miércoles, septiembre 30, 2015

Hay agua salada en Marte. Vamos para allá!!!

Vámonos a Marte. Ese es el mensaje principal que me gustaría que les quedase de mi artículo de hoy. Retrasar ese viaje una y otra vez por excusas que, en el fondo, esconden falta de ambición y presupuesto, es un engaño. Cada vez conocemos más de nuestro vecino y resulta evidente que la caja de sorpresas que supone, como todos lo que orbita ahí fuera, es inmensa y apasionante. Y por si fuera poco, cada descubrimiento nos acerca más y más al momento en el que, ojalá llegue pronto, se descubran trazas de vida (microbiana, escala molecular) que ahora mismo pueda existir en el planeta, o que existió en el pasado. Como siempre, Daniel Marín se lo cuenta millones de veces mejor que yo.

El agua en Marte es un elemento que lleva tiempo dando vueltas y de cuya presencia en el pasado ya no hay dudas. Muchas de las formaciones geológicas que hoy vemos en la superficie del planeta son producto de años de erosión causada por flujos de agua, constantes o periódicos. El por qué Marte perdió esa agua en superficie y cómo se dio ese proceso es una de las preguntas más importantes que debemos responder. También se sabía desde hace tiempo que en los polos de Marte, en esos blancos casquetes, casi todos ellos conformados por CO2 congelado, hay trazas de hielo de agua, y que no puede haber agua en la superficie porque las condiciones atmosféricas de bajísima presión harían que hirviera y se evaporase al instante. ¿Qué es, entonces, lo que ha anunciado la NASA? Algo muy importante, y es el afloramiento a la superficie de salmueras procedentes del interior del planeta. La salmuera no es sino una sal con un componente de agua, o un agua muy muy muy salada. Quizás les suene el nombre por ser uno de los residuos que generan las depuradoras de agua marina, que vierten nuevamente al mar. En este caso se trata de sales minerales no tan habituales como las que usamos para dar sabor a la comida, pero que hacen que, combinadas con el agua, ésta pueda mantenerse en la superficie de Marte el tiempo suficiente como para que genere surcos, trazas, escorrentías, que poseen un carácter estacional, y duran pocos meses, pero que surgen de manera periódica en distintas zonas del planeta. Este descubrimiento implica, sobre todo, que bajo la superficie de Marte sí existe agua líquida, que hay depósitos, acuíferos, lagos o ríos subterráneos, no se sabe de qué dimensión, cuantía o profundidad, pero que resguardada de un exterior que es insoportable, se mantiene a cubierto. Y de vez en cuando aflora en esas disoluciones, que en semanas se frenan porque el agua que, de una manera u otra, asome a la superficie de Marte, se evaporará tarde o temprano. En salmuera muy tarde, pero lo hará. Y claro, si existe constancia de agua subterránea en Marte, recordemos que a resguardo de temperaturas y presiones extremas y del bombardeo de la radiación solar, la imaginación puede dispararse sobre si en esos “pozos” de agua pueden existir formas de vida, que o bien provengan de un pasado antiquísimo y se hayan adaptado a ese entorno o se hayan ido surgiendo y desarrollando en él. Esto no es sino una especulación, o quizás mejor, un deseo, y recordemos que no tenemos nada claro si quiere cómo se produjo el surgimiento de la vida en la Tierra, pero es obvio que para empezar a soñar con la posibilidad de que “algo” pueda existir en Marte el escenario de un lago subterráneo resulta mucho más atractivo que cualquiera de los áridos e insoportables parajes de la torturada superficie. Elimina muchos problemas previos, algunos de ellos insalvables en apariencia y ofrece una nueva oportunidad.

Recordemos que, en el fondo, conocemos muy poco de Marte. Lo tenemos cartografiado a una resolución alta, pero hay valles y zonas en las que nada vemos más allá de su planta, si saber si esconden cuevas o recovecos de otro tipo. Y nada sabemos de lo que hay bajo su superficie. Por eso el descubrimiento de la NASA resulta importante, y la mera idea de que perforando Marte podamos lograr extraer agua allí enclaustrada resulta sugerente y revolucionaria, tanto para esa búsqueda de vida mencionada como para el abastecimiento de los astronautas que, algún día, puedan pisar su superficie. En serio, ¿por qué no vamos?

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