viernes, julio 22, 2016

La locura de Pokemon Go

La intensidad a la que ha llegado nuestra adicción al Smartphone rompe todos los límites conocidos. Es cierto que con las drogas “clásicas” el nivel de enganche era superior, pero afectaban a una minúscula parte de la población, porcentajes ridículos sobre el total. Ahora mismo van camino de ser ridículos los porcentajes de quienes no viven pegados día y noche a su pantalla, quienes no dejan de mirarla todo el tiempo, en todo momento. Y es Pokemon Go el último de los jueguecitos tontos que sirve para que esa adicción, que se acaba convirtiendo siempre en negocio para alguien, siga creciendo hasta el infinito.

Como idea de juego, el Pokemon Go es todo un hallazgo, porque combina “realidad” y mundos virtuales en eso que se ha dado en llamar “realidad aumentada” el jugador ve, a través de la cámara de su móvil, nunca por sus propios ojos, la calle, plaza o bosque en el que se encuentra, y haciendo uso de esa imagen real y la geolocalización del individuo, el juego sitúa figuras de Pokemon en el entorno real. Da lo mismo que fueran personajes de ese videojuego o no, podrían ser figuritas de ajedrez o de lo que sea. Pero para el jugador el lugar de “caza” de las figuras ha pasado de ser el sofá de su casa a ser la calle, el exterior. Miles, millones de personas lanzadas como locas a deambular por parques, jardines, aceras y cualquier otro tipo de espacio, da igual si es merecedor de respeto o recogimiento o no, buscando las figuritas que, de manera aleatoria, se muestran ante sus ojos empapados de no realidad. Cazarlas, acumular puntos, competir con otros jugadores… la dinámica del juego no es muy distinta a la de otros, pero ha sido esa combinación de realidad y virtualidad lo que lo ha convertido en algo tan atractivo, novedoso y, desde luego, adictivo. Desde hace un par de semanas no hay día en el que los informativos cuenten noticias relacionadas con Pokemon Go, especialmente anécdotas sobre usuarios que acceden a lugares prohibidos, incidentes de todo tipo con el tráfico rodado y otras situaciones absurdas que demuestran hasta qué punto la combinación entre aburrimiento y pasión puede ser peligrosa. El que la policía española haya editado una pequeña guía para que no cometamos tonterías a la hora de jugar con este software demuestra hasta qué punto nos hemos vuelto tontos con él. Los que, alejados del virtualismo, ven como Pokemon Go se convierte en una realidad, contante y sonante, son los de Nintendo, empresa de videojuegos japonesa creadora del asunto, y los operadores de móviles y vendedores de dispositivos, que han visto como este juego es el mayor consumidor de datos y generador de tráfico de los existentes, agotando las tarifas de la mayor parte de usuarios en muy poco tiempo y sirviendo de señuelo perfecto para un aumento de las mismas o pagos puntuales para obtener más espacio y velocidad, sin las que el juego pierde bastante gracia. El que Nintendo haya más que duplicado su valor en bolsa en un par de semanas a cuenta de este éxito es sólo una de las consecuencias económicas de esta fiebre que, desde luego, tiene encantadas a varias empresas, que también se dedican a capturar a compulsivos usuarios de móviles, a los que ofrecen todo tipo de ofertas y señuelos. Y esa caza, como la de los “antiguos” juegos, se puede hacer desde el sillón, en este caso de la oficina correspondiente. Y es que, no lo olvidemos, Pokemon Go es, más que un juego, un negocio. Y visto lo visto, perfecto.

La tarde del pasado Domingo la pasé, en parte, sentado a la sombra de El Retiro, leyendo un libro. No eran pocos los grupos de usuarios que pasaban por allí, absortos ante sus pantallas, hablando de los Pokemon, o de cualquier otra cosa que por ellas se les mostrase. Una tarde soleada de verano, árboles, sombras, despliegue de, para que negarlo, belleza femenina en unas cotas difíciles de imaginar y, casi todo el mundo, pegado a su pantalla sin hacer caso ni al paisaje ni a las chicas que, no pocas, también miraban sus pantallas con idéntico frenesí. Hubo un momento en que, más que un bicho raro, me sentí residente de un mundo absurdo. Será que no estoy en la onda. Será que, desde luego, no entiendo nada. Me voy a tener que vestir de Pokemon para ver qué se siente.


Subo a Elorrio para una semana de vacaciones. Disfruten mucho, ojo con el calor y descansen todo lo posible. SI no pasa nada raro, los artículos vuelven el lunes 1 de agosto.

jueves, julio 21, 2016

La menguante hucha de las pensiones

Ayer la AIREF hizo público un nuevo informe en el que denuncia el más que probable incumplimiento de los objetivos de déficit público para este año, haya gobierno o no. Frente al objetivo oficial del 3,6%, sitúa el rango final del déficit en una horquilla que va del 4,1% al 4,7% del PIB, en función de si al final alguien asume el cargo de presidente y decide tomar medidas. Uno de los factores que más van a contribuir a este desmadre del déficit son las cuentas de la Seguridad Social, sitas en un proceso de sangría continuada desde hace ya algunos años y cuyo aspecto empieza a parecerse cada vez más al de un Titanic que tiene una tendencia imparable a hundirse.

Ayer, también, y muy relacionado con todo esto, se supo que el gobierno sacó otros mil millones de euros de la hucha de las pensiones para pagar el saldo del IRPF de las mismas. Ese hucha es un fondo creado en los años noventa, bajo el gobierno de Aznar, cuyo objetivo era el de pagar aportaciones a las pensiones en casos extraordinarios de falta de liquidez. Algo así una muleta, que uno sólo utiliza si se rompe una pierna, pero que tiene “por si acaso”. Si se tienen que usar muletas todos los días parece una señal clara de que las piernas ya no funcionan. Y esto es lo que se desprende del uso que de ese fondo está haciendo el gobierno. En verano sacó 8.700 millones para pagar la paga extra de las pensiones de verano. Tras la retirada de ayer, quedan el en fondo 24.000 millones, una cifra enorme, pero muy pequeña frente a los más de sesenta mil que llegó a tener y, sobre todo, enana si uno calcula que cada paga de pensiones cuesta esa cifra de 8.700 millones. Multiplíquenla por catorce y obtendrán el coste anual de las pensiones. Sin ser un genio, y si va a ser necesario volver a recurrir al fondo para abonar las extras, queda dinero para la de Navidad y la de verano de 2017. Y luego se acaba. ¿Y entonces? Una excelente pregunta. Ya saben todos ustedes que el sistema de pensiones en España se basa en el reparto. Las cotizaciones sociales (impuesto sobre el trabajo) que empresarios y trabajadores en activo pagamos son las que sirven para financiar el pago a los jubilados. Esas cotizaciones generan en los activos un derecho para poder cobrarlas en el futuro, y entonces serán financiadas por los que trabajen en ese momento. Por tanto, es obvio que cuantos más trabajadores haya y menos sean los pensionistas mayor será el flujo que vaya de los activos a los pasivos. ¿Qué pasa en estos tiempos? Tras el impacto más duro de la crisis, el empleo se recupera, sí, pero aún está muy lejos de las cifras de la burbuja, por lo que el número de cotizantes es menor. El número de pensionistas no deja de crecer, tanto por la extensión de la esperanza de vida como por la llegada al momento del retiro de las cohortes de población que alimentaron el famoso baby boom del desarrollismo (en este 2016 se jubilan los nacidos en 1950) y otro factor importante es el hecho de que, dados los contratos y empleos que se están creando en estos tiempos, basados en sueldos inferiores a los anteriores, la cotización media por trabajador está cayendo. Es decir, a igual número de trabajadores que antes de la crisis, el ingreso recaudado por cotizaciones es menor. Un sistema en el que las aportaciones disminuyen y los gastos crecen genera un déficit cada vez mayor, no hace falta ser Einstein para saberlo, y empieza a ser uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la economía y sociedad española, Y uno de los de más largo recorrido. ¿Oyen a algún partido hablar al respecto? NO

Algunas voces han sugerido que hay que poner impuestos adicionales a las cotizaciones para financiar el sistema, y es probable que esta medida, junto con algún recorte encubierto de las prestaciones, sea lo primero que se ponga en marcha para, al menos, atajar el crecimiento del déficit de la Seguridad Social, pero lo cierto es que las cifras, tanto demográficas como económicas, asustan, poseen una inercia que les va a hacer seguir en las tendencias actuales durante bastante tiempo y, salvo sorpresa no prevista (que ojalá) el sistema público de pensiones se enfrenta a una crisis estructural muy seria. Urge debatir y estudiar qué hacer al respecto, aunque no parezcan verse urgidos quienes debieran ser los que tomen las decisiones.

miércoles, julio 20, 2016

Erdogan detiene a toda Turquía

El concepto de purga es viejo, pero quizás quienes llegaron hasta el extremo en su uso y refinamiento fueron los regímenes comunistas del siglo XX. Cada vez que el líder amado (y todopoderoso) caía, y era sustituido por otro gerifalte igualmente amado (y todo poderoso) los fieles al caído eran eliminados, muchas veces de manera literal, mientras ascendían a los puestos de responsabilidad las camarillas del nuevo hombre fuerte de la patria. Eran sabedores de que su destino, fortuna y, desde luego, vida, estaban unidos a su líder. El fin de éste era su propio fin. Y por eso lo defendían hasta el último de sus alientos.

