lunes, septiembre 14, 2015

El inacabable problema de las armas en EEUU

Esta noche se ha producido un tiroteo en el MIT, la prestigiosa universidad tecnológica sita en las proximidades de Boston. Aún no están muy claras las causas ni las consecuencias, aunque parece confirmarse que ha fallecido un policía. Podemos estar ante un caso de terrorismo o ante el típico, qué pena tener usar este adjetivo, asalto de un descerebrado a su campus en venganza por vaya usted a saber qué. Es precisamente el hecho de que consideremos como típicos actos de este tipo lo que nos debiera alertar de la gravedad de los mismos, de su reiteración y del porqué en EEUU el asesinato es algo tan extendido. Visto desde este lado del mundo resulta incomprensible.

Obama, que ha conseguido en estos últimos meses del mandato tres enormes éxitos que darán lustre a su legado (aval del Tribunal Supremo a su reforma sanitaria y a la ley del matrimonio homosexual, y el acuerdo nuclear con Irán) se ha encontrado en el control de armas un obstáculo al que no ha podido hacer frente de ninguna manera, lo que demuestra entre otras cosas que el poder de un presidente norteamericano no es, ni mucho menos, tan inmenso como parece, y eso que, en comparación a los primeros ministros europeos, se encuentra a una distancia sideral respecto a lo que es capaz de hacer en su país (sólo el presidente francés es comparable). El lobby del armamento en EEUU, encabezado por la muy visible Asociación Nacional del Rifle, pero secundado por muchísimas agrupaciones locales dispersas a lo largo de toda la nación, se ha mostrado inflexible, y ni las numerosas y, cada vez, más horrendas matanzas a las que hemos asistido en estos años han permitido que se organice una mayoría en el Congreso de Washington que se atreva a restringir la venta, uso y posesión de armas. El recurso a la constitución norteamericana, que las ampara, y la defensa a ultranza de la libertad han generado en este asunto un problema de enorme dimensión, que ha convertido a EEUU en el país del mundo con mayor número de armas en manos de civiles, y por ello, susceptibles de ser utilizadas en cualquier caso. La confusa regulación al respecto, dependiente en muchos casos de los estados federados, ha contribuido a liarlo todo, y como pasa con la pena de muerte, hay lugares donde se ejerce un cierto control en la venta y posesión frente a otros en los que es más común y fácil hacerse con una manzana que con una bolsa de ensalada (incluso puede que sea más barato). Dice el dicho que cuando uno tiene un martillo en la mano todos los problemas se asemejan a clavos, y algo de esto pasa allí. Las disputas familiares, enfrentamientos laborales traumas y demás desgracias personales que en EEUU acaban en un tiroteo suceden también en el resto de sociedades, por supuesto, sólo que en el resto, por ejemplo las nuestras, no puedes disponer de un arma que te permita disparar sobre, pongamos, tus compañeros de trabajo, y por eso, pese a que se dan casos, su frecuencia e intensidad es mucho menor. El nivel de violencia subterránea será probablemente el mismo, pero no aflora en forma de disparos. Pongamos el caso del empelado de la televisión local que, hace un par de semanas, asesinó en directo a sus compañeros. Seguro que, sin salirse de esa profesión, muchos empleados desearían acabar en España con sus compañeros, jefes y técnicos de sonido, por decir algo. Pruebe a repartir pistolas por las redacciones y, a buen seguro que no pasará mucho tiempo hasta que una de ellas sea utilizada y tengamos una desgracia. Es esa accesibilidad sin límite lo que facilita la desgracia.

¿Qué tiene que pasar en la sociedad norteamericana para que cambie de actitud? No lo se. Es un asunto complejo en el que, en lo más profundo, late el individualismo de una sociedad formada por personas que recelan del estado y tienen grabado en su ADN la necesidad de autoprotegerse. Este es uno de esos casos en los que la libertad, en la compra y venta de armas, posee inconvenientes muy graves que obligan a que haya una regulación que la restringa. El liberalismo armamentístico tiene externalidades muy negativas, por decirlo en plan técnico y pedante. Y me temo que hasta que la sociedad norteamericana cambie de actitud da igual la dimensión o crudeza de la matanza a la que asistamos.

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