lunes, julio 11, 2016

Obama, Madrid…. Dallas

No tenemos buena suerte en lo que hace a las visitas de mandatarios norteamericanos. Ya en una ocasión el viaje previsto del Secretario de Estado John Kerry tuvo que ser suspendido porque se estrelló con la bici horas antes de comenzar la visita. En esta ocasión Obama ha llegado a España, sí, pero su visita, de una duración prevista de un par de días, se ha tornado tan fugaz como volante. Apenas un día, con agenda intensiva en Madrid, suspensión de la estancia en Sevilla y despedida en la base naval de Rota ante sus tropas allí desplegadas. En un domingo de calor abrasador Obama no ha estado quieto.

La causa de esta brevedad, y motivo de entidad suficiente para que se hubiera llegado incluso a pensar en suspender toda la visita, ha sido el ataque de Dallas, ciudad que ya anteriormente asociábamos a un tiroteo, “el tiroteo” si me lo permiten. A estas alturas todos sabemos qué es lo que ha sucedido allí, pero aún ignoramos las consecuencias de un ataque de semejante magnitud. La acción, de un precisión militar devastadora, ha metido el miedo en el cuerpo a todo el mundo, empezando por los propios policías, que se vieron cazados como pajaritos por parte de un tirador experto que les puso en el punto de mira. Los movimientos a favor de los derechos de los negros, reunidos en torno a ese lema que corean sin cesar “Black lives matter” Las vidas negras importan, también salen muy perjudicados por lo sucedido, ya que aunque han sido rápidos y tajantes a la hora de condenar este crimen, la mera idea de que se haya dado un episodio de reacción violenta asusta a un colectivo que, ya de por sí, tiene que soportar una presión social que le hace sentirse prejuzgado. Es lo peor que podía sucederles. Y para el conjunto de los EEUU, lo sucedido en Dallas es perturbador, muy grave. Supone el mayor ataque contra las fuerzas de seguridad de la nación desde el 11S, y pone en guardia a todos ante unos sucesos no previstos, ni imaginados, que quién sabe si volverán a repetirse a lo largo de tantas y tantas manifestaciones que estos días se suceden por aquel país en defensa de los derechos de los negros y denunciando los casos de abuso. Resulta hasta cierto punto paradójico que estos rebrotes de violencia racial se den precisamente cuando acaba el mandato de Obama, el primer presidente negro del país, pero no creo que este repunte del problema racial tenga que ver con el hecho de que ahora se produzcan más casos que antes, sino con la posibilidad que ahora disponemos para poder verlos. Cada uno de nosotros lleva una o varias cámaras encima, y los dos últimos casos de violencia policial han sido grabados en buenas condiciones y colgados en la red al instante, de tal manera que hemos pasado de una denuncia local que tenía poco recorrido mediático a la exhibición en las televisiones de todo el mundo de unas escenas de violencia descontrolada, lo que más desean los programadores de las cadenas, que le dan relevancia global a lo sucedido y enardecen los ánimos de todo un país. Antes se hablaba de los casos de violencia. Ahora se ven. Y esto provoca que su impacto sea mucho mayor. Y los efectos de ese impacto han llegado hasta un punto en el que un exmilitar ha decidido vengarse de los policías blancos acribillándoles como si de una escena de su guerra pasada se tratase.

El problema racial, expresión políticamente correcta y, obviamente, muy blanca, es uno de los que anidan en el seno de la sociedad norteamericana, y que ella misma debe tratar y eliminar. Eso unido a la tendencia de la policía de allí a disparar primero y preguntar después (si van al país de visita ninguna broma con los policías, ninguna!!!). Si a eso sumamos el descontrol de las armas que las hacen más comunes en las casas que los jarrones florales, tenemos los ingredientes necesarios para que sucesos como el de la semana pasada en Dallas puedan repetirse. Ojalá que no. Obama ha estado de visita en Madrid, sí, pero creo que en todo momento su cabeza estaba en Dallas

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