Quizás inspirado en estos profesionales de la purga, Erdogan ha puesto en marcha la suya en una Turquía donde, a día de hoy, todo el mundo puede ser sospechoso. Es “normal” que tras un golpe de estado se depure la cúpula militar y los golpistas y sus compinches sean arrestados. No lo es tanto que sean exhibidos ante los medios como si fueran vulgares delincuentes, humillando su imagen y dejándolos a la altura del barro delante de las masas. Pero desde que hace un par de días se supo del arresto de más de dos mil jueces, implicados según el gobierno turco en la asonada del viernes, el concepto de “normal” en Turquía viene definido por lo que Erdogan considere que lo es. Este macroarresto judicial viene a certificar que la democracia, que era débil, y creció durante un tiempo a orillas del Bósforo, se ha marchitado del todo. La independencia judicial, uno de los sacrosantos pilares del estado de derecho y de los regímenes democráticos en los que nos movemos algunos pocos afortunados, fue destruida en Turquía tras el golpe del vienes no por cañones ni bombas, sino por el puño ejecutor de un Erdogan al que nada ni nadie parece que vaya a ser ya capaz de poner freno. Ayer mismo se supo que, dentro de este proceso de encarcelamiento masivo, que va a dar mucho trabajo a los funcionarios de prisiones, el gobierno decretó la suspensión de más de 15.000 funcionarios del Ministerio de Educación. Se les acusa de colaborar con la cofradía de Fetula Gülem, el clérigo al que Erdogan sitúa como cabeza intelectual del golpe del viernes. También ayer el gobierno turco se atrevió, por fin, a pedir una orden de extradición forma a EEUU reclamando la cabeza del citado Gülem, que vive en una mansión sita en el estado de Pensilvania, con lo que pone en un brete aún mayor al gobierno de Washington. Brete que comparte con el resto de cancillerías occidentales. Turquía, un aliado estratégico, sito en un lugar convulso, miembro de la OTAN desde hace décadas, abandona una vía autoritaria y se dirige a toda velocidad a una dictadura absoluta en la que será Erdogan el único poder. ¿Qué se opina al respecto en Washington, Berlín o Bruselas? Nada, de momento nada. Ni una palabra. Se esperó la noche del viernes para ver quién iba ganando y, una vez sabido, sumarse al bando victorioso. Pero la deriva de Erdogan hace que el resto de socios se van obligados a posicionarse ante un comportamiento completamente inadmisible. La UE ha hecho algunos comentarios sobre la imposibilidad de retomar las negociaciones de adhesión con Turquía si sigue esta deriva y se aprueba la pena de muerte, sabedora la UE de que su problema de fondo no es la incorporación de nuevos países, sino evitar la marcha de los que ya están dentro. La OTAN, que es la alianza estratégica en este caso, permanece muda y, sospecho, asustada por el papelón que tiene ante la mesa.

En estas condiciones, vaticinar el futuro de Turquía se antoja muy difícil, pero si parece obvio que la situación será peor que la que existía antes del intento de golpe de estado. Las inversiones extranjeras en el país caerán, su economía, ya tocada por el hundimiento del turismo, se contraerá y las libertades pueden perecer ahogadas en la dictadura del líder supremo de la nación. Si yo viviera allí me plantearía seriamente la opción de largarme, si es que no estuviera ya detenido, junto con tantos miles, acusado de no pensar igual que el adorado y todopoderoso hombre fuerte del país. Es deprimente ver cómo la historia repite sus errores. Las purgas son sólo el primer paso hacia las dictaduras. En ello está Erdogán.

martes, julio 19, 2016

Valls abucheado, Francia dividida

La imagen es dura y revela que el terror, como una efectiva cuña, ha logrado que una fractura se instale en la sociedad francesa. Niza, sol radiante, miles de personas homenajean en silencio a los más de ochenta asesinados por el conductor del camión que los arrolló. El Primer Ministro Manuel Valls se cuadra en el homenaje a las víctimas. Y entonces, en medio del silencio, se empiezan a oír pitos, abucheos y gritos contra su persona. No parece que, ni mucho menos, sea la mayoría de los asistentes los que así actúen, pero en medio del vacío cualquier sonido retumba. Y en un acto solemne como ese, aún más.

La sucesión de atentados islamistas en suelo francés, que ya se llevan cobrados más de doscientas víctimas en año y medio, empiezan a ser demasiado para una sociedad que ya no recuerda el fenómeno terrorista. París lo vivió con intensidad durante los años argelinos, que empiezan a ser poco más de un recuerdo para muchas generaciones. ETA era, para los franceses, un nombre asociado a su pobre vecino del sur y, durante años, un grupo al que se le tenía la suficiente estima como para proteger, aunque sus actos fuesen puro terrorismo. El islamismo, por su compleja estructura y, sobre todo, por la dimensión devastadora de sus acciones, ha logrado en un muy corto periodo de tiempo soliviantar a los franceses y meterles el miedo en el cuerpo de una manera que muchos no recuerdan. La sensación de que es imposible parar la ola de atentados crece en amplias capas de la población, que no dejan de reclamar una solución a su gobierno. Y el gobierno francés sabe, como cualquier otro, que es imposible garantizar la seguridad absoluta ante una amenaza tan difusa, compleja y difícil de abordar. Hace bien Valls en recalcar a su sociedad que la seguridad absoluta no existe, que los cuerpos de seguridad del estado trabajan sin descanso para evitar amenazas y que son muchos los complots frustrados y los terroristas detenidos. Pero él sabe muy bien que de nada sirven diez, o cien tramas terroristas frustradas si la ciento uno logra éxito. En esta materia, usando un símil deportivo (de los que no me gustan) puedes evitar que te metan muchos goles, pero basta que entre uno para que pierdas el partido. A este factor, que está presente en todas las naciones que se enfrentan a este terrorismo (la nuestra también, no duden de que aquí lo volverán a intentar) Francia suma un problema político interno. De aquí a final de año la derecha gala debe escoger su candidato a las elecciones presidenciales, que tendrán lugar en mayo de 2017, dentro de muy poco tiempo. Con un Hollande sumido en el fondo del pozo de la popularidad, con un apoyo que las últimas encuestas no llevan más allá del 12%, Sarkozy aspira a volver a liderar a la derecha conservadora, enmarcada ahora en una formación denominada “los republicanos” que ha sido acusada de instrumentalizar el concepto de república para apropiárselo. Pero en esa carrera para la elección de la derecha no estará sólo el marido de Carla Bruny, otros aspirantes como Alain Juppe, actual alcalde de Burdeos, le disputarán la nominación. Y más a la derecha aún, con la mayor expectativa de voto actual en las encuestas, se encuentra Marine Le Pen. Niza es, de hecho, un municipio cuyo alcalde pertenece al Frente Nacional. En este enrarecido y competitivo clima político la tan necesaria unidad frente al terror se resiente, y desde ayer, se puede dar por rota. Cada candidato promete a su electorado más mano dura y seguridad, y que bajo su gobierno no se volverán a repetir ataques de este tipo. Y en el fondo cada candidato sabe muy bien que miente al prometer algo que, como en este caso, es completamente imposible de cumplir, por mucho que uno se esfuerce.

