lunes, enero 14, 2013

Francia y la guerra de Mali


Desde hace bastante tiempo se libra una guerra en Mali, uno de los países que comparten el desierto del Sahara, ente los islamistas situados en las zonas áridas y el gobierno y resto del país, sitos mucho más al sur. Los islamistas lograron una gran victoria al final del verano de 2012 tras conquistar la mítica ciudad de Tombuctú y hacerse con el control de todo el antiguo territorio tuareg, que en el fondo es más de la mitad de la extensión conjunta del país. Desde entonces han seguido avanzando, matando, destruyendo restos arqueológicos y monumentales y sembrando el caos. Hoy ya son una amenaza para toda la región.

Tarde, como suele ser habitual, ese esperpento que llamamos comunidad internacional se ha decidido a intervenir, de una manera muy prosaica, ciertamente. En esencia el resto del mundo deja que Francia, antigua potencia colonial, sea la que se involucre en la guerra y ataque a los islamistas para defender el estatus quo del gobierno vigente y la integridad del territorio. Así, desde este fin de semana aviones del ejército galo bombardean posiciones de los islamistas y tratan de impedir su avance hacia Bamako, capital del país, por lo que la guerra de Mali se internacionaliza del todo y se convierte en otro episodio, uno más, de la interminable lucha entre Al Queda y los países occidentales, en este caso en un escenario africano, negro y mucho más cerca de nuestras fronteras de lo que pudiéramos imaginar. De hecho creo que ha sido esta proximidad física con Europa lo que ha acelerado la intervención militar francesa, por encima de los vínculos coloniales, más o menos estrechos. En principio el plan de ataque s sencillo. Se busca una intervención aérea contundente que acabe con los puestos de mando, munición y aprovisionamiento de los islamistas y que consiga desbaratar la infraestructura que ya tengan organizada sobre el terreno conquistado, de manera que sea mucho más fácil para las tropas del ejército regular de Mali reconquistar el territorio. Por así decirlo Francia va a hacer de ejército del aire de Mali, dejando el trabajo a pie de trinchera, mucho más arriesgado y peligroso, a los nacionales. Sin embargo no está muy claro que esta táctica vaya a tener éxito. Operaciones militares muy recientes contra la insurgencia islamista demuestran que ni siquiera con el control del terreno es posible acabar del todo con las células islamistas, y no vamos a engañarnos, el dominio que sobre sus países poseen los gobiernos de Centroáfrica es, como mínimo, cuestionable. Amplias zonas de esas naciones siguen en situación de absoluto descontrol, dominadas por facciones, señores de la guerra y etnias locales que, a veces en frágil equilibrio, otras en abiertos enfrentamientos, tratan de mantener sus espacio de poder más allá de lo que puedan dictar las en muchos casos artificiales fronteras de las naciones en las que se encuentran. En este terreno tan propicio es donde surgió AQMI, Al Queda en el Magreb Islámico, una agrupación asociada a Al Queda y que lleva varios años combatiendo en la zona, y que se ha convertido en el grupo más influyente y peligroso de los muchos que allí operan. La intervención es probable que logre frenar el avance de AQMI e impida lo que parecía ser un proceso de conquista total del país, pero sospecho que erradicar a los grupos islamistas en Mali y su entorno va a ser otra de esas tareas largas, complejas y difíciles que a los occidentales se nos dan muy mal. Así, a un par de años de abandonar definitivamente Afganistán y, me temo, dejar aquel país nuevamente a merced de los talibanes, nos vuelve a estallar una crisis islamista a escasos mil kilómetros de las canarias, si no me equivoco.

Por cierto, un detalle menor de esta intervención pero que tiene su aquel es que, como era previsible, se ha desarrollado sin que la ONU intervenga para nada. Es decir, Francia está ahora mismo atacando militarmente a un tercer país sin que una resolución de la ONU le ampare. De hecho hoy está previsto que el Consejo de Seguridad de la ONU aborde este asunto. Por lo tanto, desde la óptica del siempre requerido derecho internacional, Francia está cometiendo una ilegalidad flagrante, similar a la que denunció en 2003 respecto a Estados Unidos e Irak. Sí, el contexto es muy distinto, pero la violación de la legalidad es idéntica. Curiosamente ahora nadie sale a manifestarse en contra de París.

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