Durante la primera ola
de la pandemia, algunos voluntarios crearon, en el hospital provisional de
IFEMA, la biblioteca “Resistiré” creada mediante donaciones de libros. Esas
lecturas ayudaron a pacientes y personal sanitario a atenuar sus penas en medio
del desastre. La lectura no es medicina, ni vacuna, pero sí alivio para el
dolor y penar, tanto físico como del alma. Esos libros ayudaron a quienes más
lo necesitaban mientras otros permanecíamos en casa, trabajando, esperando,
viendo al virus progresar y remitir.
Recuerden que no tienen
por qué ser libros editados en este año sino los que más me han gustado de
entre los que he leído. Salvo los ganadores de cada categoría, el orden del
resto de libros reseñados no indica una mayor o mejor calidad, sólo que son los
que más destaco.
Mejor libro de ficción. Algo en lo que creer,
de Nickolas Butler, editorial Libros del Asteroide, 352 páginas. Me encanta este
escritor norteamericano, escribe con una naturalidad aplastante, lo hace todo
tan sencillo que la profundidad de las historias que cuenta discurren ante
nosotros con total naturalidad. En este caso plantea el tema de la fe, y de
cómo una familia puede verse desgarrada cuando quienes la propagan ponen las
creencias por encima de las personas, obligándolas a elegir y llevando sus
vidas al límite. Personajes llenos de vida, intensidad dramática y mucho
sentimiento en un texto del que es imposible dejar de releer.
• Oona y Salinger, de Frederic
Beigbeder, editorial Anagrama, 296 páginas. Novela de novelistas,
narra el romance que vivieron en el inicio de su veintena un desgarbado y
desconocido JD Salinger y Oona O’Neill, hija del dramaturgo Eugene O’Neill. La
relación se acabará, pero no el amor, y en los años futuros sus vidas ya no se
cruzarán, pero ambos no podrán olvidar lo que vivieron antes de que la Guerra
Mundial se interpusiera en sus vidas. Beigbeder escribe un texto maravilloso
para contar una historia de amor intemporal
• Cáscara de nuez, de Ian McEwan,
editorial Anagrama, 224 páginas. McEwan es tan virtuoso
que es capaz de montar una novela de intriga y adulterio en la que el personaje
que relata la trama es el bebé que crece en la barriga de la protagonista. Los
hechos se precipitan y el asesinato aparece como solución de los infieles para
hacer plena su relación, pero el testigo “interior” lo ve todo. El
planteamiento literario es muy arriesgado, pero logra el autor unir la tensión
de la novela negra con la asombrosa perspectiva de un narrador absurdo. Tan
extraña como brillante
• Ordesa, de Manuel Vilas, editorial
Debolsillo, 392 páginas. Esta novela fue una de
las grandes ganadoras de la temporada pasada, y convirtió en muy famoso a un
escritor ya consagrado pero que no era superventas. Mezcla de recuerdos,
reflexiones y lirismo, Vilas relata gran parte de su vida con la omnipresente
figura de su padre, y el papel que él mismo ejerce como tal. Es un relato
extraño, que juega con tiempos y que a veces desgarra por la crudeza de cómo el
autor se desnuda, pero está escrito con enorme belleza y estilo.
• Gente que se fue, de David Gistau,
editorial Círculo de Tiza, 216 páginas. En febrero murió David
Gistau, tras semanas hospitalizado. No fue por el coronavirus, pero su muerte
ya preludió un año aciago sin que fuéramos aún conscientes de ello. Este libro
recoge relatos de un autor que era periodista, que vivía para la crónica y
columna, pero que era muy capaz de trenzar historias en las que sus personajes,
sombríos, canallas, amantes de la vida, daban tumbos buscando paliar sus ansias
de beberse el futuro a tragos. Qué gran perdida la suya.