Francia debiera aprender de España en este sentido. Durante muchos años el terrorismo etarra fue baza política que enfrentó a izquierda y derecha, y en ese caldo de cultivo se fortaleció la serpiente terrorista. Sólo la unidad de los demócratas permitió empezar a recortar espacios y, finalmente, acabar con esa lacra. Frente al terrorismo islamista el 11M fue un ejemplo ante el mundo de cómo no gestionar una tragedia y del riesgo de su instrumentalización política. Creo que todos hemos aprendido de aquellos malditos días, los más infames que recuerdo. Eso espero, sobre todo porque, como en Francia, por muchas intentonas que frustremos, los islamistas seguirán intentando y, es lo más seguro, volverán a atentar contra nosotros. Ojalá Francia recupere su unidad. Sin ella es mucho más débil y vulnerable.

lunes, julio 18, 2016

Todo el poder para Erdogan

Creo que era Lenin el que decía que hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas. La pasada fue una de esas, especialmente en su tramo final. Tras la matanza de Niza, no esperaron ni veinticuatro horas algunos militares turcos para dar un golpe de estado que mantuvo en vilo a todo el mundo durante la noche del viernes 15. Las imágenes de tanquetas por las calles, puentes cortados, disparos al aire contra algaradas de manifestantes, ataques aéreos contra la sede del parlamento, llenaban nuestras pantallas y hacían temer un enfrentamiento civil en crucial Turquía.

El golpe fracasó, y entre otras cosas lo hizo por el uso de las nuevas tecnologías. Erdogan, el presidente todopoderoso, que ha visto en internet a uno de sus mayores enemigos, y lo ha tratado de censurar todo lo posible, utilizó las redes y sus posibilidades para hacerse ver esa noche convulsa, a través de una videollamada en una de las televisiones privadas, dado que la pública estaba tomada por los golpistas, y llamar a las masas a que salieran a la calle en defensa de la democracia, es decir, de él, que la encarna por encima de todos los demás. Dicho y hecho, miles, millones de personas tomaron las calles y plazas de Estambul, Ankara, Esmirna y otras ciudades del país, y los golpistas se vieron incapaces de hacer frente a esa marea de protestas. No sólo, desde luego, pero esa fue la principal arma de Erdogan en su noche más difícil desde que accedió al poder en Turquía. La mañana del sábado, con el golpe ya fracasado, dejaba en las calles turcas un aroma de violencia, escombros, chamusquina y purga. El sueño ansiado por Erdogan durante todos estos años se hacía realidad ante sus ojos. Su deseo de control absoluto de las estructuras del estado había topado, hasta ahora, con limitaciones constitucionales, sociales y, también, militares. Desde la mañana del sábado 16, con las masas entregadas, y la democracia salvada en su nombre, Erdogan se encontró libre de convertir su estado autoritario en algo mucho más cerrado y poderoso. Al arresto de militares implicados, o no, en el golpe, ha seguido la detención de miles de jueces y de otros muchos profesionales que, estuvieran implicados o no en la asonada, eran potenciales enemigos del régimen. La velocidad y dimensión de esta purga ha dejado asombrada a mucha gente. Es como si Erdogan y los suyos tuvieran hecha, desde hace tiempo, una detallada lista de enemigos a retirar y que ahora, sin freno alguno, hubieran empezado a ir a por ellos sin contemplaciones. Esto ha hecho lanzar a algunos expertos la hipótesis, demasiado aventurada me parece, de que lo que hemos vivido no es sino un autogolpe, una obra de teatro escenificada delante de la sociedad turca, y mundial, en la que algunos de los fieles a Erdogan se han “sacrificado” para que el régimen pueda tener aún más fuerza y ya nada le detenga. Y digo que me parece aventurado porque una vez que se ponen en marcha dinámicas de este tipo resulta realmente difícil saber hasta qué punto pueden ser controladas o no. No faltan enemigos de Erdogan dentro y fuera de su país (el clérigo Fetulá Gül es uno de ellos, pero no el único) y la tradición golpista del ejército turco es tan sólida como la de los encierros sanfermineros, pero como aún queda mucho por saber sobre las causas y el modo en el que se produjo el golpe, mejor no especular. Ya es compleja y, en parte, oculta, la situación turca como para añadirle teorías conspirativas que todo lo complican.


Turquía ha sido, durante muchos años, un ejemplo de cómo un país musulmán podía compatibilizar un uso moderado de la religión, un régimen democrático y un crecimiento económico que permitiese generar riqueza a las clases medias del país. Era un ejemplo para otras naciones, musulmanas, que fracasaban en su desarrollo. Desde que Erdogan empezó a acumular poder y volverse islamista el caso turco se ha ido inclinando por la peligrosa pendiente del autoritarismo. Desde este fin de semana Turquía ha dejado de ser el país que conocíamos, y se encamina a un régimen de poder absoluto, un sultanato, con Erdogan controlando todos los resortes del poder. Su democracia va camino de ser historia.

viernes, julio 15, 2016

Niza, y la voluntad del terror

Amanece en Niza tras su noche más oscura. Aún hay bastante confusión sobre lo que ha sucedido, faltan por conocer muchos detalles, pero la mera idea de un conductor terrorista que lanza un camión contra la multitud con la idea de matar y extender el pánico resulta perversa hasta el extremo. El paseo marítimo, repleto de gente que había presenciado el lanzamiento de fuegos artificiales, conmemorando la festividad nacional del 14 de Julio, convertido en una ratonera en la que el asesino iba cazando víctimas como si de un videojuego se tratase, y la estampida ocasionada por la acción creaba sus propios fallecidos, aplastados por la histeria.

A más de ochenta muertos se eleva el balance provisional de una noche de caos y angustia que ha teñido la capital de la costa azul de rojo sanguíneo. Parece que el autor de la matanza, acribillado por la policía tras perpetrarla, se comenta que tras un intercambio de disparos, era un francés de origen tunecino, que no necesitó un plan de una complejidad extrema, ni disponer de un elevado presupuesto ni de una logística detallada. Le bastó alquilar un tráiler, un camión de gran tonelaje, y ofrecer su vida en un último acto de infamia y sadismo, en una jornada en la que las calles estaban repletas de víctimas potenciales. El atentado, terrorista, es difícil de analizar, porque su absoluta simplicidad estremece y deja bien a las claras hasta qué punto resulta fácil matar, qué sencillo es hacerlo, si no te importa dejarte la vida en el intento. El terrorista suicida no necesita bombas siquiera, ni armamento pesado, ni nada por el estilo. Se basta con algo tan inocente como un camión. Es una acción completamente imprevisible, se me antoja imposible de contener por parte de un sistema de seguridad lógico y que no caiga en la paranoia, y muestra que el terror no deja de innovar en sus formas de acción, respondiendo a cada paso que la seguridad es capaz de crear. Si los controles aeroportuarios se fortalecen e intensifican, el terrorista actúa a las puertas del aeródromo, de acceso libre y restringido, como se vio en Bruselas y Estambul. Si el acceso a las armas es complejo, o no se dispone de ellas, el terrorista utiliza como arma un vehículo y la aglomeración que genera una fiesta nacional y una localidad atestada de turistas en una zona paradisíaca. Como una especie de carrera de armamentos sin fin, la seguridad avanza y el terrorismo con ella, y a cada paso que los malvados dan muestran hasta qué punto resulta imposible impedir sus acciones. Llega un momento, hace bastante tiempo que lo superamos, en el que todos debemos admitir que la seguridad absoluta no existe y que las medidas de protección diseñadas para garantizar nuestra integridad tienen fallas y agujeros que son imposibles de tapar. Pero lo son por definición, porque sólo la ausencia de personas, el vacío, se convierte en el sitio seguro. Y eso es el absurdo. La intención terrorista, la de hacer sentir la vulnerabilidad de la víctima en todo momento, la de hacernos pensar que todos podemos ser víctimas en cualquier instante, logra su culmen con una espiral de atentados como estos, ante los que poco, muy poco, se puede hacer para lograr evitarlos. Acciones como las de Niza rasgan por completo el velo de seguridad que, pensamos, nos protege, y nos confrontan ante la dura realidad del riesgo en el que los terroristas nos quieren hacer vivir.

