Desde hace años trabajo en el
mismo edificio en el que, a lo largo de esta legislatura, lo hace Luis de
Guindos, pero lo cierto es que nunca le he visto aquí a lo largo de estos,
casi, cuatro años. Los que ocupan las plantas “nobles” pueden vivir sin
cruzarse con el resto de trabajadores y llevar a cabo su actividad con discreción,
necesaria en estos casos. Por eso, ayer, que asistí a una conferencia impartida
por el ministro, fue la primera vez que tuve la oportunidad de verlo en
persona, cuando quedan apenas dos meses para que se celebren las elecciones y
abandone el cargo.
Guindos es una rara avis en el gobierno.
Pese a que ha ocupado puestos de importancia política cuando el PP ha estado en
el poder (fue secretario de estado en la época gloriosa del decepcionante Rato)
ni es militante del partido ni se ha presentado a las listas de ninguna elección.
Y lo que es más importante, su vida profesional ni ha dependido de lo que
decida el partido ni lo hará en el futuro. Y eso le da un margen de libertad a
la hora de actuar y expresarse que no es común ni entre el gobierno ni, en
general, la dirigencia política española. Su exposición fue breve, poco más de
media hora, clara y fácil de entender, centrada en la recuperación de la economía
española, innegable, pero otra muestra de la campaña electoral en la que nos
encontramos. Podía haber caído en un discurso simplista, demagógico y mitinero,
que no hubiera extrañado mucho dadas las fechas, pero a mi entender expuso la
situación de una manera bastante honesta. Empezó por la descripción del
contexto internacional, en el que señaló las tres amenazas que se ciernen, para
la economía global y, lógicamente, la española: Desaceleración china y del
resto de emergentes, caída del precio de las materias primas y estancamiento
del comercio internacional. En el ámbito europeo citó cuatro como los puntos a
tener en cuenta en el futuro próximo: El tratar de consolidar las tasas de
crecimiento, que aún son flojas, la gestión del tercer rescate griego, el
acomodo del Reino Unido (el referéndum de Cameron sobre el Brexit empieza a
aparecer en las agendas, mucho ojo) y la absorción de los refugiados, que señaló
como problema humanitario pero también como oportunidad. En el tramo dedicado a
la economía española, fue sincero al admitir que tenemos tres vientos de cola
que nos empujan, como son la bajada del precio del petróleo, la cotización débil
del euro y la política expansiva de Draghi en el BCE, pero que esos factores,
que también apoyan al resto de economías europeas, se refuerzan en el caso
español por la ganancia de competitividad que ha experimentado nuestra economía
por las reformas y la apertura al exterior que nuestras empresas han llevado a
cabo. Así, ahora crecemos a tasas del orden del 3%, frente a economías como la
italiana, que renquean pese a tener, a priori, los mismos factores externos
positivos que nosotros. En este punto es donde sacó más pecho, tanto por las
reformas emprendidas por el gobierno como por haber conseguido que no nos
impusieran un rescate, como a Portugal. Sí mencionó a la “línea de crédito”
rescate financiero que tuvimos que pedir para afrontar la caída de Bankia y la
mitad de las cajas de ahorros, pero lo hizo para señalar lo bien que hemos
gestionado esa ayuda y como hoy en día el sector financiero no es un problema,
sino un colaborador de la recuperación a través del impulso del crédito,
necesario como la sangre para estimular consumo, inversión y empleo. En el
punto en el que más estuvo “en campaña” fue cuando insistió en que las
elecciones deben dar un mandato claro de mantener el rumbo de las reformas, y
que la victoria de un partido que las desbarate, o una inestabilidad, puede
ponerlas en riesgo y revertir mucha de la confianza ganada en los mercados.
Guindos
no eludió la polémica de estos días con la UE sobre el déficit público que
alcanzará realmente la economía española, y volvió a defender que la
previsión recogida en el presupuesto que se aprueba la semana que viene será la
que se cumpla frente a la opinión expresada por la comisión (4,2% frente a 4,5%
en 2015 y 2,8% frente a 3,5% en 2016) y dijo que la recuperación mantiene el
tono y los ingresos tributarios crecen aún más de lo que el propio gobierno ha
estimado. En el turno de preguntas se mostró abierto, afable y, como en la
conferencia, leyó poco y mostró unas tablas y conocimiento de la materia que,
también, lo hacen destacar respecto al resto de miembros del ejecutivo. Fue
interesante el acto, la verdad.
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