A veces el futuro, lo que siempre
hemos pensado que iba a ser, llega de improviso, y nos conmociona mucho más de
lo que esperábamos, pese a haberlo soñado en detalle. ¿Cuántas veces hemos
visto en las películas coches voladores que van solos por las carreteras o
cielos, y que acuden a nuestra llamada y nos transportan sin que tengamos que
preocuparnos de nada, pilotados a veces por robots pero, en todo caso, sin
intervención humana? Desde hace pocos años han surgido muchas noticias al
respecto del llamado coche autónomo, y prototipos de Google y otras marcas
llevan trabajando en ello día tras día, con millones de kilómetros acumulados y
experiencias de “aprendizaje” en su software.
Ayer,
por primera vez en España, un coche autónomo circulo por las carreteras
convencionales. No en un circuito cerrado o una pista de pruebas, no, sino
en tráfico real, a lo largo de más de quinientos kilómetros, los que separan la
factoría del grupo PSA de Vigo de la del mismo grupo situado en Villaverde, al
sur de Madrid. El coche no estaba vacío, ni mucho menos. En el primer tramo del
viaje iba en él Alberto Núñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia, pero
al poco se bajó y su hueco fue cubierto por otro técnico de la marca, que ocupó
el único asiento libre que quedaba, dado que todo el coche iba ocupado por técnicos
que controlaban el viaje en todo momento. Y software, mucho software,
ordenadores y pantallas por todas partes, encargadas de controlar el vehículo y
monitorizar a la central todos los parámetros del viaje. El modo autónomo puro
implica que el coche toma todas las decisiones y, una vez que le hemos indicado
a dónde queremos ir, utiliza el GPS y sus recursos y sensores para desplazarse
y no impactar con nada. Hay modos intermedios de automatismo en los que, o bien
el coche actúa sólo en vías de alta capacidad, autovías y autopistas, en las
que el tráfico es más sencillo, o requiere apoyo para el tráfico urbano. En
todo momento el sistema automático se puede desconectar si el conductor actúa
sobre los mandos del vehículo, y se vuelve por tanto a modo “manual”. En
autopistas el coche mantiene el rumbo y decide si adelanta o no en función de cómo
“vea” el tráfico y las condiciones de la calzada, y de hecho así lo hizo ayer,
dado que gran parte del recorrido tuvo lugar a lo largo de la A-6 y AP-6, la
carretera de La Coruña. El coche llegó a su destino sin que se produjera incidencia
alguna, que se sepa, con todos sus integrantes en perfecto estado y sin un solo
rasguño, habiendo superado un trayecto largo en unas condiciones meteorológicas
variables, frías y muy reales. El experimento, por lo tanto, parece que resultó
plenamente exitoso, además de lograr para la marca francesa una promoción más
que notable, dado que la noticia, con toda la lógica del mundo, salió en todos
los medio de comunicación. A su llegada a Villaverde lo esperaba la
vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, que como Núñez Feijoo
en la salida, otorgaba un rango institucional al acto, algo así como la
inauguración del coche autónomo, en este caos sin corte de cinta que se sepa. Imagino
a los que acudieron a la salida y llegada del vehículo con una cara de asombro
y admiración al ver como el coche, en efecto, iba sólo, y nadie movía ni el
volante ni los pedales. Más cara de susto se les quedaría a los conductores
que, a lo largo del trayecto, se cruzaron o adelantaron (o fueron adelantados
por) un vehículo lleno de personas en el que nadie conducía. Quizás a más de
uno le dieron ganas de soltar el volante del susto, o de asirlo con más fuerza
aún para tener un lugar en el que agarrarse.
En 1848 se inauguró la primer línea de tren en
España, el archiconocido trayecto Barcelona Mataró, un inicio ferroviario con
pompa, boato y curiosidad, que trajo a España la primera revolución en los
transportes que tenía lugar desde la invención de las calzadas romanas. Puede
que dentro de unas décadas, cuando el parque móvil sea automóvil en el más
estricto sentido del término, los escolares, si siguen estudiando, tengan que
aprender esa fecha del siglo XIX y la de ayer, 24 de noviembre de 2015, como la
del inicio de la revolución autónoma de la movilidad. Créanme que si se lleva a
efecto (hay aún problemas técnicos, legales y sociales para ello) el aspecto de
nuestras ciudades y parte de nuestra vida va a cambiar muchísimo.
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