Hoy va a ser un día muy duro para Niza, Francia y todos nosotros. Llegará un punto en el que se frene el recuento de víctimas y empecemos a conocer detalles sobre sus vidas, el por qué se encontraban allí y a quienes dejan en este mundo. Las cifras de muertos y heridos se irán convirtiendo en rostros, en personas, en vidas, hasta ayer plenas, hoy perdidas. Y tocará con ellas llorar, y con las de sus allegados sentir la pena y rabia provocada por un asesino al volante. Y pasar duelos, y contemplar banderas a media asta, y repetir rituales que no sirven para nada, salvo para darnos fuerzas a los supervivientes para seguir afrontando la vida ante un terror que, ante nada ni nadie, pretende detenerse.

jueves, julio 14, 2016

Terceras elecciones NOOOOO

Me asombra…. No, asombrar no es el verbo correcto. Me asusta la frivolidad con la que se trata la hipótesis de unas terceras elecciones, cuando aún no han pasado ni tres semanas desde las anteriores. Me intranquiliza profundamente el supuesto sentido de estado que exhiben los líderes políticos, todos ellos, que su parte de responsabilidad poseen, a la hora de no llegar a acuerdos de ningún tipo y que ese escenario, esa nueva consulta, a la que se estima ya una fecha, el 27 de noviembre, se contemple como una posibilidad real, como una alternativa de trabajo.

Si la repetición de las elecciones ya fue, como les comenté, la asunción de un fracaso colectivo, por el que nadie ha pedido disculpas, el escenario que empezamos a contemplar supone una vuelta a las andadas de esa irresponsabilidad política, que es la que nos ha llevado a esta situación de desamparo. Tras los contactos de estos días, Rajoy anunció ayer su intención de presentarse a la investidura, pero dejó claro que sólo lo hará si tiene opciones reales para ser elegido. Estima un calendario de primer debate con inicio el 2 de agosto, primera votación el 3 y segunda el 5. Pero también insinuó que si constata que no ve posible que pueda ser elegido en ese proceso de votaciones, tomaría un tiempo de reflexión, que es una manera muy “rajoyca” de decir que, como la vez pasada, puede optar por directamente no presentarse y pasar a otros el marrón. Distintos escaños para cada formación política que tras los comicios de diciembre, igual panorama de ingobernabilidad y, sobre todo, misma inutilidad en la dirigencia política. La situación del país funciona gracias a una inercia basada en el turismo, desatado, y las actuaciones del BCE, que mantienen nuestra deuda a tipos aplastados, pero la situación de interinidad del gobierno no puede prolongarse más. Los presupuestos del año pasado ya son papel mojado e incumplido, el déficit público no deja de crecer, la financiación autonómica amenaza colapso, por no hablar del sistema de pensiones. No es posible aprobar ninguna ley o reforma digna de tal nombre al no existir gobierno constituido y con plenos poderes, y desde Bruselas se apremia cada vez más para tomar medidas correctoras que, ante la ausencia de dirigencia, se convierten en meras sugerencias, que son respondidas por el Ministerio de Economía en funciones en forma de carta anticipada a los Reyes Magos sin valor alguno, dado que ninguna de las propuestas con las que el equipo de Guindos pretende evitar la imposición de una multa a España se puede llevar a cabo sin que un gobierno de verdad las apruebe en el Parlamento. Nuestra posición exterior, habitualmente ninguneada e irrelevante, es ahora directamente inexistente, con un Rey que no puede hacer viajes oficiales al no ser respaldado por gobierno alguno, y en la calle, que vive cada vez más de espaldas a lo que sucede en las alturas, la frustración está siendo sustituida poco a poco por el hartazgo, el simple hartazgo al ver cómo quienes se postulan para dirigirnos no son capaces de llegar a un pacto de mínimos para sacar adelante un presupuesto, unas reformas básicas y, sobre todo, una sensación que nos permita pensar que las instituciones sirven para algo. Empieza a cundir la idea de que sin gobierno se vive mejor. Y eso es nefasto.


En un contexto internacional convulso, con el Brexit europeo sobre la mesa y una catarata de elecciones en la UE que, a partir del otoño, y durante 2017, pueden cambiar notablemente el panorama político, España se presenta como una nación irresponsable, dejada, incapaz no sólo de asumir sus compromisos exteriores, sino sobre todo sus obligaciones consigo misma y sus ciudadanos. PP, PSOE y Ciudadanos debieran ser encerrados en una habitación y, como en los clásicos cónclaves vaticanos, sin comida, y con el calor de Julio, ser mantenidos ahí hasta que pasen bajo la puerta un acuerdo firmado por ellos, de mínimos, que permita arrancar de una vez por todas y salir de esta absurda situación. Y debieran encerrarles desde hoy. No hacemos más que perder un tiempo que no tenemos. Esto es vergonzoso.

miércoles, julio 13, 2016

El déficit público crece, y los impuestos con él

Siguen los contactos entre las formaciones políticas para poder llegar a un acuerdo que evite unas nefastas nuevas elecciones que serían, sobre todo, insoportables. Mientras que los líderes de los partidos siguen sin ganarse ese título con sus juegos de vuelo bajo, la economía sigue funcionando, espoleada por un turismo que alcanza registros históricos y en medio de los vaivenes internacionales provocados por el Brexit. Lo que también sube, en apariencia, es el déficit público, la suma del desfase de las distintas administraciones (central, autonómica, local y Seguridad Social) y con él el volumen de deuda pública, que ya vive en el 100% del PIB.

A cuenta de todas estas cifras se libra una interesante batalla en Bruselas sobre si se nos debe imponer una multa o no por el incumplimiento de los objetivos de déficit comprometidos por el gobierno para el pasado 2015. Cada año los gobiernos de la UE elaboran un informa que remiten a la Comisión donde comprometen unas cifras macroeconómicas básicas, que luego serán las que les sirvan a cada país para diseñar sus propios presupuestos. Es una solución de compromiso, muy de mínimos, dada la inexistencia de una política fiscal común, ni siquiera armonizada. Los reglamentos comunitarios prevén sanciones para aquellos países que incumplan los objetivos que han marcado para el año, más como una especie de amenaza para que se porten bien que como una regla de castigo real, sobre todo por las implicaciones políticas que tiene la imposición de una multa económica de la UE a uno de sus socios, y todo ello en función de qué socio se trate, porque como pasa en todas partes, al UE es un club de iguales donde unos son más iguales que otros. Nadie duda de que si Alemania o Francia incumplen sus objetivos no serán sancionados (como no lo fueron en su momento, antes de la crisis presente) que si Malta o Bulgaria incumplen la sanción será segura y de que España y Portugal, los países que ahora nos enfrentamos a una posible multa, estamos en una tierra de nadie respecto a si tenemos el “poder” suficiente para “eludir” las sanciones. Con arreglo al reglamento, nadie nos salva del castigo. De acuerdo con la realidad, habrá que verlo. El Brexit en este asunto nos puede venir, paradójicamente, bien. Una Comisión debilitada por semejante mazazo no puede arriesgarse a ser vista como un ser castigador en países como el nuestro donde las tasas de paro siguen siendo tercermundistas, y quizás el argumento político permita que el castigo sea eludido. En todo caso ahora mismo el gobierno, con un Luis de Guindos en funciones que no debe notar su estado virtual, negocia a cara de perro en Bruselas sobre si nos van a recriminar, amonestar, penalizar, o cual será finalmente el verbo utilizado, y su expresión económica en euros. Por cierto, en esta negociación tampoco nos ayuda la nula presencia de españoles en los puestos clave de las instituciones comunitarias. Apenas estamos representados en ellas y eso dice mucho de nuestro “poder” real en las mismas. Para tratar de apaciguar los ánimos ante varios países que reclaman una sanción ejemplarizante Guindos ha ofrecido una especie de subida de impuestos (no pongo comillas para no abusar de la paciencia del lector) que consiste en un aumento de las retenciones en el impuesto de sociedades para grandes empresas, que el gobierno valora en 6.000 millones de euros. La idea es que esa subida genera una caja provisional por esa cuantía que reduce el déficit y que en el futuro, al liquidar el impuesto, como no se han tocado los tipos, le será devuelta a las empresas. No suena mal pero, como mínimo, le veo tres objeciones.

