Ya está. Tras semanas de espera
el Consejo de Ministros, en reunión extraordinaria celebrada ayer, aprobó el
decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales
para el Domingo 20 de diciembre, una muy mala fecha. La campaña comenzará
oficialmente (es un chiste) el viernes 4 y terminará el viernes 18,
coincidiendo con el estreno del episodio VII de La Guerra de las Galaxias.
Algunos candidatos van a necesitar mucho la fuerza para poder vencer al lado
oscuro que les atenaza. Otros puede que acaben vagando por mundos oscuros y
perdidos en los confines de la galaxia. Todo está en el air, mejor dicho, en el
espacio.
Coincidiendo con esta
convocatoria, Rajoy
dio una rueda de prensa al mediodía y acudió a TVE por la noche para una
entrevista ante Ana Blanco. Resulta impostado, forzado y antinatural, que
una persona que no soporta a los medios de comunicación se prodigue ahora por
ellos, a unas decenas de días de los comicios, porque así lo exige la
estrategia electoral. Cuando Rajoy dice que está encantado de ser entrevistado
miente, lo sabe él y lo sabemos todos, y esa es la base de su enorme fallo de
comunicación. Acertó ayer al inicio de la entrevista en calificarse así mismo
como el principal rival de cara a poder ganar las elecciones. Su imagen es
nefasta entre la población, no tanto por las medidas que ha tomado estos años,
sino por cómo no las ha explicado, como las ha ejecutado con una displicencia
absoluta, y cómo no ha ejercido en ningún momento el liderazgo que le es
exigido a quien ocupa su cargo de presidente. En estos años Rajoy ha optado por
esconderse ante los problemas, y eso es una losa muy grande que pesa en su
haber. En el tema de la corrupción esa actitud es lo que más le ha penalizado.
En el PP, como en todas partes, hay corruptos, y es difícil que los partidos
los localicen antes de que cometan sus fechorías, pero lo que es imperdonable
es que una vez detectadas, cuando salen a la luz esas golferías, se actúe como
si no han existido, se escondan ante un público que las ve a plena luz. La
misma actitud que ha llevado a cabo Convergencia con el 3% es la que ha efectuado
el PSOE con los EREs de Andalucía y el PP con todo lo relacionado con Bárcenas,
pero olvida Rajoy que el que ocupa la presidencia del gobierno es el que es
escrutado y evaluado por todo el país, aunque no sea votado por ellos (no
tenemos un sistema presidencialista, no lo olvidemos) y por eso la corrupción
ataca especialmente a quien se encuentra en el punto más alto (y expuesto) del
poder. Rajoy no es creíble cuando habla de enmendar la corrupción, porque no ha
tomado ninguna de las medidas necesarias para atajarla, que no consisten sólo
en nuevas leyes y reformas procesales, que también. Se basan en el
reconocimiento del error, y la decapitación (figurada) en la plaza pública del
autor de la fechoría, cueste lo que cueste, duela lo que duela. El Rey Felipe
VI, cuando decidió que su hermana Cristina, su hermana, perdiera sus atributos,
dio una lección de cómo se extirpa a un corrupto. Con bisturí, puntos y dolor,
y algo de hemorragia. Rajoy no ha actuado de esta manera y por ello se le
recordará. En general en la entrevista estuvo muy en su línea, tratando de
defender lo logrado más que la búsqueda de un objetivo a futuro, enfocando su
campaña con el miedo a que vengan otros y lo rompan todo. Su estrategia
recuerda, en algún modo, a la seguida por el último felipismo cuando, quizás se
acuerden, sacaba el dóberman para asustar, diciendo que venía la derecha. Era
una táctica sucia y cutre, y no funcionó. En este caso las formas son mucho
mejores, pero el mensaje es similar. Los datos económicos le son favorables,
pero está por ver hasta qué punto funcionará sobre la hastiada sociedad
española.
Sin duda, y no puedo dejarlo a un lado, lo mejor
de la entrevista fue Ana Blanco. Profesional como la copa de un pino, se mostró
en todo momento serena y cordial, pero seria, y repreguntaba cuando lo consideraba,
y a veces interrumpía el parlamento de Rajoy cuando éste volvía al argumentario
económico sin que viniera a cuento. En mi opinión dio una lección de cómo hacer
una entrevista seria e independiente, sin caer en absoluto en el divismo ni el
protagonismo que tanto se estila en muchas otras ocasiones. Y no lo olvidemos,
con el enorme mérito de hacerlo ante su “jefe” directo, cosa que exige mucho más
valor. Ayer Rajoy fue Rajoy y Ana Blanco dio una lección de periodismo.
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