jueves, octubre 01, 2015

Rusia entra en serio en la guerra de Siria

Definitivamente Siria se va a convertir en la máquina de picar carne más efectiva de nuestro tiempo. Las víctimas causadas por esa guerra empiezan a ser no incontables, sino todo lo contrario, una inmensa cuenta de muertos que no deja de crecer sin fin. A la lucha de todos contra todos que se desarrollaba en las arenas del antiguo país de oriente medio, donde eran cuatro los bandos enfrentados (Asada, sus opositores no islamistas, Al Queda y DAESH) se ha unido desde ayer el ejército ruso, que ya había actuado en la guerra de una manera encubierta, muchas veces negada, pero que por fin ha decidido anunciar en público su intervención. Y sin duda ninguna. Al lado del amigo y aliado Asad.

Putin ha vuelto, otra vez, a dejar en ridículo a casi todos. Tras unas reuniones celebradas en Nueva York en el marco de la Asamblea General de la ONU, en las que se vio claramente el agrio clima que preside las relaciones de Rusia con occidente, el amigo Vladimir ha optado por actuar, y que el resto opine lo que quiera. Ya en Ucrania pasó lo mismo y nadie parece dispuesto a dar marcha atrás a la anexión de Crimea. Con una economía en grave crisis, con las materias primas, principal fuente de riqueza de Rusia, en absoluto declive de precios, y un rublo que apenas puede comprar nada del exterior, Putin, a quien parece que nada de esto le importa, y menos el efecto sobre la población rusa, ha decidido ponerse nuevamente al frente de su glorioso ejército, y como en uno de esos reportajes de autobombo en los que aparece luciendo tipo haciendo el machito, se ha lanzado a la guerra de Siria sin contar con la opinión de nadie. Y lo hace apoyando sin fisuras a Asad, su aliado en la zona, un criminal de guerra, un sanguinario y apestoso dictador, que es visto con relatividad por parte de muchas cancillerías teniendo en cuenta a los bárbaros a los que se enfrenta (Al Queda y, sobre todo, DAESH). Pero Putin, al igual que el turco Erdogán, está usando la amenaza islamista de una manera torticera para actuar en su propio beneficio. El dirigente turco usa a DAESH de excusa para atacar a los kurdos y tratar de eliminarlos de su país, y Putin también utiliza a DAESH como argumento para bombardear posiciones de la resistencia civil a Asad, de los opositores, los pocos que quedan, no vinculados al islamismo. Ninguno de los dos ataca a los islamistas, sino a los moderados que se enfrenta o a Asad o a DAESH. Es el mundo al revés, una absoluta locura. Putin parece pensar que, mientras logre que su aliado se perpetúe en el poder y mantenga de esta manera sus intereses militares y estratégicos en la zona, la barbarie islamista es un problema menor del que se podrá ocupar en el futuro, pero que no es prioritario. Esta estrategia favorece a Asad, obviamente, pero también al propio DAESH, que ve como alguna de las facciones que podría robarle protagonismo en su afán de convertirse en la fuerza hegemónica en la zona son eliminadas por terceros. Casi no tiene que hacer nada más que esperar sentada a que Rusia acabe su trabajo y extermine a todos los opositores que no son ellos, y luego reanudar sus ataques. Demencial. Además, esta toma de posición rusa nos pone a todos en un brete, porque la inacción de occidente en la guerra, el abandono a los opositores legítimos a Asad y nuestras enormes dudas y miedos sobre lo que hacer allí nos colocan no sólo en un bando perdedor, que también, sino en una posición, hasta cierto punto, traidora, tanto a nuestros intereses como a los de la población civil siria, masacrada por todas partes, a los que no ayudamos en ningún aspecto, ni vamos a mover un dedo para salvar.

Y claro, esos civiles sirios sólo ven una salida a esta locura, que es la que casi con toda seguridad utilizaríamos usted y yo. Salir corriendo, huir, escapar a cualquier parte. La guerra no hace sino aumentar en intensidad, extensión y virulencia, y la entrada de nuevos actores y tensiones en escena sólo provoca que se vuelva aún más peligrosa y compleja. Los riesgos de que una actuación militar occidental ocasiones bajas en el bando ruso son, ahora mismo, ciertos, y pensar en esa mera posibilidad genera miedos, lógicos, en medio mundo. Siria se puede convertir, como fueron muchos países latinoamericanos, en el pasado, en campo de batalla de EEUU y Rusia, por vía interpuesta o directa. Y eso suena demasiado a guerra fría como para no alarmarse. Nada bueno viene de Siria ni, temo, vendrá en bastante tiempo.

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