miércoles, septiembre 16, 2015

25 años de Ana Blanco en TVE

Quizás sea su flequillo, inalterable ante la turbulenta actualidad, o esos ojos algo caídos, que atrapan al espectador y le hacen sentirse visto y atendido, o esa voz serena y sosegada que nunca se eleva más de lo debido, que a veces corre el riesgo de arrullar pero, en tiempos como los que vivimos de griterío, bronca y ruido, supone un puerto sereno y sosegado donde el espectador sabe que la noticia le va a sobresaltar o interesar por su contenido, no por el histrionismo del presentador. Quizás porque es de Bilbao, o quizás porque, sin destacar mucho, ha sido siempre la mejor y eso ha convencido a todos durante décadas.

Ayer Ana Blanco cumplió veinticinco años como presentadora del Telediario de TVE, a veces al mediodía, otras por la noche, en contadas pero señeras ocasiones en el exterior o desplazada a puntos de interés, casi siempre en el estudio, pero día tras día con el espectador, contando noticias. Su imagen es un icono de la televisión en España, ha recibido todos los premios habido y por haber y su estilo, sobrio y sereno, propio de otros países, es estudiado por todos los que empiezan en el mundo de la comunicación para aprender de ella, de lo natural que logra hacer algo tan difícil como enfrentarse a una cámara, contar cosas serias, y salir airosa. Hay dos aspectos que quiero destacar de su carrera, que suponen un contraste muy serio frente a la realidad que vivimos en los medios y, en general, nuestro país. Uno es el de la longevidad de su carrera, y más en una profesión en la que a veces basta con ser un busto guapo, o especialmente, guapa, para figurar. Bella sonrisa, ojos grandes y que lea bien a veces bastan para convertir a un busto parlante en “periodista” y no es eso, no. En EEUU y otros países los presentadores, no sólo de los telediarios, son señores y señoras, en general, de edad, de gran carrera, que le imprimen un sello distintivo a su espacio y que lucen canas sin rubor alguno. Y no sólo en los informativos, no. Los famosos “late night shows” que ahora se encuentran en renovación, han visto como personajes de la talla de Jay Leno o David Letterman se han mantenido durante tantos años como Ana Blanco, sino más. En el caso de una mujer, seamos sinceros, su imagen pesa más, lo que es injusto pero innegable. Y Ana Blanco, que no tiene una imagen despampanante, sino que más bien resulta lo opuesto, h sabido usar su principal arma, la profesionalidad, para seguir al frente del puesto todos estos años. Este es el segundo aspecto, el de la profesionalidad. Decimos muchas veces, con razón, que falta profesionalidad en España. Acostumbrados a la chapuza, el trabajo fácil, el rematar las cosas como sea para pasar a otro asunto, no valoramos el trabajo bien hecho, concienzudo. Es obvio que no es tanta la chapuza como se cuenta, porque sino este país no funcionaría de ninguna manera, pero existir, existe, y consentir y comprender, se consiente y comprende. Y frente a esa forma de no trabajar, Ana Blanco encarna justo lo contrario. La seriedad, el rigor, la disciplina, el estilo digamos germánico del orden y el concierto. Sin salidas de tono, disculpándose ante cualquier fallo que pudiera existir a lo largo de la emisión, sea culpa suya o no, consciente de que es la cara de un equipo que trabaja sin cesar. Su credibilidad, inmensa, viene de ese rigor continuo, de una carrera forjada a lo largo de estos años en los que no ha transmitido, en ningún momento, la ideología que pueda tener, en la que ha sido muy celosa de su vida privada, de la que apenas sabemos nada, para que su popularidad no le perturbe y, también, para que esa faceta privada no contamine su imagen de periodista, su narración de la actualidad. Ana Blanco se ha entregado en cuerpo y alma a su profesión y gracias a ello, sobre todo, es por lo que ha conseguido el éxito y el reconocimiento de todos sus compañeros y, sobre todo, el público.

Habrá un día en el que, por jubilación, hartazgo o lo que sea, Ana Blanco deje de aparecer en los telediarios, y TVE se encontrará ante el reto de relevarla, con algunas de las muchas “Anas Blancos” que a lo largo de estos años han estado trabajando en y para la casa como presentadoras, algunas de ellas de enorme valía, pero que han visto como Ana, cual Isabel II, seguía en su reinado y las herederas debían buscar nuevos destinos ante la imposibilidad de acceder al trono. Ayer sus compañeros le dedicaron un simpático vídeo que resume en unos segundos la carrera de una vida entregada al trabajo y la actualidad. Ella se emocionó al verlo pero dio las gracias en apenas un par de segundos y remató el informativo sin querer ser protagonista en ningún momento. Enhorabuena, felicidades, y gracias por el ejemplo.

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