lunes, octubre 05, 2015

Portugal, sin que le hagamos caso, ha celebrado elecciones

Sólo he estado una vez en Portugal, y por pocos kilómetros. Hace unos cuatro años, en un verano en el que estaba de visita a unos amigos que tienen casa en Extremadura, cogimos el coche y pasamos la frontera a la altura de Valencia de Alcántara. Visitamos Marvao, una pequeña localidad sita a más o menos diez kilómetros de la raya, que posee un promontorio inmenso en el que se encuentra edificada una especie de Alhambra, muy bella, junto con un pequeño casco urbano, desde la que las vistas son espectaculares. El lugar es de gran belleza, posee un gusto y estilo muy agradable, y merece la pena visitarlo.

En cierto sentido, en este aspecto, soy un español típico, que como refleja la geografía, doy la espalda a mi vecino. El desconocimiento y la escasa relación que existe entre España y Portugal es algo que habría que hacérselo mirar. Toda su frontera terrestre es con nosotros, y si exceptuamos los municipios y regiones fronterizas, poco o nada compartimos con Portugal, y creo que mejor nos iría si cambiásemos de actitud. De pequeño veía el mapa de la península y consideraba a Portugal como un pobre colgajo, una anomalía sin sentido geográfico. ¿Qué hace ese pedazo desgajado? ¿Por qué no toda la península es un solo país? Luego al estudiar historia descubre uno lo que pasó, pero sigue son comprenderlo, y los siglos de recorrido desde nuestra separación son siglos de darnos la espalda, de obviarnos, de olvidarnos unos a otros, de relaciones cordiales en la frontera, pero casi desprecio mutuo. Portugal se lanzó al Atlántico, su única salida posible, y mantiene buenas relaciones con las que fueron sus colonias, mucho mayores desde siempre que la metrópoli en población e influencia global. Su vinculación histórica con Reino Unido fue otro motivo para que desde España se le viera con ojos torcidos, dado que la “pérfida Albión” siempre ha sido enemigo histórico de la monarquía española. Con el paso del tiempo, las guerras, dictaduras y democracias, la aspiración española de entrar en Europa era casi equivalente al deseo de no mirar atrás y fijarnos siempre en el norte, y Portugal, a nuestra espalda, era un ejemplo de lo que no queríamos ser, de un residuo del sur, de un despojo. El español medio apenas conoce algunos de los hechos fundamentales de la historia de su vecino, quién les gobierna, y detalles por el estilo. Hagan una encuesta por la calle y pregunten por nombres de escritores portugueses, cabeceras de periódicos o revistas, cantantes, programas de moda en la televisión de allí u otras cuestiones de la actualidad, y la respuesta más probable sea el silencio del desconocimiento. El que aún sea un país más pobre que el nuestro ha hecho que no nos fijemos en ellos para nada, pero no es sólo el dinero lo que nos debiera llamar la atención, ni mucho menos. Su nivel cultural, el que sepan muchos más idiomas que nosotros, su modestia, su forma silenciosa de hablar… Portugal sigue siendo un enorme misterio para casi todos nosotros, y es una de las asignaturas pendientes que tenemos como sociedad. Decía Saramago que soñaba con una Iberia que unificase a España y Portugal, que cerrase medio milenio de incomprensión y empezara a sellar acuerdos, abrazos y puentes para saldar esa deuda incomparable. En los años en los que España crecía con la fuerza de la burbuja y Portugal, sin ella, no remontaba, cerca de un tercio de los portugueses veían con buenos ojos una integración de ese tipo. Hoy en día no se cuáles serían los valores de ese sondeo, ni se el porcentaje que otorgarían si se realizase entre nosotros, pero creo que, aunque suene a descabellada, crear esa Iberia no es una idea tan peregrina, y sí algo lleno de sentido.

Ayer, durante apenas unos minutos, Portugal salió en nuestros informativos con motivo de las elecciones generales allí celebradas. Se cumplieron las encuestas y el gobierno de centro derecha de Passos Coelho ganó los comicios, pero perdió la mayoría absoluta. Con ello Coelho se convierte en el primer dirigente europeo que, tras aplicar recortes y rescates, resulta reelegido, lo que ya es un hecho noticioso en sí mismo. Pero ni estas elecciones lograron que los informativos nocturnos abrieran con Portugal .A saber cuándo una nueva noticia procedente del vecino logra atravesar la maraña informativa y alcanzar puestos de portada. Otro signo, por si faltaban pocos, de esa incomprensión carente de sentido.

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