Una es la credibilidad ante las autoridades comunitarias de un anuncio así, que suena a trueque contable. Otra es que no conozco gobierno en el mundo que con un aumento preventivo de la recaudación pase por alto la oportunidad de subir los tipos para convertirlo en definitivo, y el tercero, y más serio quizás, es que sólo un gobierno elegido puede aprobar una decisión así, vía ley, nunca uno en funciones. Y a día de hoy no hay gobierno como tal. Si el acuerdo entre los partidos se frustra esta medida naufragará con él, y las cuentas públicas seguirán descontroladas. ¿Cómo se lo tomaría Bruselas? Como cualquiera de ustedes. Mal.

martes, julio 12, 2016

La muerte de un torero (para Rubén Amón)

El sábado murió el torero Víctor Barrio en la plaza de toros de Teruel, uno de esos lugares que no existen y donde nada sucede, en la España vacía. Torero de escaso renombre y fama, fue empitonado por Lorenzo, que así se llamaba el animal, y de una certera herida la punta del cuerno del astado le partió el corazón, de manera literal, y lo desgarró, de forma metafórica, a todos los que presenciaban el espectáculo. Víctor fue llevado en volandas a una enfermería que, en minutos, se convirtió en tanatorio. Nada se podía hacer ya por su vida. Hacía décadas que no moría un torero en la plaza. Hasta que Víctor, el Sábado, falleció.

A su muerte, que ha deshecho a todos sus allegados, se ha sumado el pitón de la infamia, que como otro morlaco desabrido, se ha colado por las redes sociales, y en forma de escarnio, burla y chulería, se ha reído de Víctor y de sus seres queridos. No han sido pocos los que, teclado en mano, han seguido insertando el pitón en el corazón del ya fallecido, y en el de su viuda, alegando una presunta defensa de los animales que, sobre todo, es desprecio a los que no piensan como ellos. La sangre de Víctor en la arena se ha visto sepultada por la bilis de la infamia en forma de comentario escrito, anónimo la mayor parte de las veces, orgullosamente firmado en contadas ocasiones, de personas, muchas, que muestran su absoluto desprecio a las ideas de los demás, y que sobre todo exhiben un dogmatismo y fanatismo que les puede llevar, tranquilamente, no ya a aplaudir lo que Lorenzo hizo dentro de su irracional comportamiento animal, sino a emularlo, usando para ello la más perversa lógica humana. En estos días hemos visto otra vez como lo peor de una sociedad, lo más enfermo, que no tiene nada que ver ni con la defensa de los animales ni con cualquier otra causa, se lanza a usar el altavoz de la tecnología para pregonar su estulticia, para que quede claro hasta qué punto son los más gritones, a los que más caso se les debe hacer, ensuciando herramientas tan valiosas como son esas redes sociales, fuente de conocimiento compartido sin fin, para convertirlas en arma arrojadiza, en instrumento de propagación del mal, en tribunal inquisitorial en el que juzgar, condenar y ajusticiar a quienes ellos decidan, sin juicio, testigo ni alegaciones. Basta que alguien exprese alguna palabra de conmoción y pena por Víctor y los suyos para que esos inquisidores vean a un nuevo sujeto que puede ser alimento de sus hogueras, pasto de las llamas que prenden allá donde van. Da igual quien sea, periodista, bloguero, ciudadano anónimo, persona cultivada o no, leída o ausente del mundo cultural. Cada uno que no piensa como ellos es indigno de existir, merece ser exterminado, y su recuerdo, pisoteado. Esos poseedores de la verdad absoluta, esos lunáticos que antaño propagaban su infamia por esquinas de bares y callejuelas privadas, o que sembraban aceras de escritos infamantes, ahora poseen el altavoz global y pueden llegar hasta el último rincón del mundo con sólo escribir unos caracteres, crear una frase humillante, y darle a un botón para que todos sean conscientes de su poder y magnificencia. Y no es este un debate sobre los toros, que a mi no me hacen especial gracia, sino una reflexión sobre animales de dos patas que usan su inteligencia para el mal, para la persecución y la destrucción de sus semejantes.

Dedico el texto a Rubén Amón porque, como periodista y seguidor del arte taurino, ha sido el último de los asaetados por esta horda de salvajes, pero mi recuerdo es para la familia de Víctor, que ha sido la última en este país en ver cómo el dolor por la muerte de un ser querido es amplificado por el odio de tantos hacia él. Ya se vivieron escenas similares en la época del terrorismo etarra, sin que apenas alguno hiciese gestos de misericordia hacia víctimas y familiares. Hoy en día se repite esta infamia sin fin, gracias a una tecnología maravillosa, pero igualmente poderosa a la hora de amplificar el odio y la sed de venganza de unos cuantos, no pocos, hacia todos los que no piensan como ellos. El totalitarismo sigue muy vivo en el sigo XXI

lunes, julio 11, 2016

Obama, Madrid…. Dallas

No tenemos buena suerte en lo que hace a las visitas de mandatarios norteamericanos. Ya en una ocasión el viaje previsto del Secretario de Estado John Kerry tuvo que ser suspendido porque se estrelló con la bici horas antes de comenzar la visita. En esta ocasión Obama ha llegado a España, sí, pero su visita, de una duración prevista de un par de días, se ha tornado tan fugaz como volante. Apenas un día, con agenda intensiva en Madrid, suspensión de la estancia en Sevilla y despedida en la base naval de Rota ante sus tropas allí desplegadas. En un domingo de calor abrasador Obama no ha estado quieto.

La causa de esta brevedad, y motivo de entidad suficiente para que se hubiera llegado incluso a pensar en suspender toda la visita, ha sido el ataque de Dallas, ciudad que ya anteriormente asociábamos a un tiroteo, “el tiroteo” si me lo permiten. A estas alturas todos sabemos qué es lo que ha sucedido allí, pero aún ignoramos las consecuencias de un ataque de semejante magnitud. La acción, de un precisión militar devastadora, ha metido el miedo en el cuerpo a todo el mundo, empezando por los propios policías, que se vieron cazados como pajaritos por parte de un tirador experto que les puso en el punto de mira. Los movimientos a favor de los derechos de los negros, reunidos en torno a ese lema que corean sin cesar “Black lives matter” Las vidas negras importan, también salen muy perjudicados por lo sucedido, ya que aunque han sido rápidos y tajantes a la hora de condenar este crimen, la mera idea de que se haya dado un episodio de reacción violenta asusta a un colectivo que, ya de por sí, tiene que soportar una presión social que le hace sentirse prejuzgado. Es lo peor que podía sucederles. Y para el conjunto de los EEUU, lo sucedido en Dallas es perturbador, muy grave. Supone el mayor ataque contra las fuerzas de seguridad de la nación desde el 11S, y pone en guardia a todos ante unos sucesos no previstos, ni imaginados, que quién sabe si volverán a repetirse a lo largo de tantas y tantas manifestaciones que estos días se suceden por aquel país en defensa de los derechos de los negros y denunciando los casos de abuso. Resulta hasta cierto punto paradójico que estos rebrotes de violencia racial se den precisamente cuando acaba el mandato de Obama, el primer presidente negro del país, pero no creo que este repunte del problema racial tenga que ver con el hecho de que ahora se produzcan más casos que antes, sino con la posibilidad que ahora disponemos para poder verlos. Cada uno de nosotros lleva una o varias cámaras encima, y los dos últimos casos de violencia policial han sido grabados en buenas condiciones y colgados en la red al instante, de tal manera que hemos pasado de una denuncia local que tenía poco recorrido mediático a la exhibición en las televisiones de todo el mundo de unas escenas de violencia descontrolada, lo que más desean los programadores de las cadenas, que le dan relevancia global a lo sucedido y enardecen los ánimos de todo un país. Antes se hablaba de los casos de violencia. Ahora se ven. Y esto provoca que su impacto sea mucho mayor. Y los efectos de ese impacto han llegado hasta un punto en el que un exmilitar ha decidido vengarse de los policías blancos acribillándoles como si de una escena de su guerra pasada se tratase.

El problema racial, expresión políticamente correcta y, obviamente, muy blanca, es uno de los que anidan en el seno de la sociedad norteamericana, y que ella misma debe tratar y eliminar. Eso unido a la tendencia de la policía de allí a disparar primero y preguntar después (si van al país de visita ninguna broma con los policías, ninguna!!!). Si a eso sumamos el descontrol de las armas que las hacen más comunes en las casas que los jarrones florales, tenemos los ingredientes necesarios para que sucesos como el de la semana pasada en Dallas puedan repetirse. Ojalá que no. Obama ha estado de visita en Madrid, sí, pero creo que en todo momento su cabeza estaba en Dallas

viernes, julio 08, 2016

El informe sobre la guerra de Irak

La guerra de Irak, como si fuera un espectro, va a estar apareciéndose de manera continua a sus protagonistas hasta el final de sus días. Resulta asombroso pensar que han pasado ya trece años desde aquel acontecimiento, pero todos lo recordamos como algo tan próximo como si hubiera sucedido ayer. Para sus tres promotores, la sensación de vivir en un bucle inacabable va a seguir existiendo para siempre. En esta ocasión el fantasma reaparece a cuenta de un informe oficial elaborado en el Reino Unido, país amante del suicidio, por lo visto, pero que aún nos da muchas vueltas en casi todo. Y desde luego, en la evaluación y valoración de las políticas, varios miles de ellas.