• Stoner, de John Williams, editorial
Baile del Sol, 276 páginas. Una novela que no va de
nada pero que cuenta una vida de una forma perfecta, de tal manera que cada uno
nos podemos sentir identificados en ella. Llegue a este texto a través de una
reseña que hizo Antonio Muñoz Molina, donde la ponía de maravilla, y así es. El
protagonista sale de su granja para estudiar en una universidad del medio oeste
y allí encontrará trabajo, vida y futuro. Conocerá el amor, la desdicha, la serenidad
con el paso del tiempo y el final de su destino.
• El final del affaire, de Grahamm
Green, editorial Libros del Asteoride, 320 páginas. En el año de la muerte
de John Le Carré, una excelente novela que no va de espías de uno de los
autores clásicos del género. Los personajes esconden facetas oscuras, sí, y
estamos en el Londres posterior a la II Guerra Mundial, pero más que la faceta
detectivesca de la historia es la descripción de los sentimientos y dilemas
morales de los personajes lo que destaca y hace del conjunto del relato algo
tan delicioso como estimulante.
• El gigante enterrado, de Kaizo
Ishiguro, editorial Anagrama, 368 páginas. Ishiguro no se prodiga
mucho. Premio Nobel, se encuadra en la generación de McEwan, Barnes o Amis. En
esta novela vuelve a cambiar de registro y nos lleva a una especie de
Inglaterra medieval en la que la magia aún existe y una pareja de ancianos
abandona su aldea buscando a su hijo, que marchó hace mucho. Aventura, fantasía
y una profunda reflexión sobre la memoria y los males que deben permanecer
ocultos para que no nos destruyan se esconden en un texto original y lleno de
atractivos.
• El mal de Corcira, de Lorenzo Silva,
editorial Destino, 544 páginas. En este último
capítulo, por ahora, de la exitosa serie de Vila y Chamorro, nos lleva el bueno
de Silva a la juventud de Bevilacqua y su estancia en el infierno del País
Vasco en la época del asesinato etarra y del odio social desmedido. Cruzando
una trama de ese pasado con un caso policiaco presente que están relacionados,
el autor desgrana reflexiones sobre la inutilidad de la violencia y el papel
del fanático a la hora de propagarla y servirse de ella. Tan buena en lo
novelesco como en lo que hace pensar sobre tanto dolor pasado y presente, tanto
injusto olvido, tanta miseria moral.
• Puro fuego, de Joyce Carol Oates,
editorial Debolsillo, 464 páginas. Parece que no hay año
sin obra de Carol Oates, pero es que es tan prolífica como brillante. En este
caso nos trasladamos a los años cincuenta, y a una banda de chicas adolescentes
que buscan meter el miedo a aquellos que osan enfrentarse a ellas. No es tanto
una novela feminista como una tremenda descripción de la adolescencia
desmadrada, con mucha mala leche y toques siniestros marca de la casa.
• Trilogía Falco, de Arturo Pérez
Reverte, editorial Debolsillo. No son uno, sino tres
los volúmenes que forman esta serie, que este año han salido en Bolsillo. El
héroe revertiano lo encarna esta vez un crápula sin escrúpulos, un espía al
servicio del bando franquista en la época de la guerra civil, que podía estar
también a sueldo de los republicanos o de cualquier otro. Amoral, mujeriego,
listo, las tres novelas relatan aventuras y tramas de espionaje con gran emoción
e interés. Entretienen mucho y en ellas el cinismo, la traición, y algo de
amor, están por todas partes.
• La noche de los monstruos, de Mary
Shelley, Lord Byron y John Polidori, editorial Edhasa, 440 páginas. Recopilación de tres
relatos clásicos de terror, entre ellos el Frankenstein original de Shelley y
el vampiro de Polidori, surgidos en la estancia que los románticos escritores
pasaron en la suiza villa Dorati en el no verano de 1816. Revolucionaron el
género y crearon figuras que ya son parte de nuestro acervo cultural,
versioneados miles de veces en todo tipo de formato.
