martes, octubre 13, 2015

Un salvaje atentado desestabiliza Turquía

La noticia del puente es el cruel atentado perpetrado el Sábado en Ankara durante una manifestación a favor de la paz y por la búsqueda de un acuerdo entre el gobierno turco y los rebeldes kurdos. Los convocantes, en su mayoría fuerzas opositoras al régimen de Erdogan, ya habían sufrido acosos en anteriores manifestaciones, pero nada que ver con lo que pasó junto a la estación central de Ankara. La acción de dos terroristas suicidas provocó una matanza en al que se estima en cien (sí, cien) el número de fallecidos y muchos más los heridos. El gobierno apunta al DAESH como autor material de semejante atrocidad.

Y todo ello apenas a dos semanas y media de las elecciones que, convocadas de urgencia, vuelven a llamar a votar a los turcos después de haberlo hecho el verano. En esos comicios Erdogán, hombre fuerte del país y representante de un islamismo cada vez menos moderado, perdió su mayoría absoluta, que necesitaba como agua de mayo para poder reformar la constitución y perpetuarse en un poder cada vez más absoluto. Ese era el fondo de su programa electoral, y no lo logró. Durante estos meses han transcurrido numerosas reuniones entre partidos y dirigentes que no han llegado a un acuerdo de gobierno, fruto de lo cual se vuelven a convocar elecciones. Pero durante estos meses también han sucedido otras cosas muy preocupantes en Turquía. Varios han sido los atentados que, algunos con decenas de muertos, han golpeado al país, especialmente en las provincias más al este, limítrofes con la pesadilla siria y la zona kurda. La más violenta de ellas, sucedida hace un par de meses, causó treinta muertos en otra manifestación antigubernamental. Erdogán, indignado, acusó al DAESH de ser los autores de la matanza y empezó una campaña de bombardeos en Siria contra las posiciones islamistas, pero que en apenas horas derivó en un masivo ataque contra los kurdos, con los que existe un conflicto desde hace muchas décadas en el país, y que resultan ser los principales combatientes contra los islamistas. Erdogán lanzó sus fuerzas contra los kurdos y estos rompieron el alto el fuego que llevaba en vigor varios años, y empezó una espiral de acción y reacción que ha inestabilizado mucho el país y le amenaza con volver a los años del miedo, en los que los atentados del PKK sembraban de terror las ciudades turcas y el gobierno usaba todos los métodos imaginables para acabar con la guerrilla. Así, en estos meses de interregno electoral, Turquía ha avanzado muchos pasos hacia el borde del precipicio. Sin embargo, nada es comparable a lo sucedido el sábado, que supone un salto cualitativo tremendo en lo que hace al número de víctimas, expresamente buscado por los autores dada la concentración de personas que acudió a la manifestación. Los kurdos se han desvinculado de ese atentado con toda la rapidez y fuerza que han podido y han decretado un alto el fuego hasta, si no me equivoco, la celebración de las elecciones. Eso nos deja, excluyendo las teorías conspiranoicas que señalan a fuerzas del gobierno turco, a DAESH como autor material o intelectual del acto ¿Por qué lo ha hecho? Quizás por venganza, por la colaboración del gobierno turco con la coalición internacional, que bombardea posiciones islamistas en Siria, o por el apoyo que ofrece a los refugiados que, por millones, se asientan en suelo kurdo.


O puede que DAESH, con ese acto, busque radicalizar aún más al gobierno turco y agravar la crisis que sacude al país. Y para estos fanáticos ya se sabe que cuanto peor, mejor. Los días transcurridos desde el atentado muestran disturbios, enfrentamientos y choques entre manifestantes y fuerzas del gobierno que, unos deplorando el atentado, otros buscando la seguridad, se enfrentan en las calles de Ankara y otras ciudades (parece que, de momento, en Estambul la cosa está más tranquila) dejando la imagen de una Turquía inestable y en riesgo de fractura. Otra pieza del tablero de oriente próximo que amenaza con saltar por los aires. Y ya son demasiadas

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