El informa llamado Chilcot, por el nombre del principal responsable del mismo, es tajante y pone negro sobre blanco algunas cosas que ya sabíamos todos, centradas especialmente en la inconsistencia, cuando no falacia, de los argumentos que llevaron a aquella guerra. Ni las armas de destrucción masiva existían ni las pruebas presentadas por la entonces administración norteamericana eran sólidas ni veraces. Ni los argumentos esgrimidos por los cooperantes de la guerra, encarnados en los tres dirigentes políticos de EEUU, Reino Unido y España. Personalmente no me interesa el hecho de que la guerra se hiciera con o sin el mandato de Naciones Unidas y la supuesta violación o no de la legalidad internacional, expresión difusa que esconden siempre un juego de intereses y de poder. Lo sustancioso es que la guerra se desencadenó por motivos que no eran ciertos, y respondía sobre todo a un plan trazado por unos dirigentes del Pentágono que soñaban con un mundo moldeable a su antojo, en el que Irak sería la primera pieza de un renovado y, deseado democrático, oriente medio. La guerra se ganó en pocas semanas y, desde entonces, llevamos perdiendo la postguerra. El informe británico examina con especial detalle, obviamente, el papel de Tony Blair, el entonces primer ministro del entonces Unido Reino, y le deja en muy mal lugar. Seguidismo, falta de valoración crítica de los hechos, simplificaciones, errores de inteligencia… Blair y su equipo son demolidos por un texto que deja bien a las claras lo que se pudo hacer para evitar la guerra y lo que, principalmente, no se quiso. Blair ha comparecido diciendo que, con la información que tenía entonces, hubiera actuado igualmente, y que a posteriori es obvio que se equivocó, y ha pedido disculpas ante los medios y su sociedad, de una manera un poco taimada, pero lo ha hecho. En España este asunto generó una polémica bestial. No fuimos militarmente a la guerra porque no teníamos medios para ello (ahora aún menos) pero Aznar le dio cobertura y apoyo político. Resulta evidente que se equivocó, y lo es para todo el mundo menos para él mismo, empeñado en salvar una parte de su legado que es, quizás, la más tóxica e indefendible. Tras una primera legislatura grandiosa, Aznar cometió enormes e infantiles errores en una segunda en la que no había día en el que se creyera en la total posesión de una verdad que, algunas desde entonces, otras desde hoy, no estaba en su mano. Su incapacidad para admitir errores, fruto quizá de los acontecimientos del 11M y de cómo su nefasta gestión de los mismos hundió su carrera política y personal, le ha llevado a seguir defendiendo en solitario su papel en aquella guerra cuando el resto de protagonistas de la misma han renegado de ella, de una manera más o menos clara. Y a cada noticia nueva sobre Irak las preguntas vuelven a colgar en el tablero de un Aznar que se niega siquiera a leerlas.

Trece años después Oriente Medio es un lugar convulso, sumido en una asquerosa y cruel guerra, cuyo epicentro es Siria, pero que se extiende por todas partes. En Irak la dictadura de Sadam está ya casi olvidada por todo el mundo, pero el país, por así llamarlo, vive sumido en el caos. Es muy difícil saber hasta qué punto aquella guerra determinó la situación actual, dado que otros factores muy importantes (la crisis y las primaveras árabes por citar sólo dos) han influido muchísimo en la zona. Pero una de las lecciones amargas de aquello es que fuimos a la guerra equivocada por motivos equivocados y, en el caso de Siria y DAESH, no vamos a la guerra correcta con motivos correctos. Pura amargura.

jueves, julio 07, 2016

Tormenta en Londres y Madrid

La pasada ha sido la segunda noche consecutiva en la que el cielo de Madrid ha tornado del negro esperable al luminoso espectáculo, producto de unas tormentas con aparato eléctrico desatado y chubascos intensos que han hecho de cada noche un motivo para la lujuria visual. Días de calor intenso, bochornoso, de sol radiante y nubes convectivas que, como hongos de explosiones nucleares, crecen sin límite aparente en el horizonte y acaban formando una masa informe que no tiene otro destino que el de desplomarse sobre el suelo, y pobre de aquel que le caiga encima. El primer rayo es el anuncio de una descarga continuada.

En Londres las tormentas, que yo sepa, son sobre todo metafóricas. Después de la elección del Brexit por parte de la población del desunido Reino, todo ha ido a peor fuera y, sobre todo, dentro del país. Los partidos políticos que se presentaron a ese referéndum andan descabezados, como pollos decapitados, poblados de zombies que aspiran a hacerse con un poder que ya no se sostiene. La sociedad, convulsionada y dividida, se enfrenta a un reto para el que no se si está preparada, y surgen por doquier temores, recelos, actos de racismo, situaciones de miedo y escenas que nunca asociaríamos a la civilizada Gran Bretaña. Y la economía, que todo el mundo anunció que sería la gran sufridora de una decisión como esa, empieza a mostrar hasta qué punto se puede amargar algo si uno se empeña en ello. El índice de la bolsa londinense ha sido, curiosamente, de los que menos ha bajado en estos días de montaña rusa financiera, pero si trasladamos el valor de las libras cotizadas a los euros o dólares, el resultado es un desplome tan severo como el del resto de mercados. La libra languidece, en cotizaciones no vistas desde los años ochenta, y el proceso de devaluación de los activos del país respecto al resto del mundo se acelera, hasta el punto que ayer se supo que el PIB de Francia, en euros, ya ha superado al de Reino Unido, en libras. Es sólo una ganancia contable, no es real, derivada del desplome de la moneda, pero quiere decir muchas cosas. Reino Unido es hoy mucho más pobre que hace un par de semanas. Eso es lo sustancial. En la city cunde el nerviosismo, sabedora de que esta perturbación puede hacerle mucho daño a su estructura de trabajo, poder y generación de riqueza. Varios fondos financieros asociados a activos inmobiliarios han decretado una especie de corralito para evitar reembolsos a sus participantes, dada la avalancha de peticiones por parte de estos y la caída del valor de los activos que respaldan esas inversiones. La burbuja inmobiliaria que vive la capital británica, expresada en tantas y tan altas torres que no dejan de crecer a lo largo de su gigantesca extensión, puede estar en proceso de pinchazo y, como todas las burbujas que se precien, reventón, y esto aceleraría notablemente la depreciación de inmuebles y todo tipo de activos, ligados a ellos y no. En España tenemos una buena experiencia de qué es lo que sucede con toda la economía cuando pincha el ladrillo expandido en forma de burbuja. La banca italiana, que estaba en estado comatoso, y lleva años arrastrándose en el limbo, sufre, de rebote, las consecuencias de la tormenta desatada en Londres, y sus cotizaciones se desploman a mayor velocidad que los granizos sobre los campos de Castilla. El gobierno de Roma ya habla de la necesidad de crear un rescate similar al que asistió a España tras la explosión de Bankia, y a Bruselas le crecen los frentes, monetarios y políticos, generados por una decisión británica cuyas consecuencias y costes empezamos a sentir, pero, sinceramente, somos incapaces de saber hasta dónde pueden llegar.


Miro por la ventana de la oficina y luce Madrid bastante cubierto y sombrío, con tormenta en la sierra, que no se puede ver, completamente cubierta, y gordas y amenazadoras nubes sobre el llano, preludio de futuros chubascos que darán emoción meteorológica al día en la capital y, por lo que parece, gran parte del país. Como metáfora de las sombras que se han instalado en la economía global tras la aparición del Brexit no es mala. Dice la previsión del tiempo que para el fin de semana la situación se relaja y volverán los días despejados y muy cálidos. Para los mercados financieros nadie se atreve a decir para cuándo escampará la tormenta. Doscientos años después de aquel verano que no tuvo lugar, la economía parece querer repetir un estío otoñal, quizás un invierno anticipado.

miércoles, julio 06, 2016

El desastre de Vueling

Ya es casi una estampa habitual en nuestros veranos, de viajes incesantes y gregarios. Un aeropuerto, siempre de primer nivel, cientos de pasajeros desesperados que ven como sus sueños de vacaciones se transforman en pesadilla, la ansiada arena de la playa se convierte en dura y fría losa de pasillo y el esperado reencuentro con familiares y amigos se trona en continuo ir y venir a los mostradores de facturación y reclamaciones en busca una información que pueda explicarles por qué su vuelo, sus vuelos, no han despegado. Antaño fue Air Comet, o Air Madrid. Hoy es Vueling.