Mejor libro de no
ficción. No soy nada original,
me uno al coro que, a modo del antiguo teatro griego, lo alaba sin cesar. El infinito en un
junco, de Irene Vallejo, editorial Siruela, 404 páginas. Ha creado Irene una
obra atemporal, que puede ser leía ahora o dentro de décadas con el mismo
asombro y gusto. Es su libro una historia de los libros, de cómo los relatos
que se extendían de manera oral por las distintas culturas de la antigüedad
acaban cristalizando en obras escritas, en soportes basados en la tecnología de
la época, de cómo esos soportes empiezan a viajar, copiarse, sirviendo de nexo
entre pueblos, culturas y vidas. Escrito con aires de cuento, mediante una
prosa hipnótica, Valllejo divulga y enseña, sí, mucho y bien, sí, pero sobre
todo enamora con su forma de relatar. Éxito absoluto de ventas y crítica, se
merece todos los elogios posibles.
• Ya sentarás cabeza, de Ignacio Peyró,
editorial Libros del asteroide, 576 páginas. No se si, como diario
que es, entra en la categoría de novela o ensayo, porque Peyró novela sus
andanzas como si de un relato se tratase. Reunión de aforismos y vivencias,
comprende lo sucedido entre los años 2007 a 2011. El autor alcanza en esos años
la treintena de edad, pero se expresa con sus actuales cuarenta a un nivel
cultural propio de vidas de muchas más décadas de experiencia. Alcohol, prensa,
poder, miserias, amoríos y el papel de los medios con sus filias y fobias
políticas. Es un gustazo de libro.
• Los europeos, de Orlando Figes,
editorial Penguin 576 páginas (en castellano lo edita Taurus). Ensayo de amplio
espectro, al que tenía ganas desde que salió, y con el que me he atrevido a
asaltarlo en inglés, por lo que me he perdido gran parte de sus virtudes. A
través del triángulo amoroso que viven la soprano de origen española Pauline
Viardot, su francés marido y el escritor ruso Iván Turgénev, viajamos a lo
largo del siglo XIX y de Europa asistiendo a la creación de las redes culturales,
comerciales, económicas, de infraestructuras y pensamiento que configuran, sí,
nuestro presente. Si te gustan los trenes, los costes de las cosas, los
derechos de propiedad, el arte, la moda, la música, y mil cosas culturetas más,
sin duda, este es tu libro.
• Los griegos antiguos, de Edith Hall,
editorial Anagrama, 400 páginas. Un nuevo estudio sobre
la Grecia clásica, que abarca desde los tiempos arcaicos hasta el final del
dominio romano sobre el territorio y la implantación del cristianismo frente a los
dioses de antaño. Diez capítulos que, avanzando cronológicamente, nos van
detallando diez facetas del pueblo helénico que les permitió progresar y crear
como pocos. Su amor por la navegación, la eterna curiosidad, la competencia
permanente entre ellos, su afán comercial…. Claro, con sólidas referencias,
escritura clara y sugerente.
• El mapa fantasma, de Steven Johnson,
editorial Capitán Swing, 270 páginas. Dos libros reseñaré
relacionados con el tema pandémico. En este ensayo se estudia el pionero
trabajo del anestesista John Snow, que ante el brote de cólera desatado en
Londres en 1854 adopta una postura científica, logra medirlo y acotarlo
mediante el uso de mapas y datos y vence a las falsas teorías de la época (los
miasmas y demás patrañas) mediante el estudio, la investigación y la
experimentación. Historia de la ciencia muy bien contada: Nota curiosa, junto a
la fuente donde comenzó el brote y se contuvo ahora está el pub John Snow, en
el 39 Broadwick Street Soho, Londres.
• Las reglas del contagio, de Adam
Kucharski, editorial Capitán Swing, 352 páginas. Si el anterior libro
contaba la historia de un brote epidémico concreto, este enseña cómo funciona el
concepto de viralidad, no sólo en el aspecto sanitario, sino en otros planos
tan variados como el de la información, las modas y otros sectores en los que
el “contagio” es la vía para la “difusión”. Lleno de ejemplos claramente
explicados, es una perfecta introducción a este mundo, sus reglas y las
opciones que hay para frenar el crecimiento de los brotes, sean de lo que sean.
