viernes, julio 22, 2016

La locura de Pokemon Go

La intensidad a la que ha llegado nuestra adicción al Smartphone rompe todos los límites conocidos. Es cierto que con las drogas “clásicas” el nivel de enganche era superior, pero afectaban a una minúscula parte de la población, porcentajes ridículos sobre el total. Ahora mismo van camino de ser ridículos los porcentajes de quienes no viven pegados día y noche a su pantalla, quienes no dejan de mirarla todo el tiempo, en todo momento. Y es Pokemon Go el último de los jueguecitos tontos que sirve para que esa adicción, que se acaba convirtiendo siempre en negocio para alguien, siga creciendo hasta el infinito.

Como idea de juego, el Pokemon Go es todo un hallazgo, porque combina “realidad” y mundos virtuales en eso que se ha dado en llamar “realidad aumentada” el jugador ve, a través de la cámara de su móvil, nunca por sus propios ojos, la calle, plaza o bosque en el que se encuentra, y haciendo uso de esa imagen real y la geolocalización del individuo, el juego sitúa figuras de Pokemon en el entorno real. Da lo mismo que fueran personajes de ese videojuego o no, podrían ser figuritas de ajedrez o de lo que sea. Pero para el jugador el lugar de “caza” de las figuras ha pasado de ser el sofá de su casa a ser la calle, el exterior. Miles, millones de personas lanzadas como locas a deambular por parques, jardines, aceras y cualquier otro tipo de espacio, da igual si es merecedor de respeto o recogimiento o no, buscando las figuritas que, de manera aleatoria, se muestran ante sus ojos empapados de no realidad. Cazarlas, acumular puntos, competir con otros jugadores… la dinámica del juego no es muy distinta a la de otros, pero ha sido esa combinación de realidad y virtualidad lo que lo ha convertido en algo tan atractivo, novedoso y, desde luego, adictivo. Desde hace un par de semanas no hay día en el que los informativos cuenten noticias relacionadas con Pokemon Go, especialmente anécdotas sobre usuarios que acceden a lugares prohibidos, incidentes de todo tipo con el tráfico rodado y otras situaciones absurdas que demuestran hasta qué punto la combinación entre aburrimiento y pasión puede ser peligrosa. El que la policía española haya editado una pequeña guía para que no cometamos tonterías a la hora de jugar con este software demuestra hasta qué punto nos hemos vuelto tontos con él. Los que, alejados del virtualismo, ven como Pokemon Go se convierte en una realidad, contante y sonante, son los de Nintendo, empresa de videojuegos japonesa creadora del asunto, y los operadores de móviles y vendedores de dispositivos, que han visto como este juego es el mayor consumidor de datos y generador de tráfico de los existentes, agotando las tarifas de la mayor parte de usuarios en muy poco tiempo y sirviendo de señuelo perfecto para un aumento de las mismas o pagos puntuales para obtener más espacio y velocidad, sin las que el juego pierde bastante gracia. El que Nintendo haya más que duplicado su valor en bolsa en un par de semanas a cuenta de este éxito es sólo una de las consecuencias económicas de esta fiebre que, desde luego, tiene encantadas a varias empresas, que también se dedican a capturar a compulsivos usuarios de móviles, a los que ofrecen todo tipo de ofertas y señuelos. Y esa caza, como la de los “antiguos” juegos, se puede hacer desde el sillón, en este caso de la oficina correspondiente. Y es que, no lo olvidemos, Pokemon Go es, más que un juego, un negocio. Y visto lo visto, perfecto.

La tarde del pasado Domingo la pasé, en parte, sentado a la sombra de El Retiro, leyendo un libro. No eran pocos los grupos de usuarios que pasaban por allí, absortos ante sus pantallas, hablando de los Pokemon, o de cualquier otra cosa que por ellas se les mostrase. Una tarde soleada de verano, árboles, sombras, despliegue de, para que negarlo, belleza femenina en unas cotas difíciles de imaginar y, casi todo el mundo, pegado a su pantalla sin hacer caso ni al paisaje ni a las chicas que, no pocas, también miraban sus pantallas con idéntico frenesí. Hubo un momento en que, más que un bicho raro, me sentí residente de un mundo absurdo. Será que no estoy en la onda. Será que, desde luego, no entiendo nada. Me voy a tener que vestir de Pokemon para ver qué se siente.


Subo a Elorrio para una semana de vacaciones. Disfruten mucho, ojo con el calor y descansen todo lo posible. SI no pasa nada raro, los artículos vuelven el lunes 1 de agosto.

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