La compañía, operada por IAG, una de las marcas del consorcio resultado de la fusión de Iberia y British, ha crecido muchísimo estos años. Con base operativa en el Prat de Barcelona, al calor de un turismo desbocado que no deja de crecer y unos costes de combustible que caen y caen, Vueling ha despegado como la espuma, llegando a concentrar hasta el 40% de las operaciones que se realizan en el aeropuerto barcelonés. Con imagen moderna y de low cost, ampliaba cada año su número de rutas y destinos con una progresión admirable. Hasta que este verano se ha derrumbado, después de algunos meses en los que los retrasos y las cancelaciones empezaron a ser demasiado frecuentes en los paneles en los que figuraba su marca de empresa. Ahora mismo Vueling es un caos, y con ella el propio aeropuerto de El Prat, donde son cientos los viajeros que, acumulados por retrasos y cancelaciones pasadas que se solapan entre ellas, esperan alguna respuesta sobre cómo van a poder seguir en tránsito hacia sus destinos o volver a casa. En unos días en los que las instalaciones de todos los medios de transporte se enfrentan a las pruebas más duras del año, llegando casi al límite de la capacidad, una situación de este tipo puede ser el origen de una crisis que, en forma de bronca y violencia, se ensañe con, en este caso, los empleados de tierra de la compañía, que son los últimos responsables de lo que ha sucedido, pero siempre son los primeros en recibir el golpe por ello, a veces no sólo de manera metafórica. Hay bastantes denuncias de esos trabajadores sobre usuarios de la compañía que, desesperados, la han emprendido contra ellos, en una actitud reprobable y que se debe condenar, pero que es comprensible dado lo que están pasando. Como en crisis pasadas similares a esta, nada se sabe de los dirigentes y responsables (ironía en el término) de la aerolínea, que sólo han empezado a dar la cara una vez que Ministerio de Fomento y Generalitat les han convocado para exigir unas explicaciones que nadie ofrecía. ¿Qué ha pasado? No lo se, no soy experto en este mundo, pero sí parece que Vueling es el típico caso de compañía que ha tratado de abarcar más de lo que podía, que iba muy justa en medios y recursos para dar todos los servicios que tenía programados y, en una situación tan al límite, cualquier incidencia, propia o ajena, puede hacer que tu sistema se derrumbe, porque apenas unos pocos vuelos afectados por esa incidencia son capaces de destrozar todas las programaciones previstas. Y estando todo tan justo en medios, la recolocación del pasaje en otros vuelos se complica mucho más y el “tapón” originado no deja de crecer hasta que todo se colapsa. Y como siempre, los paganos son los viajeros.

Muchas explicaciones y compensaciones tendrá que ofrecer Vueling a autoridades y usuarios para poder recuperarse de este verano negro, aunque es obvio que su imagen de marca ha quedado seriamente dañada. La mala gestión que han mostrado sus directivos en esta crisis, tanto para que tuviera lugar como en la parte informativa de la misma, exige una renuncia de varios de ellos para tratar de enderezar el rumbo de una compañía que, o se replantea muy bien su actitud, forma y planificación de trabajo o se enfrenta a un futuro muy negro. Y de momento, otra vez, seguiremos viendo colas de pasajeros enfurecidos y vacaciones, encuentros, viajes de trabajo y de placer, suspendidos.

martes, julio 05, 2016

El accidente del coche sin conductor

Ayer les hablaba de la llegada de Juno a Júpiter, que ha sido finalmente exitosa (Bien!!!!) Este es un caso de avance tecnológico en el que sólo hay lado positivo (o al menos no logro encontrarle parte negativa alguna) pero normalmente las cosas no son tan sencillas. Cada descubrimiento y avance científico abre la puerta a nuevas posibilidades de todo tipo y, también, nuevos riesgos. Algunos de ellos previsibles, otros, como sus posibilidades, ocultas hasta que alguien las descubre. Y a medida que nuestros dispositivos y tecnologías crecen en poder y complejidad los efectos, de todo tipo, son más intensos y, por ello, tan beneficiosos como peligrosos.

La semana pasada se supo del primer caso documentado de accidente de un coche sin conductor con el resultado de muerte del viajero. La noticia es un poco más compleja de lo que parece. Conductor había, que iba haciendo otras cosas mientras el programa de piloto automático instalado en su vehículo, un Tesla, le llevaba por una carretera de Florida. No estamos por tanto ante un coche vacío y sólo, sino ante el uso de un asistente que toma el mando del vehículo en determinadas condiciones, una situación híbrida entre lo que experimentamos cada día y la conducción completamente autónoma. Lo cierto es que un camión se cruzó en la trayectoria del coche, procedente de una incorporación, y el sistema del vehículo no lo detectó, impactando con él. Tras el golpe el coche perdió el control y ni software ni conductor pudieron hacer nada, acabando todos estrellados a unos cuantos metros del lugar del impacto inicial. El conductor era un forofo de la marca Tesla y del sistema de conducción autónomo, y de hecho había colgado varios vídeos en youtube en los que mostraba las habilidades del vehículo y lo feliz que era dejándose llevar por él. Al conocerse la noticia el primer impacto lo sufrió la marca Tesla, que bajo en torno al 4% en la bolsa, y luego empezaron a surgir las voces de los que claman contra esta tecnología y la inseguridad que puede provocar. Que se sepa este es el primero de los accidentes con víctimas mortales en los que se encuentra implicada esta novedad, y dado el uso, particularmente intensivo, que se le está dando en EEUU, con miles de vehículos, conductores y millones de kilómetros recorridos cada día, el balance no es muy negativo. Como siempre, y ante un accidente, tenemos que saber qué es lo que ha fallado para que este suceso haya tenido lugar, pero ante todo no debemos caer en un alarmismo infundado ni unirnos al coro de plañideras que claman, ante todo problema, por la supresión de la tecnología como la solución. Es cierto que el mundo de los coches autónomos es algo que está naciendo, ahora mismo, entre nosotros, y que como toda tecnología, al principio, es susceptible de tener fallos. Piensen ustedes en los pioneros de la aviación, que se subían a aquellos cacharros. Los accidentes eran muy comunes y las víctimas entre los pioneros casi la norma, pero poco a poco, con la experiencia y la mejora que de ella se deriva, la seguridad empezó a ser un sinónimo de volar, y hoy en día sigue siendo el método más seguro de viajar. ¿Es infalible? No, porque nada lo es. Por eso tampoco conviene caer rendidos a los brazos de los apóstoles de la tecnología salvadora, para los que el software del futuro solucionará todos los problemas. No es cierto. Siempre habrá accidentes, imprevistos y problemas que, ni nosotros ni un software que evolucione y aprenda sea capaz de prever. Y por tanto los accidentes de tráfico seguirán, aunque es muy probable que su número se reduzca de manera muy significativa a medida que la conducción autónoma se generalice. Y eso, en sí mismo, es un avance grandioso.


Y es que ese mundo, el de la conducción autónoma, que empieza a asomar la patita en los medios de comunicación, puede ser una de las revoluciones que marquen las próximas décadas. La producción, venta y uso de los coches se verán radicalmente alterados en un mundo en el que los vehículos puedan acudir a nuestra llamada y se aparquen solos por ahí una vez nos dejen. Nuestras ciudades, atestadas, aplastadas por la invasión de los coches, pueden verse libres de ellos por la vía de que se vayan fuera y nos esperen… ¿Habrá problemas, accidentes y conflictos sociales derivados de esta tecnología? Por supuesto, como los ha habido con cualquier otra, pero estoy seguro de que el balance será mucho más positivo que negativo. Y de eso se trata.

lunes, julio 04, 2016

Juno llega hoy a Júpiter

Hoy es 4 de julio, día de la independencia de los Estados Unidos (también festivo en Elorrio, San Valentín de Berrio Otxoa) y sospecho que, no por casualidad, Juno llega a Júpiter. Juno es una sonda lanzada en 2011, que se ha convertido en el objeto más veloz de los lanzados por los humanos desde nuestro planeta, y que si todo va bien hará este día de hoy las maniobras necesarias para insertarse en órbita polar en torno al más grande e importante de los planetas de nuestro sistema solar. Es una maniobra muy arriesgada y con muchos momentos críticos en los que un mínimo fallo puede resultar fatal para toda la misión. Crucemos los dedos.

