viernes, diciembre 04, 2015

Rajoy, Bertín, votos y tuits

Esta noche ha comenzado la campaña electoral para las elecciones generales del 20D. La principal diferencia es que ahora los omnipresentes candidatos también pueden pedir su voto de manera expresa, cosa prohibida por la ley antes del inicio de la campaña. La ley electoral tiene cosas absurdas, como esa, como el día de reflexión o la imposibilidad de realizar encuestas más allá del Domingo 13. Pero no piense usted que la vida moderna y sus costumbres arrinconan al pasado, no. Ese es un error que cometen muchos y les lleva a grandes fracasos ante rivales a los que ven ya derrotados de antemano.

Ejemplo claro. Este pasado miércoles Rajoy acudió al programa de entrevistas de Bertín Osborne, cosechando una audiencia tremenda. No lo vi en su totalidad, porque me pasó lo mismo que las anteriores veces, no demasiadas, en las que he intentado ver ese programa, que más allá del despliegue inmobiliario que muestra, no me gusta ni el tono ni la forma del espacio. Pero es un éxito. Felicidades a Bertín y al resto del equipo que trabaja para realizarlo. La cuestión es que mientras veía otras cosas, especialmente al entrevista a Albert Rivera en el 24 horas que coincidía con la charla de La 1 (casualidad, o no) veía como twitter se llenaba de comentarios en tono de mofa sobre lo que pasaba en la entrevista de Osborne, en lo que decía uno y otro. En esta red social el componente político es acusado, entre otras cosas porque tiene un diseño ideal para dejar mensajes, eslóganes y consignas. Los tuiteros proclaman a los cuatro vientos sus ideas y se atribuyen, en muchos casos, el monopolio de la verdad. Yo, que escribo en esa red, trato de ser moderado, entre otras cosas porque la vida es muy compleja y no cabe ni en ciento cuarenta (mil millones) de caracteres, y creo que lo consigo, pero no lo se. Twitter es una magnífica herramienta para el seguimiento de la información, también la política, pero hay que tratarla con mucho cuidado si la utilizamos para que sirva como espejo de la realidad social, porque nos estaremos equivocando de plano. Sus usuarios suponemos una muestra de la sociedad, en este caso la española, de una representatividad dada, que puede serla muy ajustada para algunos parámetros y lo más distorsionada que imaginarse uno pueda para otros. En el plano electoral hay que tener muy muy claro que seguidores de un candidato no significan militantes de un partido, y que tuits y retuits no son votos. No lo son. Conseguir un éxito mediático en esa red puede ser condición necesaria para lograr votos el día de las elecciones, pero no tiene por qué estar directamente relacionado. ¿Y qué relación tiene todo esto con el programa de Osborne? Pues que les aseguro que la mayoría de los espectadores de dicha emisión del miércoles, que votarán o no a Rajoy, no tienen twitter, ni saben lo que allí sucede. La televisión, tomada al asalto por los candidatos de unos años a esta parte, y por Rajoy desde hace un par de semanas, llega a todas las capas de la población, a todos los espectros de voto, a todos los locales públicos y hogares que pueden votar el 20D, y por eso ejercicios extraños como el de ver bailar a Soraya, tocar la guitarra a Pablo Iglesias o cocinar a Rajoy y Sánchez pueden parecer horteras y carentes de sentido para muchos (desde luego para mi) pero son la mejor inversión posible por parte de esos candidatos para ganarse audiencia y voto. Cada uno de esos ejercicios de populismo barato cosechará, casi seguro, palos y lapidaciones vía tuits, pero acabará generando votos por parte de telespectadores. Es así de simple. Funciona, y ya está. Guste o no.

Vivimos en una sociedad en plena transformación, en la que el consumo de televisión y entretenimiento tienen poco que ver con la manera en la que se hacía hace apenas diez años, y probablemente sea muy distinto de lo que suceda dentro de otros diez, pero en este periodo electoral la televisión “de siempre” con otros formatos, se ha erigido en la reina en lo que hace a la transmisión de mensajes y encumbramiento de liderazgos. Eche un ojo a lo que se cuece en twitter, es valioso, pero tenga por seguro de que las tendencias que ahí se marcan no son mayoritarias. Como a todo en la vida, démosle la importancia que tiene, que no es poca, pero no más. Sino el riesgo de equivocarnos será elevado.

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