De mientras en España seguimos
con nuestros problemas de ombliguismo y desatado egoísmo nacionalista, ahí
fuera pasan cosas serias, a las que ni nosotros ni nadie parece hacer mucho
caso. Se acerca el invierno, y más que el lema de una famosa serie televisiva,
concretamente de un menguante grupo de personajes de la misma, el frío, al
lluvia y la nieve son sinónimos de problemas para los pobres y necesitados. Y
para los miles de refugiados de la guerra de Siria que deambulan por una Europa
que juega con ellos a pasarse la pelota, el invierno es, directamente, un
enemigo mortal.
Y en medio de esta coyuntura se
ha publicado una encuesta sobre la percepción que existe en las principales
naciones europeas sobre este asunto de los refugiados, sobre lo que opinamos
sobre su asilo, integración o rechazo y otros temas de interés. Es, que yo
tenga noticia, la primera que se realiza al respecto, y más en el conjunto del
continente, por lo que sus conclusiones deben ser puestas un poco en barbecho
hasta saber si realmente lo que dicen corresponde a la realidad, pero de una
revisión de los datos publicados se deducen cosas muy interesantes,
sorprendentes y, hasta cierto punto, alarmantes. El país que ve con mejores
ojos que los inmigrantes se instalen en él es, como era de esperar, Alemania,
con un 55% de su población a favor, pero no deja de señalar la encuesta que la
percepción de los alemanes ante este asunto está cambiando rápidamente, y que
del entusiasmo inicial se está pasando a un sordo rumor que critica a Merkel
por su política de acogida y a un rechazo al inmigrante. ¿Cuál pensarían
ustedes que es el país que menos apoya acogerlos? Pues resulta ser Francia, con
sólo el 29% de la población mostrándose favorable a la acogida. Francia,
supuesta cuna de las ideas ilustradas, lleva ya bastante tiempo destacando en
todo tipo de encuestas, mostrando porcentajes muy abultados de apoyo a una
visión de la vida sumamente conservadora, anclada en una especie de pasado
imperial, y de rechazo al mundo moderno. Ese porcentaje tan bajo de acogida
resulta coherente con la alta intención de voto que presentan formaciones
extremistas, como el Frente Nacional, que ha cogido la bandera de los
refugiados como estandarte para advertir al francés de la calle de los riesgos
que le vienen de fuera, y de la necesidad imperiosa de protegerse ante ellos. Así,
la rígida y distante Alemania, como algunos siguen queriendo verla, sigue
mostrando ante este problema una actitud de brazos abiertos y comprensión, la
moderna y luminosa Francia, como muchos aún sueñan que es, aparece como una
nación egoísta, rencorosa y, sobre todo, asustada ante lo que sucede fuera de
sus fronteras. En el caso de la propuesta comunitaria de reparto de los
inmigrantes por cuotas, resulta ser nuevamente Alemania, en este caso por
auténtico interés, la que se muestra más partidaria y, junto al Reino Unido,
vuelve a ser Francia la más reticente, sobre todo porque siendo el segundo país
más poblado y rico de la Unión le iban a tocar más. En general la encuesta
transmite la sensación de que, pasado el efecto emocional de ciertas fotos y la
atención de los medios ante el asunto, la opinión pública europea se ha
desentendido en parte del drama de los refugiados y, sobre todo, empieza a
percibirlos más como una amenaza y un problema que como una urgencia
humanitaria u oportunidad de futuro. Y quizás por ello, sabiendo que esta
percepción negativa cala más en la población, los dirigentes políticos, que se
deben a los votos, tratan de dilatar y disolver el asunto en cumbres que no
llevan a nada, aparentemente destinadas a que el problema traspase sus propias
fronteras.
Y de mientras tanto son miles de
personas las que, en condiciones cada vez más penosas, y con la amenaza de la
meteorología sobre sus cabezas, vagan por campos y caminos europeos en una
lastimosa procesión hacia ninguna parte. Si uno observa esas imágenes y las ve
en blanco y negro es incapaz de distinguir si pertenecen a nuestra época o a
los años cuarenta del siglo pasado. Ahora, eso sí, las podemos ver en detalle
porque los drones los sobrevuelan y graban, pero en lo importante, que es el
sufrimiento y abandono en el que viven todas esas personas, nada parece haber
cambiado en estos tres cuartos de siglo transcurridos. Y este es uno de esos
asuntos importantes de los que debiéramos ocuparnos, no de pataletas.
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