El objetivo de Juno es, principalmente, estudiar la composición de Júpiter, saber de qué está hecho y si posee o no un núcleo sólido en su interior. Si recuerdan de la escuela, cuando estas cosas se estudiaban, había dos clases de planetas en nuestro sistema solar, los pequeños y rocosos, de Mercurio a Marte, sitos en órbitas cercanas al Sol, y los gigantes y gaseosos, siendo Júpiter y Saturno sus principales representantes. Se suponía entonces, y poco más se sabe ahora, que estos mundos eran enormes bolas de gases, protoestrellas si me apuran, compuestos en su mayoría por hidrógeno y helio, y trazas de otros elementos. La magnitud de Júpiter, a cuyo lado la tierra es como un guisante frente a una naranja, hace que sea muy difícil poder estudiarlo en detalle. Posee un campo electromagnético tan intenso que freiría toda nuestra electrónica del día a día, motivo por el que las naves que lo visitan o transitan deben estar blindadas para protegerse. Como les digo, el objetivo principal de esta misión es averiguar si la hipótesis gaseosa es cierta o en el fondo del planeta hay un núcleo sólido, sepultado por miles y miles de kilómetros de densos e impenetrables gases. Responde a esta pregunta sería un paso muy importante para saber realmente cómo se formaron los planetas de nuestro sistema solar. La teoría actual se basa en que los elementos más pesados que no se unieron al Sol conformaron los mundos rocosos que están cerca de la estrella mientas que los livianos y gaseosos se quedaron más lejos y acabaron por crear a Júpiter y el resto de mundos. Si se descubriera un núcleo sólido en el corazón del planeta esta teoría tendría una falla muy importante y habría que replanteársela. Por ello del éxito de esta misión no sólo depende que conozcamos más en detalle a un monstruo que está muy muy cerca, sino que también podamos entender mejor cómo ha nacido el planeta en el que vivimos y desde el que hemos lanzado esa sonda. Antes les he comentado que Júpiter es el planeta más importante del Sistema Solar, y no exagero. Su tamaño y situación lo convierten en el árbitro del baile orbital que todos realizamos en torno al Sol. El cinturón de asteroides sito entre Marte y Júpiter es una retahíla de fragmentos rocosos que no llegaron a ser planeta porque la gravedad de Júpiter se lo impidió, y ese cinturón es la fuente de muchos de los asteroides que, rebotados, acaban a veces surcando nuestro cielo y, las menos, cayendo sobre nosotros. Posee Júpiter un minisistema solar en torno a él, con decenas de lunas de tamaños variados y condiciones realmente curiosas, algunas de ellas con interés propio para la ciencia, como son los casos de IO y Europa. Su atmósfera posee un dinamismo y fuerza infinitamente superior a la nuestra, y la gran mancha roja, la tormenta perenne que lleva vario siglos sobre ella, y que es bastante más grande que nuestro propio planeta, así nos lo muestra.

Así, entenderán que la misión Juno es de una gran importancia científica y, dado lo costoso que es, en tiempo y recursos, enviar sondas hasta ahí, se convierte en una oportunidad única para poder estudiar a este gigante y sus características. Si quieren saber mucho más sobre el tema, casi hasta hacerse expertos en el planeta, el gran Daniel Marín se lo cuenta todo, como siempre, con un lenguaje sencillo, claro y atrayente. Confiemos en que la técnica funcione, Juno realice su aproximación orbital como es debido, se coloque donde tiene que estar, y esperemos a que sus datos nos lleguen. Será otro éxito del ingenio humano y de la ciencia, la que nos permite progresar en este mundo, y en todos los otros que nos rodean.

viernes, julio 01, 2016

El fracaso de las encuestas del 26J

Aún no hemos hablado de las encuestas, y de su clamoroso fracaso en estas elecciones del 26J. Creo que no se libra ninguna, todas ellas merecen ser lapidadas virtualmente, y nos enseñan, en su conjunto, una lección muy poderosa. La realidad es mucho más compleja de lo que pensamos, y nuestros intentos para medirla siguen siendo eso, meros intentos, juguetes, aspiraciones que tratan de lograrlo, a veces lo consiguen, pero otras muchas, no. Urge que expertos demoscópicos y demás profesionales del ramo se sienten un buen rato y piensen sobre lo que ha pasado.

Y no será porque no ha habido encuestas en estas elecciones. Hasta el último día permitido para su publicación, otro de esos anacronismos que a ver si vamos eliminando de nuestra legislación, todas señalaban una victoria del PP, pero con menos escaños de los 123 desde donde partía, y la unanimidad del “sorpasso” de Podemos sobre el PSOE era total, salvo alguna excepción que se amparaba en el margen de error para suponer que finalmente eso no pasaría. Llegada la semana del embargo de encuestas, nos fuimos todos a la frutería andorrana, en un ejercicio de coña, cinismo y buen humor, viendo como el precio de las berenjenas, fresas, agua y naranjas se movía cada mañana, pero dentro de las tendencias ya apuntadas por las grandes encuestas de la semana anterior. El Viernes tuvimos el gran susto, el Brexit, y el consiguiente fracaso de las encuestas británicas, que se habían dado la vuelta tras el lamentable asesinato de la diputada laborista Jo Cox, y el fallo garrafal de las casas de apuestas, a las que todo el mundo invocaba como si fueran Delfos revivido. Ese primer terremoto seguro que alertó a los demoscópicos patrios, pero dado que el resultado de la victoria de la salida fue justito casi se podía argumentar que estaba dentro del margen de error de los sondeos. En todo caso, ese fracaso ya fue serio. Parece evidente que el terremoto del viernes y al sensación de vértigo que le entró a la población al ver que unos populistas pueden condicionar el país pudo tener un efecto en las votaciones del domingo, y eso no pudo ser captado por ninguna encuesta hecha antes del Brexit. ¿Excusa eso a los demoscópicos que trabajaron antes del viernes? No del todo, pero es cierto que les da un buen argumento de defensa. Llegamos al 26J, las urnas se abren, los votos entran poco a poco y RTEVE y la FORTA (televisiones autonómicas) contrata a Sigma Dos, empresa muy conocida en el mundillo electoral, una macroencuesta a pie de urna, con 115.000 entrevistas, y un coste que he visto por ahí que supera el cuarto de millón de euros, cuyos resultados se publican a las 20:00. La validez de esa encuesta es de una hora, dado que tal como funcionan estas cosas en España (muy bien) a partir de las 21:00 empiezan los datos de voto escrutado real, y el porcentaje de recuento crece a tal velocidad que para las 22:00 horas ya se sabe casi todo. ¿Y qué decía esa encuesta? Lo mismo que todas las que habíamos visto en la frutería de Andorra y en los periódicos a lo largo de las anteriores semanas. Victoria escasa y menor del PP, “sorpasso” podemita a un PSOE agonizante y Ciudadanos casi estacionario. Durante una hora, en la tarde calurosa de Junio, se abrió champán en sedes de partidos que luego lo aderezaron con lágrimas y se enjuagaron lloros que, pasadas las horas, más bien minutos, mutaron en suspiros de alivio y caras sonrientes. El fracaso de Sigma Dos es de los que hacen historia, y en este caso no existe justificación alguna. Fue un total y absoluto error en todas sus previsiones.


Pueden ver en esta web un análisis del resultado promedio de las encuestas oficiales realizadas a lo largo de la campaña, y en conjunto el balance es pobre, dado el clamoroso despiste a la hora de pillar las tendencias de voto del PP y de no voto de Podemos. Supongo que durante unos meses hacer referencias a encuestas electorales será algo que de muy mala prensa a quien lo pronuncie, y las empresas del ramo empezarán a pasar un “invierno” que ríanse del de Juego de Tronos. Pero bueno, como no hay mal que por bien no venga, los economistas hemos quedado, al lado suyo, como futurólogos bastante atinados, y eso para mi es, más que motivo de orgullo, causa de asombro y sonrisa. Hace tiempo que los meteorólogos se nos escaparon, pero en el pelotón de los predictores torpes cada vez somos más.