viernes, enero 25, 2013

Referéndum en el Reino Unido


Parece que se ha puesto de moda convocar referéndums y consultas, y un dirigente se siente como de segunda fila si no sale a los medios y anuncia una fecha en el lejano futuro en la que la ciudadanía será consultada sobre algo, dejando para otro día las respuestas a los acuciantes problemas del presente. Casi en todos los casos se demandan desanexiones, separaciones e independencias, falaces en el mundo en que vivimos.En el caso de Reino Unido se da la paradoja de que, como en las muñecas rusas, Escocia planeta consulta para salirse del Reino y el Reino plantea consulta para salirse de la Unión Europea. No me digan que no tiene su gracia.

El anuncio de David Cameron de esta semana al respecto de la consulta sobre la permanencia del Reino Unido en la UE, no por esperado ha dejado de ser una mala noticia. Mala para ambas partes, y para los habitantes de ambos territorios, para sus economías y para el devenir del mundo. En esta época, en la que se quiera reconocer o no, la Unión europea pasa por la mayor crisis económica, política y de legitimidad desde que se constituyó en los años cincuenta, el anuncio por parte de uno de sus miembros de peso de que se plantea abandonar supone otro golpe más al concepto mismo de Europa como punto de reunión y meta hacia la que se avanza. Podrá argumentarse que la vinculación entre el Reino Unido y el resto de Europa es extraña, débil y recelosa en muchas ocasiones. No pertenece al euro, pese a ser uno de los grandes países europeos no estuvo en la unión desde el principio (se adhirió en 1973), posee particularidades y excepciones muy serias en el diseño del presupuesto comunitario (el chuque británico, derivado de su no participación en la PAC) y está fuera del euro. Alguno añadiría que conducen por la izquierda y son raros hasta decir basta. Bien, todo esto es cierto, pero no dejan de ser particularidades más o menos salvables. El Reino Unido es Europa, y Europa no se puede concebir sin la presencia del Reino Unido. Y ambos se necesitan mutuamente, se complementan y salen beneficiados de su común unión. Londres trata, con este referéndum, de situarse tras años de dudas, en una posición firme. Un resultado favorable a la exclusión llevaría a la salida de la Unión, pero uno contraria daría manos libres al gobierno de Downing Street para integrarse mucho más con el resto de países europeos, abandonando la tradicional postura ambigua que durante años se ha ejercido más allá del canal y que ha acabado por exasperar a muchos de los socios continentales. Uno de los principales puntos de fricción es el financiero. Poseedora de moneda propia y Banco Central independiente y heterodoxo, Londres es, probablemente, la mayor plaza financiera del mundo, en dura competencia con Nueva York, Shanghái y Singapur, y quiere seguir manteniendo un estatus legal y monetario especial que le permita ejercer el poder económico que ostenta, y que supone más o menos para el conjunto del país lo que el turismo representa para España. Un proceso de integración fiscal y bancaria, como el que se quiere llevar a cabo en el continente, sería una amenaza para la City ya que, tarde o temprano, o se uniría a ese sistema de supervisión o quedaría en una situación de sombra, bordeando la ilegalidad. Sin embargo al resto de Europa también le interesa la pujanza financiera de Londres, ya que la mayor parte de grandes empresas continentales utilizan esa plaza como base de operaciones financieras. Una ruptura con el reino Unido les afectaría en la operativa diaria y en la visión que de esas operaciones se tendría en sus propios países. Quizás eso sirviera para desarrollar pequeñas Citys a este lado del canal, pero sería una ganancia escasa frente a tanta pérdida.

Hay muchas, miles de razones en contra de la separación, y una de ellas, y no la menor, es que en un mundo globalizado, en el que una ciudad china tiene en su extrarradio más población que varias naciones europeas, y que crece económicamente al 8%, los procesos de separación son suicidas. La única alternativa que le queda a Europa en este mundo para sobrevivir (fíjense que ni digo ser influyente) es unirse, compactarse, actuar como un único agente, y crecer. La alternativa es la fragmentación, la irrelevancia y la decadencia económica y política. Eso también está en juego en esa consulta.

El Lunes me lo cojo festivo, descansen mucho y hasta el Martes, si no hay novedades.

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