Es Bruselas una curiosa ciudad,
sita en medio de dos mundos, el francés y el germánico, que ha basado su
existencia en puentear a ambos y en tratar de vivir sirviendo de nexo común
entre las dos comunidades. Capital de un país, Bélgica, hasta cierto punto
artificial, y que en la práctica son dos, separados por lengua y cultura, su
situación intermedia y su tamaño mediano la hicieron ideal para situar en ella
las instituciones de la entonces CEE, ahora UE, que ha crecido en importancia y
número de funcionarios hasta lograr rediseñar un barrio, el llamado “europeo”
que es un pastiche de edificios modernos apretujados en unas calles en las que
apenas hay espacio.
Esa
ciudad, una de las más cosmopolitas de Europa, lleva dos días cerrada. Sus museos
no abren, el metro no circula, cines y teatros han estado todo el fin de semana
con la persiana bajada y la vida social, más que al ralentí, se ha apagado del
todo. Turistas que, como todos los fines de semana, llegan a la ciudad, se han
encontrado con un panorama desolador, en el que las tanquetas y fuerzas policiales
eran lo más exótico que se podía fotografiar en una urbe sin alma. El gobierno
belga, ante el riesgo informado por los servicios policiales de atentado, ha
optado por prevenir y decretó el sábado el cierra de todo lo cerrable, decisión
que en un fin de semana puede causar muchos trastornos, pero que colapsa la
ciudad en una jornada laborable, como puede ser el caso de hoy. La posibilidad
de Salah Abdeslam, el presunto líder de la célula terrorista atacante de París
huyera y encontrase refugio en su ciudad, Bruselas, ha provocado esta orden, y
ha militarizado todo el espacio urbano, no solamente el ya famoso barrio de
Molenbeek, en el que se encuentra la pista de todos los atentados yihadistas
habidos en Europa en los últimos años, 11M incluido, sino en cualquier barrio
de la capital y la periferia. Gracias a las películas hemos visto muchas veces
las imágenes de ciudades modernas sitiadas, tomadas por efectivos militares que
patrullan y controlan calles, accesos y locales, y esta vez asistimos en
directo a una operación así, que no tiene nada de peliculera y sí mucho de real.
Ayer por la tarde noche el dispositivo policial organizó una redada en varios
barrios de la ciudad y detuvo a cerca de una quincena de personas, pero entre
ellas no se encontraba el buscado Abdeslam, del que se dice ahora que ha podido
huir a Alemania. Es casi seguro que entre los detenidos habrá vínculos con
tramas yihadistas, porque la experiencia demuestra que el gobierno belga ha
sido muy negligente con el control de estas tras en su país, y al final, de una
manera figurada, la bomba le ha estallado en las manos. Desde hace meses se
viene repitiendo la frase de que es Bélgica el país que, respecto a su población,
más personas ha enviado a Siria para enrolarse en las filas del infame DAESH, pero
nada se ha hecho para evitarlo. Continuamente se señalaba a Molenbeek como un
feudo yihadista, un barrio de decenas de miles de personas que, en la práctica,
funciona fuera de la ley belga y en el que la policía tiene muchos reparos a la
hora de acceder y trabajar, por miedo a su propia seguridad. Y tampoco se ha
hecho nada. Ahora, tras la carnicería parisina, organizada tanto desde Francia
como desde la vecina Bélgica, el gobierno local se ha dado cuenta de la
aterradora situación que tiene entre manos, y admite, aunque no lo diga, que no
está bajo control, bajo ningún control. Una medida excepcional como es el
cierre de la ciudad sólo puede ser decretada por una causa excepcional, riesgo
inminente de atentado, y por un origen excepcional. El descontrol absoluto.
Hoy va a ser un día muy complejo para una ciudad
en la que, con los colegios y universidades cerradas, y el transporte público
suspendido, muchos irán a trabajar como puedan, dado que las empresas e
instituciones, en principio, abren sus puertas. La sensación de miedo en el
corazón de Europa crece y, aunque sea lo menor en este caso, el impacto económico
de la crisis terrorista también sube sin parar, quedándome la duda de cuántas décimas
de PIB puede suponer el cierre de la ciudad, las ventas no realizadas, los
negocios parados, los costes de transporte. Este fin de semana el terror ha
vencido en Bruselas, doblegándola. Oscuro panorama el que tenemos por delante.
Habrá que estar muy atentos a las novedades a lo largo del día de hoy.
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