Muy útil.
• 1927: un verano que cambió el mundo,
de Bill Bryson, editorial RBA 624 páginas. Bryson es un consagrado
genio de la divulgación, un todoterreno que toca todos los palos y lo hace muy
bien. En este caso nos lleva al verano de 1927. Con el surgimiento de la
aviación y las gestas de sus primeros pioneros como hilo conductor, el libro
nos relata cómo los inventos y la sociedad de ese final de los años veinte
prefigura lo que será el mundo de hoy. La creación de los grandes cines, la
extensión de la radio como medio de comunicación de masas, el morbo de los
medios ante los asesinos y otros muchos aspectos de una sociedad vibrante.
Divertido, ameno, lleno de información llamativa, entretiene una barbaridad.
• El síndrome de Woody Allen, de
Eduardo Galán, editorial DEBATE, 336 páginas. Edu Galán es el
cofundador de Mongolia y miles de cosas más. Este libro son dos, realmente,
porque por un lado se hace un relato pormenorizado del caso de abusos sexuales
por el que Mia Farrow denunció a Woody Allen y por otro se nos habla de la
cultura de la cancelación instalada en nuestras sociedades, de cómo la presión
de la masa de las redes coarta la libertad de expresión, de la autocensura
impuesta para sobrevivir al infantilismo que nos rodea y de otros temas
similares. Ensayo tan interesante como valiente. Y por momentos muy divertido.
• A propósito de nada, de Woody Allen,
editorial Alianza, 440 páginas. Muy relacionado con el
anterior, libro de memorias del propio Allen, en el que cuenta sus andanzas
vitales, desmitifica completamente su imagen de intelectual y defiende su
posición en todo lo que hace a las acusaciones de Mia Farrow y su relación con
su esposa. Es un libro divertido, aunque se nota que escrito desde la tristeza.
El hecho de que su publicación fuera cancelada en EEUU y saliera antes en
España demuestra hasta qué punto lo que denuncia Galán en el ensayo anterior es
un peligro que nos amenaza.
• Scale, de Geoffrey West, editorial
Orion Publishing, 496 páginas (creo que no hay edición en castellano) ¿Hay leyes en la
naturaleza que lo condicionan todo? Encontré un ejemplar de este libro, del que
no sabía nada, en una estantería a principios de año, y con mi mal inglés lo
terminé asombrado. El autor encuentra propiedades físicas en el rendimiento del
consumo energético y de la información que, según muestra, determinan el tamaño
de los organismos vivos, de sus sistemas biológicos, de las empresas, de las
ciudades, de todos los organismos caracterizados por la complejidad que surge
de la auto organización. Da mucho que pensar y, por el idioma, se que necesito
leer su traducción.
• Programados para crear, de Marcus du
Satoy, editorial Acantilado, 408 páginas ¿Es la inteligencia
artificial (IA) una moda o algo que cambiará nuestras vidas? El matemático du
Satoy se introduce en ese mundo con el miedo de que las máquinas acaben con su
trabajo, y nos muestra de lo que son capaces hoy en día los algoritmos a la
hora de suplantar labores intelectuales humanas y, también, creativas. Ensayo
sugerente que plantea preguntas y deja abiertas las puertas hacia un mundo que,
sin que tengamos muy claro hacia dónde, no deja de avanzar.
• El pasillo estrecho, de Daron
Acemoglu, editorial Deusto, 688 páginas. En cierto modo, una
segunda parte de su gran obra “Por qué fracasan los países” (excelente). Si en
aquel caso se trataba de probar como las instituciones y su solidez frente a
las élites extractivas son las que garantizar la prosperidad de las sociedades,
en éste se busca la manera de contener al leviatán estatal en una estrecha
franja que impida tanto el totalitarismo como la anarquía. El estilo es
similar, con numerosas historias y ejemplos sobre el desarrollo del estado en
diferentes sociedades y momentos y los éxitos, y fracasos, a la hora de
“domesticarlo”. Se aprende mucho