Hasta hace algunos meses la expresión “prima de riesgo” era desconocida para muchos, y en todo caso, para los que le daban un cierto sentido, se asociaba a la despampanante prima de su novia o mujer que, estando como estaba, le hacía a uno pensar situaciones en las que pondría en riesgo su actual relación. “Vaya con la prima” o “Jo, cómo está la prima” se asociaban a conceptos carnales, algo voluptuosos y casi siempre seductores. Ahora la crisis ha vuelto la vida más gris y oscura, y el concepto de la prima y el riesgo han perdido toda su carnaza para ser sólo sinónimo de problemas.
Y según esa última reflexión, el de ayer fue un día muy problemático. En una jornada de caídas de las bolsas en todo el mundo y de muchos nervios, la prima de riesgo de la deuda italiana se disparó y la española se situó en torno a los 330 puntos básicos. ¿Qué quiere decir esto? Resumidamente, que para vender deuda española en el mundo hay que pagar un 3,3% más de interés que el bono alemán, la referencia en Europa. Nos sale más caro endeudarnos, y eso en el fondo es una medida del riesgo, porque cuanto más seguro y solvente es un país más dispuesto está el resto del mundo a prestarle dinero, y, por consiguiente, menos tiene que pagar por obtenerlo. Sin embargo, cuantas más dudas sobe la solvencia de uno, menos serán los que se ofrezcan para prestarle, y más tendrá que pagar para atraerlos. Le sale más caro. Este nivel de 330 es un dato de diferencia de puntos, resta entre el bono español y el alemán (concretamente el de plazo de amortización de diez años) y puede crecer porque se encarezca el español o se abarate el alemán. Ayer pasaron las dos cosas, y al final de la jornada el bono español se situaba, en la práctica, en torno al 6%. Quizá sea más fácil entenderlo si decimos que para el ciudadano “España” ayer el tipo de interés de su hipoteca a diez años era del 6%, mientras que para el ciudadano “Alemania“ su hipoteca estaba en el 2,7%. Y cuanto mayor es el interés, más hay que pagar por él y más dinero del presupuesto se come la deuda y los intereses asociados. Como verán el número de conceptos aumenta y calcular lo que supone ese incremento de diferencial sobre las finazas de cada país, siendo en todo caso malo, es difícil, pero la base de la ecuación es que a mayor diferencial, mayor volumen de deuda sobre el PIB, mayor déficit anual (que al final de cada año se suma al total de deuda) y peores sensaciones, sea eso lo que uno quiera interpretar, peor. Se puede entrar en un círculo vicioso de incremento de deuda y de tipos que impida que un país pueda obtener financiación exterior, ante lo cual le quedan dos alternativas. Renunciar a dicha financiación y, ante una situación de falta de liquidez, declarar una quiebra, o buscar un prestamista de última instancia que le proporcione el crédito que necesita a cambio de hacer lo que el prestamista le pida. En Europa fue Grecia el primer país que, hace un año, llegó a esa situación. Incapaz de vender su deuda en el mercado a un precio que realmente pudiera pagar, se arrojó en brazos de la UE, que desarrolló el llamado mecanismo de rescate para poder prestar dinero a Grecia. Desde entonces ha llovido mucho, sobre todo en invierno, y más países de los pequeños han entrado en situación Griega. Hace unas semanas la propia Grecia entró en una segunda fase, la de ser incapaz de hacer frente a sus obligaciones con el prestamista de última instancia, la UE, nosotros. Hubo mucho nerviosismo y se decidió in extremis dar el final del primer rescate a Grecia a cambio de su suicidio y ver que se hacía con el segundo.
Sin embargo, en unos pocos días, la situación se ha vuelto a descontrolar. Y esta vez ya no es un pequeño país periférico el afectado, no. Italia y España, dos piezas de caza mayor, la cuarta y quinta economía de la UE, que llevan años renqueando y endeudándose, se han puesto en el ojo del huracán. Este titular del abismo no es exagerado, ya que refleja muy bien donde estamos. No somos “rescatables”, y no podemos soportar muchos días como los de ayer, ni nosotros como país ni la UE como entidad supranacional. La reunión de esta noche del Eurogrupo en Bruselas y su, en el fondo, fracaso, apuntan a otro día de nervios y sangría financiera. No se ustedes, pero yo estoy empezando a preocuparme en serio.
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