A uno le enseñan desde pequeño que no es educado reírse de las desgracias ajenas, y poco se tarda en comprobar qué fácil es saltarse ese precepto cuando se ve tropezar y caer a alguien por la calle. Como si ante un tropezón gigante nos hubiesen expuesto, este fin de semana ha habido una alegría contenida, a veces desatada, con motivo de la detención de Teddy Bautista y la cúpula de la SGAE, acusados de una serie de delitos, básicamente estafa, robo y fraude. En medio de un año horroroso, por fin una buena noticia.
Y es que la SGAE, por méritos propios, se ha convertido en uno de los organismos más odiados y despreciados de este país. Creado hace un porrón de años como agrupación de artistas, y reconvertido desde hace poco en explotador de los derechos de autor de sus asociados, la SGAE ha desarrollado durante los últimos años un comportamiento chulesco, desvergonzado y caradura en lo que ellos llamaban defensa de los derechos de autor, y en lo que todos veíamos simple y sencillamente como un atraco organizado y permitido desde el gobierno. El complejo asunto de los derechos de autor, que requiere ser pensado y meditado con cuidado en este mundo virtual en el que nos movemos, se ha desvirtuado en España gracias, sobre todo, al comportamiento de esta entidad, cuya única obsesión ha sido forrarse a cuenta del resto del país. La implantación del canon digital, un impuesto abusivo, que se basa en presumir que todos los ciudadanos somos culpables por el mero hecho de existir, que viola la presunción de inocencia, y que numerosas sentencias han declarado completamente ilegal, fue la punta de lanza de una SGAE lanzada a por todas. Con la absoluta connivencia de un gobierno rendido a sus encantos, puede que porque llevarse el voto de los “artistas” reunidos en esa asociación le conviniera, la SGAE se ha dedicado durante años a recaudar millones de euros con un impuesto ilegal, avalado por el poder público, y cuya recaudación nadie controlaba. Como muy bien lleva denunciando durante años la asociación de internautas, nunca se han fiscalizado las cuentas de la SGAE, ni el origen completo de sus ingresos ni el destino de sus suntuosos gastos. ¿Por qué ese trato de favor a esta entidad? ¿Por qué se le ha consentido a la SGAE lo que a nadie en España? ¿Acaso el gobierno está metido en su gestión, recaudación o ingresos? Serias e importantes preguntas, y muchas otras, que exigen cuanto antes una aclaración pública del gobierno, y que sea creíble. En vista de que su chulería no conocía límites, la SGAE decidió que podía hacer lo que le viniera en gana, y se dedicó a poner espías en bodas, extorsionar a colegios y municipios que representan obras benéficas tradicionales, quizás el caso más conocido sea el de Fuenteovejuna, e incluso reclamó hace pocas semanas una partida de lo recaudado por un concierto benéfico destinado a los damnificados por el terremoto de Lorca, que finalmente renunció a cobrar ante el escándalo que se organizó al hacerse pública la noticia. Y así decenas de acciones vergonzosas, movidas únicamente por un desmedido y voraz afán de lucro, que han generado una lógica indignación entre la sociedad. A esto se suma el impresentable comportamiento de Teddy Bautista, su omnímodo director, y de otros miembros de la junta directiva que, sabiéndose intocables, han actuado con un talante de chulería indigno de cualquier tipo de cargo público. Sus manifestaciones a lo largo del trámite de la llamada Ley Sinde, otra pieza cobrada por la SGAE al gobierno, fueron la expresión de un sujeto enajenado, un auténtico perdonavidas.
Y ahora resulta que, además, todo esto era una estafa. Tanta mala baba derramada por la SAGE simplemente para estafar con el dinero que previamente nos habían sangrado a todos. Es lamentable. Así, no es de extrañar que para muchos, me incluyo, esta haya sido una magnífica noticia, y que la red esté llena de mensajes cachondos sobre si Teddy Bautista pedirá cobrar una vez que cante ante la policía o qué será lo que opine la preclara mente de Ramoncín al respecto….. que panda de sinvergüenzas.
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