamente. En España uno se endeuda por un importe de X euros, importe estimado a través de una tasación del valor del bien que hace de garantía del préstamo, que es la vivienda (esa es a lo bruto la definición de un crédito hipotecario) y uno debe acabar pagando los X euros comprometidos. Cuando los precios del bien de referencia, la vivienda, suben, el valor de X disminuye de manera relativa y “ganamos” dinero. Pero cuando los precios bajan, como ahora y en el futuro, llega un momento en el que el bien, el pisito, vale menos que la deuda. Estamos pagando por algo que vale menos de lo que nos cuesta, por lo que el negocio es ruinoso. Si el banco embarga el piso su posterior venta o subasta cancelará PARTE de la deuda, pero hasta llegar a los X euros comprometidos tendremos que seguir pagando, sin tener donde caernos muertos de asco. Así es como funciona la ley en España, y no iba mal de mientras los pisos subían. Ahora es una fuente de amargura continua. En los EEUU el contravalor de la hipoteca, la casa, siempre salda la deuda, independientemente de si el piso se revaloriza o no. Frente a la ley española, que resulta más favorable para la banca, la americana es más neutral, permitiendo al particular ganar dinero cuando el piso se revaloriza y repercutir parte de la pérdida a la entidad financiera en caso de bajada. ¿Se puede aplicar esta norma, que sería revolucionaria para los usos locales, en España? Sí, claro, pero sólo sería efectiva para las hipotecas nuevas que se firmasen tras la aprobación de la misma. Los que tenemos ya una hipoteca firmada no podríamos acogernos a este cambio, porque los bancos alegarían, creo que con razón, una situación de inseguridad jurídica y de retroactividad negativa, porque saldrían perdiendo respecto a la situación actual. Por ello, los beneficiarios de esta norma serían sólo los nuevos hipotecados. Los que ahora tienen el agua al cuello no notarían cambio alguno, al menso por cambiar este aspecto de la ley.
Pero es que además esta norma, sin duda, encarecería el coste de las nuevas hipotecas, y con ello el acceso a la propiedad, porque el banco sabría que, en caso de bajada del precio del piso, iba a llevarse la pérdida asociada, y trataría de sacar más margen en el negocio habitual para compensar ese aumento en el riesgo. Probablemente se ofrecerían menos cuantías de préstamo, o a tipos algo más altos. En el lado positivo, esto introduciría más tranquilidad en el mercado de la vivienda, disminuyendo la probabilidad de futuras subidas de precio exageradas, pero visto el caso americano no elimina ese riesgo. En fin, es un asunto complejo, que los expertos deberán estudiar con calma y determinar sobre qué se puede hacer al respecto.
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