jueves, enero 24, 2013

Dos comparecencias, dos estilos


Muchos pensarían que hoy hablaría de la EPA que sale en aproximadamente una hora, y que será demencial, pero no, quiero retraerme al pasado y hablar de las dos comparecencias parlamentarias que tuvieron lugar ayer (¿dos? Sólo hubo una, no?) La más comentada tuvo lugar en el Congreso por parte de Cristóbal Montoro, en relación a la amnistía fiscal del gobierno y las vinculaciones con el caso Bárcenas. Fue interesante, pero dejó bastantes dudas en el aire. En lo que hace a los participantes, el diputado de UPyD Álvaro Anchuelo le dio mil vueltas al resto de intervinientes, Ministro incluido.

La otra comparecencia de desarrolló en el Capitolio de Washington y el interrogado era la hasta hace nada Secretaria de Estado Hillary Clinton, con motivo de lo sucedido en el consulado de EEUU Bengasi en septiembre del año pasado, el asalto que allí se produjo y la muerte de varios ciudadanos norteamericanos. Más que el contenido de la declaración en sí, hay algunos aspectos formales que me gustaría destacar que hacen que lo vivido por la mañana en Madrid y por la tarde en Washington, visto desde el horario europeo, sea la representación de dos visiones completamente opuestas de la política, aunque parezcan ser lo mismo. En las formas todo es distinto, empezando por que el compareciente en EEUU lo hace sólo, en una mesa, sin el apoyo de nadie a su lado. Se enfrenta a un examen individual, y el tribunal que lo examine tiene un poder sobre él, y una forma de reflejar ese poder es que los que preguntan son los que presiden la sala y se encuentran por encima del resto, subidas sus sillas y mesas en una tarima elevada. Así, el compareciente, que está en primera fila de la clase, dando la espalda a los asistentes, debe mirar hacia arriba para escuchar y contestar a las preguntas. Un simple vistazo sirve para darse cuenta, sin saber nada de política ni de quienes son los que allí se encuentran, de quién es el que manda y quién es el que obedece. Así mismo resulta apabullante la profesionalidad y el conocimiento que presentan los que efectúan el interrogatorio al compareciente que, de acuerdo o no con sus posturas, muestran que se han estudiado el tema, y son capaces de poner en un brete muy serio a quién allí se presenta. En contraste, en España, el nivel medio de los diputados que plantean las cuestiones en las comparecencias es, como mínimo, mejorable. Se ve que hay expertos en determinados asuntos, pero se echa en falta un mayor dominio de la materia en muchas ocasiones, como ayer se vio claramente, y es que Anchuelo, buen economista, sabía con gran propiedad de lo que estaba hablando, mientras que el resto deambulaba en un terreno pantanoso. Y todo en una sala que, en su diseño, plantea un escenario completamente opuesto al americano. En las comparecencias españolas el que acude a dar explicaciones lo hace en posición de profesor, acompañado de un séquito, y elevado sobre la audiencia, que le pregunta desde abajo, preparada para recibir en muchos casos la admonición del que debiera ser el cuestionado. Si ese efecto es palpable en las salas usadas para las comisiones, como la de ayer, resulta escandaloso cuando se utilizan otras estancias del congreso, como las diseñadas para las reuniones de los grupos parlamentarios. Ese fue el caso de las comparecencias de los responsables de las cajas rescatadas con motivo de la comisión abierta tras la nacionalización de Bankia. En aquel caso la distancia física que existía entre la elevada posición de Gayoso, Rato y demás intervinientes y entre los que les hacían preguntas era, simplemente, insultante.

En fin, que si así son las formas se imaginarán como salen los contenidos. No siempre, pero esa relación existe, al menos en lo que hace al resultado de las comisiones norteamericanas (útiles) y las españolas (circenses cuando menos). Si quieren pueden ver este video con los mejores momentos del interrogatorio a Hillary Clinton y deleitarse en lo que, sepan inglés o no, es una sesión política de altura, un debate riguroso, enconado, con posturas dispares y enfrentadas, pero lleno de matices y contenido. Debieran ponérselo a sus señorías en el Congreso para que aprendan.

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