A nuestro pesar, este año hemos aprendido mucho de virología, pero de la humana, no de la informática. La pesadilla de muchos distópicos, un ataque masivo que nos dejase sin la moderna tecnología en la que nos basamos para todo ha resultado ser, de momento, incierta, pero resulta, paradojas de la vida, que un virus biológico ha dejado al mundo humano real sumido en el ostracismo y esa tecnología es la que nos ha permitido ir tirando, de tal manera que el consumo de red y la adicción a las pantallas han sido en este año el pan nuestro de cada día. Si uno lo piensa fríamente y, pongamos, esta pandemia se da en los años noventa, antes de la llegada de internet, no habría muchas diferencias entre la vida de encierro equivalente y la medieval. El desastre sería absoluto.
Pero también ha habido ataques informáticos relevantes. Muchos de ellos se han aprovechado de la omnipresencia de internet en nuestras vidas a partir de marzo, y de las puertas abiertas que eso ha generado, pero otros han sido de más amplio espectro. A finales de este mes se ha conocido un cibertataque masivo sufrido por EEUU, que ha afectado a sistemas civiles y militares de un montón de áreas del gobierno. Defensa, interior, seguridad, comercio… la lista de departamentos afectados es tan grande como duradero ha sido el asalto, se habla de meses, como profundo en lo que hace a la información a la que se ha llegado. Como es obvio, en este tipo de noticias no se sabe toda la verdad, de primeras porque estamos ante acciones de espionaje profundo y eso siempre implica información fala, de segundas porque las dimensiones este tipo de ataque no son tan obvias, ni mucho menos, como las de un atentado físico, que genera un destrozo visible y mucho más fácil de calibrar, y en tercer lugar porque, obviamente, el atacado siempre va a intentar minimizar los supuestos efectos conseguidos mientras que el atacante se regodea de su éxito en las sombras. Todo está envuelto en brumas, como el no amanecer de hoy en Madrid, pero por las informaciones que están surgiendo parece que sí que estamos ante un asalto informático realmente serio, que ha logrado penetrar brechas de seguridad de la Superpotencia y cuyas implicaciones son imposibles de determinar. ¿Quién ha sido el causante? Casi todos los que de esto saben apuntan sobre todo a Rusia, a hackers que trabajan para Putin y sus amigos, pertenezcan o no al gobierno, y que son expertos en este tipo de acciones. Trump, en recientes tuits, ha minimizado las consecuencias de lo sucedido (por lo tanto, lo que ha pasado es muy grave) ha desviado la posible culpa de Rusia a China (por lo tanto, el amigo Vladimiro aparece aún con más fuerza como sospechoso) y ha relacionado lo sucedido con el infinito y vergonzoso fraude electoral que no deja de denunciar día sí y día también en medio de su creciente soledad. Tanto ruido de Trump para desviar la atención sólo puede indicar que, haciendo un paralelismo con la pandemia que no iba a ser nada, lo que ha pasado es muy gordo. Algunas fuentes hablan de auténtico acto de guerra, de ataque hostil con objetivo de desestabilizar y causar el mayor daño posible. Se habla de un “Pearl Harbour digital” en referencia al golpe militar sorpresivo que los japoneses protagonizaron en 1942, justo ahora que, por la pandemia, muere en la nación norteamericana cada día algo más de todas las víctimas que causó aquel ataque. Como es muy difícil saber qué es lo que ha pasado resulta imposible afirmar hasta qué punto la seguridad de aquella nación se ha puesto en entredicho y cuántos y cuáles de sus secretos o informes han sido violentados. En todo caso es evidente que el ciberespacio es, desde hace tiempo, un lugar de batalla entre naciones, servicios de inteligencia, empresas y personas anónimas, y la capacidad de generar daño en el mundo real mediante ataques informáticos es cada vez mayor. EEUU lo ha demostrado con acciones dirigidas a países hostiles, como Irán, por lo que puede que estemos ante algo similar. El tiempo, y mucha suerte en forma de confidencias reveladas, nos dirán lo que realmente ha sucedido.
Y será la nueva administración Biden la que se haga responsable de los problemas y daños que este ataque haya podido causar y, también, de las represalias que se merezca, a juicio de EEUU. Es probable que, ante un ataque de hackers, se responda de igual manera, de tal manera que la cruenta guerra cibernética que se disputa en la red siga siendo algo invisible para la mayoría de nosotros. Si lo piensa es curioso, resulta un enfrentamiento de una asimetría devastadora, ya que apenas unos ordenadores manejados maliciosamente pueden dejar fuera de servicio infraestructuras, armamento y otros dispositivos de un coste astronómico y enormes capacidades. La ciberdistopia ha sido aplazada por la pandemia, pero cuando las vacunas venzan al virus, las batallas de hackers y gobiernos seguirán en la red. Y no dejarán de ir a más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario